13-11-2021
El cielo estaba soleado, las olas le golpeaban constantemente en la cara. Cada brazada sentía que el cuerpo le ardía, estaba cansada de nadar. La lluvia no fue suficiente para ayudar a refrescarle pues el sol seguía con su luz abrumadora, el barco se había hundido y necesitaba llegar a la orilla, sentía que en cualquier momento cedería y así sucedió.
Todo le dolía, el dolor llegaba inclusive a lo intangible. Con la vida destrozada su única esperanza era llegar e intentar de comenzar desde cero, huir de lo que le atormentaba. Seguía avanzando, pero justo a los cien metros dejó de moverse y solo soltó su cuerpo, fluyendo este con el movimiento de las olas. Sin imaginarlo logró tocar tierra, para su mala suerte había demasiada gente, al parecer se habían enterado de lo sucedido así que optó por esconderse. Sus intentos fueron en vano y de pronto solo se desmayó.
Un grupo de hombres se acercó a ella y comenzaron a revisarle, se acercaron los paramédicos y rápidamente le dieron atención en lo que se acercaba la ambulancia. Le buscaron identificación y al encontrarla rápidamente les cambió el semblante, dieron señales de que ocultaran que alguien había ahí de manera despistada.
—Se la llevan al área 19, sáquenla de aquí, que nadie la vea. —Indicó el que tenía los documentos en la mano.
—Como ordene señor. —Tomaron a la joven y la llevaron detrás de un vehículo para esperar el nuevo transporte, uno del personal se encargó de acaparar la atención de la prensa para que nadie los descubriera. Otro joven se le acercó al que estaba ordenando y tomó los papeles, leyéndolos en voz alta.
—Orianna Kuznetsov, veintitrés años, ¿En serio Patrick? —Volteó a verlo confundido. Él volteó molesto por el hecho de que había dicho los datos como si fuera algo sin importancia.
—Ruso es ruso.—Sacó un cigarro y lo encendió. Seguía sintiendo la mirada incrédula de su compañero.—La guerra baja utiliza a cualquier persona para llegar a sh objetivo, las órdenes son a cualquiera y ella no será la excepción.
—Dudo que siquiera pueda utilizar un arma.—Comenzó a burlarse de él.
Justo en ese momento se encontraban pasando a Orianna a la camilla, cuando en un momento de lucidez se levanto de sobresalto y golpeó a uno de los paramédicos haciendo que este callera al suelo, solo para después desvanecerse. Al ver que solo había sido un impulso del cuerpo la acomodaron y la subieron rápido para evitar que fuese a escapar si se despertaba completamente. Arrancaron y el auto se fue sin ser detectado.
—Joder, si sigues frustrando mis teorías dejaré de hablarte.
Patrick solo sonrió. Los medios que cubrían la noticia ni siquiera se dieron cuenta de la presencia de aquella joven, solo se contabilizaron diecisiete víctimas, sin saber que les faltaba una. Las declaraciones de los pescadores también fueron maquilladas aparte de que les sobornaron para que no dijeran la verdad, la ausencia de Orianna ni siquiera fue registrada. Mientras ella en sus segundos de lucidez solo pensaba en que finalmente era libre, que todos los sacrificios habían servido y que nada había sido en vano, pobre e inocente Orianna…
Dos días después finalmente abrió los ojos. Tenía conectados diferentes medicamentos, desconocía lo que sucedía hasta que el doctor entró y le explicó su estado de salud, al parecer la mala alimentación y la exposición que tuvo al sol la habían dañado severamente. Minutos después ingresaron dos hombres, sin dar explicación alguna solo le indicaron que debía seguirlos a un cuarto donde daría parte de lo acontecido, ahí Patrick la esperaba junto a Lucas. Sin cuidado quienes la traían la arrastraron al negarse y la dejaron caer al asiento, ahí comenzaron a lanzarle preguntas.
—¿De dónde eres?—Le dijo sin verle a la cara, seguía observando el documento de identificación.
—Tamaulipas, México. —Lucas le vio como si estuviese haciendo una broma.
—Orianna Kuznetsov, ¿De dónde eres?—Volvió a cuestionar Patrick algo molesto.
—Victoria, Tamaulipas, México.—Repitió enfadada.
—Ni siquiera has de conocer el lugar. —Refutó Lucas.
—Ni siquiera has de saber leer. —Contestó Orianna.
—¿Por qué lo dices?
—Hoja 2 del carnet de identificación, se reconoce a la ciudadana Orianna Kuznetsov como residente ruso, siendo de origen mexicano.
Enfatizó la última palabra, y a pesar del dolor ella solo les sonrió, como si les dijera “presten atención inútiles”, le era fastidioso que la tacharan de mentirosa cuando no había hecho nada. Revisaron el carnet y efectivamente decía eso, después del vergonzoso momento trataron de volver al tema.
—También tiene un documento que le avala como militar ruso, o mejor dicho, agente de una base militar que no es del todo conocida.—Patrick movió sus manos como si desmenuzara la información.
—Se a dónde quieren ir, me ha tocado estar desde su puesto. Conozco la existencia de la guerra baja entre Rusia y Canadá, no estoy de acuerdo con ningún país, solo vine aquí para vivir como civil.
—¿O simplemente viniste aquí para espiarnos?
—¿Eres sordo o te haces? —Se acercó a Lucas de manera amenazante.
—Disculpa mi compañero, es un poco lento. Solamente quiero saber una cosa, ¿Nos darás información sobre lo que planean?
—Yo también quiero saber algo, ¿En qué momento me puedo ir?
Una tensión creció ante esa pregunta. Ambos sabían que no la dejarían irse tan fácilmente, sin embargo necesitaban que les diera la mayor información posible. Mientras ellos se concentraban en eso, afuera iba llegando el personaje más importante en la milicia canadiense, el hijo del presidente de Canadá.
Su nombre es Nolan Brown, y es jefe de las fuerzas armadas de Canadá. Ha sido toda una celebridad, desde muy joven fue una promesa de la milicia. Había tenido diversos cargos que pesaban, pero hasta ahora que su padre se hizo presidente pudo estar a cargo de toda la milicia en Canadá.