Rodando hacia tu corazón | Hacia algún lugar #1

Capítulo 26 | Final

Daan

La mañana de reyes amaneció algo fría. Papá se marchó a Madrid hace unos días y por ello mamá está acostada a mí lado en mi cama. También porque ayer por la noche me dio un bajón y me puse algo sentimental.

Quiero saber porqué Irene no ha venido a verme.

No sé nada de ella desde hace una eternidad.

Cuando mamá se despierta le doy los buenos días y ella me sonríe. Es día de reyes y papá tiene organizada una comida que él mismo catalogó como importante.

Apuesto la movilidad de mis piernas a que es algún accionista —lo siento, chiste de cuñado. No volverá a suceder—. El timbre suena y mi madre baja a abrir. Me levanto yo también y me meto en la ducha para refrescarme algo.

Irene vuelve a mi mente, ¿le molestó que mi...miembro la tocase?

¡Por supuesto que sí!

Creo que reaccioné mal. Es verdad que era muy temprano, estaba prácticamente dormido y todas las disculpas que quiera pero es injustificable.

Traté el problema como algo menor, y a Irene le importaba mucho.

Es verdad que mamá no se molestó en hablar de ello en ningún momento pero creo que tendré que hablar con Irene lo antes posible.

Intento alejar los pensamientos negativos de mi mente. Aquella mañana no fue mi intención nada de lo que ocurrió. No sabía que mi pene se iba a levantar después de días sin hacerlo con el extraño suceso en la piscina. Fue las dos únicas veces después del accidente que ha sucedido y no sé cómo.

Bajo a desayunar. Quién llegó fue mi padre ya de vuelta del viaje muy cargado con paquetes de regalos. Le doy la bienvenida y cuando lo tenemos nada más que hacer nos acercamos al salón.

El árbol de navidad está lleno de presentes por lo que junto a mis padres empiezo a abrirlos.

En España —por lo menos en mi familia— los Reyes son más importantes que Papá Noel, cosa que me extrañó cuando llegamos de los Países Bajos.

Siempre hay una salvajada de cantidad de regalos en este día y eso en Ámsterdam no pasaba.

Al final la mitad de las cosas siempre acaba en el trastero, pero las empresas dan lo que sea para poder llamar la atención de mis padres y la mía.

Algunos son de marcas que tienen o tenían acciones en la empresa, firmas de ropa de alta costura y otros de mis familiares. Empiezo a abrirlos con poca ilusión, al fin y al cabo ya sé que son cada uno. Los de las tiendas de ropa traen ropa, los de relojerías, relojes y así con todo. Al final voy a tener que vender regalos, no voy a llevar puestos cuatro sombreros y ocho pares de zapatos a la vez y no puedo guardar tanto cachivache en casa.

Entre ellos, hay paquetes de mis abuelos, tíos y primos que —como no— han dado la nota optando por burlarse de mí. Pensé que no pero han conseguido sorprenderme.

Uno de mis primos ha decidido regalarme un juguete sexual con una nota a su lado ¡qué detalle por su parte!

"Para que no te aburras en tu miseria, inútil" leo por segunda vez para asegurarme de que no fue un fallo de comprensión lectora.

Ese puto niñato.

Tiro el objeto al suelo del enfado haciendo que mis padres se giren sorprendidos. Por suerte desde donde están —mamá abriendo perfumes y maquillaje y papá relojes— no consiguen ver el juguete.

—¿Qué es? —pregunta mi padre—. Ese es de Matteo, el hijo de mi hermana, ¿lo recuerdas?— ¡Cómo no lo recordaría!, ese hijo de puta que decidió reírse de mí y de Irene delante de todos en la reunión familiar.

No le respondo, pero cuando se acerca ya se da cuenta él solo de lo que pasa. Coge el juguete y se lo lleva fuera de mi vista. Mi madre me anima a seguir abriendo paquetes mientras él hace pedazos la pequeña dedicatoria de Matteo y lo lanza a la chimenea después de echarle un vistazo.

Me centro en lo que hago: abrir regalos, mientras papá muere de la rabia por el pasillo.

Aunque no está mucho conmigo, trabaja demasiado y le cuesta ser cariñoso sé que me quiere con locura. Probablemente mucho más que mi madre aunque no lo aparente.

Ella se acerca a él y le ayuda a razonar. Escucho parte de la conversación disimuladamente, odio que esto pase por mi culpa.

Los últimos regalos que abro son dinero para comprar en la tienda virtual de videojuegos.

Me falta por abrir uno que se pierde entre las ramas del árbol decorado, es pequeñito. Lo abro y me encuentro con la cosa más especial que me pueden regalar.

Un collar, uno muy especial que hace que me asuste y a la vez me trae recuerdos maravillosos.

Este era el collar de Dirk, mi mejor amigo.

—Mamá, ¿de dónde sacasteis esto? —le pregunto mostrándoselo. Así también consigo que se olviden del pequeño inconveniente.

—No es nuestro, ni idea. —me lo devuelve después de inspeccionarlo—, será de alguna joyería que te lo mandó.

Si el regalo no es suyo ¿quién me ha enviado lo que se supone que debería de estar o en un ataúd o en manos de sus familiares?

Miro los restos del papel de envolver que lo contenía pero nada, no llevaba ningún nombre ni referencia de su procedencia. ¿Alguien lo había cogido del lugar del accidente?, ¿cómo llegó hasta mí?, esa persona ¿cómo me encontró?

Las dudas inundan mi mente y me hacen olvidar los casi mil euros que me voy a poder gastar en la tienda online de la PlayStation.

El timbre suena alejándome de esos pensamientos, mi madre abre la puerta dejando entrar a la mujer que menos me esperaba.

Irene.

En sus manos lleva una bolsa pequeña. Yo cojo su regalo que hace unos días compré y me acerco a ella dejándolo sobre mis piernas.

—¡Feliz día de Reyes! —le saludo—. Esto es para ti.—extiendo mis brazos para que coja mi paquete, ella me entrega el suyo—. Gracias.

No dudo en abrirlo primero, por su forma puedo insinuar qué es y acierto. Me ha comprado un peluche.

—Me recordó a ti cuando lo vi. —se justifica y puedo notar que no está muy seguro de que me vaya a gustar—. ¿Te gusta? No sabía qué regalarte. —me mira preocupada—. No te regalé nada en Navidad por lo que me pude gastar algo más en esté regalo. Pero empecé a comprar los de tus padres. También compré algo para Almudena. ¿Sabes dónde está Almudena?—nerviosa no para de hablar, sonrío mientras ella se rasca el cuello y cuando me pierdo completamente en su desconfiada mirada decido responder a su primera pregunta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.