Daan
El día de hoy está siendo una mierda.
Entre la mudanza, el viaje larguísimo y el conocer a mí nueva vecina mi cerebro había sufrido demasiados cambios seguidos y ya no pensaba de manera muy racional.
¿Cómo pude ser tan gilipollas?
Realmente lo único que quería era esforzarme un poco y dejar el mando en el mueble que tengo debajo de la mesa. No necesitaba ni siquiera levantarme y no recuerdo en qué momento perdí la estabilidad y caí.
¡Obvio que no quiero ser un payaso delante de Irene!, no lo hice a posta pero acabé tirado como una foca en el suelo, y ella me vio.
Y por si fuera poco la eché de casa sin darle explicaciones.
Cuando viene a revisarme de urgencia mi médica y me dice que está todo bien me intento relajar escuchando algo de música tumbado en mi cama, ya más tarde termino de ordenar las cajas de la mudanza aunque no voy a mentir, algunas simplemente las meto en el almacén. Si no las ves no están, ¿no?
Al rato de hacerlo llega mamá preocupada. Ya sé que la avisaron de todo y también sé que salió antes del trabajo para venir a verme porque pensó que me había pasado algo grave.
No la quiero preocupar.
No considero que cuando una madre tiene hijos deba dejar su vida para dedicarse a la criatura, y que ella deje de ir al trabajo para cuidar de su hijo de casi veintisiete no me hace ninguna gracia, pero entiendo que viniera apurada y preocupada.
Es madre.
Soy examinado de nuevo por ella y cuando está completamente segura de que no tengo ninguna herida en mi cuerpo me deja en paz para ir a trabajar un poco desde su oficina en casa.
Por último, tras toda la parafernalia, pude tomar un baño relajante en la bañera y me da tiempo de reflexionar, la vida me está cambiando muy rápido.
Después de tanto tiempo sin algún acontecimiento interesante el primer día en el pueblo había sido difícil, más complejo de lo que me imaginé. Pensé que sería como Madrid en nuestro apartamento, pero no.
Mudarse fue una decisión tomada por un conjunto de complicaciones en la familia. A mamá le dolía ver que yo no saliera de casa por el miedo y la vergüenza que me causaba a mi mismo. Ella estaba enfermando y —al fin y al cabo— yo también empeoraba.
Ese fue el primer —y principal— motivo para que el único sereno de la casa, mi padre, decidiera venir a Gramedo.
Lo que pasó en mi cuarto se pudo evitar y eso es lo que me causa pesadillas. Si me hubiera mostrado tal y como soy desde el principio nadie se lo tomaría por sorpresa.
Para mí venir aquí es eso, eso me convenció.
La oportunidad de empezar de cero en un pueblo en el que no soy nadie y no tengo un pasado. Ni de manera positiva, ni de la contraria, negativa.
Quería llegar aquí con un mensaje bien grande que dijera: soy Daan y siempre he sido así aunque la verdad sea que soy así por un gran error que yo mismo cometí hace seis años.
Esa idea era una meta clara durante el viaje en coche hacia aquí, presentarme como soy y quien no quiera estar conmigo que no lo esté.
Pero cuando mi madre le recordó a mí padre que los nuevos vecinos organizarían una fiesta, me cagué.
No podía hacerlo.
Me hice el valiente pero no soy tan fuerte como para enfrentarme a esas personas de una manera vulnerable, porque no me siento yo. Con solo imaginar el momento veo como cada una de las personas que habría me miran de manera despectiva o con pena. Y además, no me miran a mí a los ojos, sino a ese trasto que va conmigo en todo momento.
Por ello preferí evitar cualquier tipo de interacción con los adultos de avanzada edad que nos esperaban al llegar y como un cobarde les dije a mis padres que quería conocer la casa antes de nada. Todo mentira, solo estaba cagado. No sé si se lo creyeron pero aceptaron.
Todos los pueblerinos estaban entusiasmados con nuestra llegada, lo vi por la ventana del coche pero yendo yo solo les iba a causar una cosa: estorbo.
Suelto el aire y subo la cabeza con la ayuda de mis brazos.
La nueva bañera es inmensa y quepo en ella perfectamente. Por suerte desde hace bastante puedo lavarme yo solo y es una cosa que siempre aprecio.
Un rato de intimidad sin que nadie se preocupe por mí como si estuviera hecho de cristal.
Además ahora tengo otra preocupación más, la chica que apareció en mi cuarto: Irene.
Mamá me había hablado de ella cuando aún vivíamos en la capital. Dijo que no la conocía bien pero que seguro que iba a ser encantadora conmigo.
Por un momento pensé que podía ser su amigo. Claro, si empezábamos con buen pié, pero ya se me complicó.
Todo el plan se fue a la mierda ayer por mi culpa.
Pensaba en llegar con mi mayor secreto, y a la vez mi mayor complejo, por delante y que ella, si no le importaba, ya decidiría si acercarse o no.
Pero lo hice mal.
Nos conocimos en un momento equivocado y ahora no sé muy bien cómo hacer.
Ella no se ha pasado por aquí después de que la echara, yo no me he atrevido a salir de mi cuarto.
Mamá me vino a preguntar cómo me había ido conociéndola el primer día. Le mentí diciéndole que bien para que no se sintiera mal, estábamos aquí para que fuera diferente y ella realmente tiene esperanzas en mí y en este pequeño pueblo.
Ese es un problema que se suma al resto y sigo sin saber cómo solucionarlos todos.
Nadie puede sospechar de que la espanté, tengo que volver a conseguir que Irene me haga caso, tengo que disculparme con los vecinos, tengo que mejorar con la rehabilitación, tengo que hacer algo con mi vida, tengo que olvidarme del pasado. Tengo tanto que hacer y tan poca idea de como empezar que ya no sé nada.
Como consecuencia de estar en la cama pensando en como salvar mi mundo, está noche tuve pesadillas de nuevo. Lo mismo de siempre atormentando.
Los chicos y yo de fiesta, entrando al coche, yo conduciendo, el momento en el que sentí que volaba, cuando desperté en el hospital, la cara de mamá, la noticia que nos rompió, la vuelta a la "normalidad"...