05-02-2022
Las luces solo dejaban ver sus manos, el resto de la habitación se encontraba en completa oscuridad, ni siquiera se alcanzaban a distinguir sus sombras. Las puertas estaban selladas, tomaron todas las precauciones tal cual lo hacían desde que empezaron con el negocio. Las reglas eran simples: no celulares ni cualquier tecnología que estuviera conectada con el exterior, tampoco se podía tener más de un guardia por persona, la luz solo haría visible de los hombros para abajo. Cada medida estipulada para mantener el anonimato de los presentes, lo único que hacía era recordarles el riesgo que corrían…
—Tenemos información, pero necesitamos unos meses como mínimo…— Habló Dimitri.
—Tenemos demasiado invertido en esto número uno, queremos resultados. Tienes un año siguiéndola, si bien las investigaciones han continuado eso no quiere decir que no esperemos resultados de esto. — No se veía el rostro de la persona, solo se percibía una voz que parecía de mujer. Estaban igual cantidad de hombres que de mujeres, por lo mismo decidieron identificarse con números.
—Como ha dicho número dos, recalco, es importante el avance científico. Sin embargo, tienes ya más de seis meses persiguiéndole. No pensamos perder dinero en ello, ya no más. — Esta vez era un hombre, el movimiento de sus manos reflejaba enojo y desesperación.
—Lo entiendo número seis, sé que queremos resultados, pero deben tomar en cuenta que Orianna se encuentra en un país enemigo. Estamos reuniendo los suficientes aliados para poder trabajar allá, será difícil trabajar debajo del ojo canadiense…
—Número uno, lo queremos ya. ¿Cuánto tiempo más quieres? Dinos una cantidad y te damos el dinero que necesites, dinos la fecha y te damos prórroga hasta entonces.
—Denme hasta más tardar diciembre, para ese entonces estará resuelto. Lo prometo.
—Perfecto número uno. — El sujeto conectó una memoria a la mesa, pero antes de continuar añadió. — Que quede claro, si no nos traes su cabeza para antes de ese tiempo tomaremos la tuya… Aquí nadie es indispensable, ¿o quieres terminar como el número cero? — Dimitri tragó saliva, pero no dejó que ellos se dieran cuenta.
—Por supuesto. ¿Continuamos con el tema?
—Claro. — La mesa era inteligente, era como una computadora múltiple. Había diversas pantallas para cada uno, como si fuesen manteles. Desde ahí visualizaban lo que el anfitrión les compartía.
—Como pueden observar, esas son los últimos experimentos y los resultados… Tenemos una eficacia del cincuenta por ciento para exterminar la enfermedad. Aparte, tenemos ampliado el mercado gracias a que descubrimos la forma de que el cerebro de una persona expanda su capacidad.
—Espera un momento seis, ¿Estás diciendo expandir?
—Como lo escuchaste joven cuatro, tiene mayor eficiencia en un treinta por ciento, digamos que vamos un paso adelante. En ese campo de venta estamos buscando subir al sesenta, el problema es que aún no sabemos las consecuencias…
—No nos podemos arriesgar, debemos dar pasos firmes, ¿conseguiste los voluntarios cinco?
—Sí, tres. Tengo los voluntarios, también tengo las formas firmadas. Todos son vagabundos o personas sin familia, nadie los extrañará.
—Bueno, entonces prosigamos. Como les dije anteriormente, las consecuencias están en proceso de ser encontradas, estoy trabajando en conjunto con número uno en los laboratorios, queremos lanzar la cura de esa enfermedad y las pastillas para el cerebro antes que ellos, aproximadamente en diciembre. Celebraremos por partida doble.
—Los infiltrados confirmaron que ellos no han alcanzado siquiera la mitad del avance, por supuesto, no quieren experimentar tanto. —Todos en la sala rieron ante el comentario de Dimitri.
—Muy bien número uno, bueno compañeros… La sesión termina por el día de hoy, buen día. —Todos golpearon la mesa al unísono en modo de felicitación. Fueron saliendo uno por uno por pasillos que estaban detrás del edificio, salían paulatinamente para evitar coincidir.
Nadie sabía la identidad del otro, excepto Dimitri que era quien los había reunido y por ende trabajaba con cualquiera de ellos sin importarle nada. La alianza de la guerra baja era comandada por él, pero tenía la certeza que si llegaba a dar un paso en falso lo echarían tres metros bajo tierra. Era algo que él creo, pero estaba fuera de su control…
Todo comenzó un día que las deudas le estaban ahogando, dejándolo en la calle y sumido en la miseria. El joven Dimitri asistía a la universidad, su madre, una mujer de edad avanzada al igual que su padre, apenas y podían costear la comida del día a día. Él trabajaba dos turnos para poder pagar su universidad y el alquiler, ese día no tenía un peso para liquidar los dos meses que debía…
Sentía pena de sí mismo, había logrado una beca del cien por ciento, pero los gastos de esta le sobrepasaban. Su familia dependía de él, su hermana pequeña no podía abandonar la escuela, él no quería eso para ella… Se encontraba pensando junto a Valerie en cómo resolver su situación.
Ella le había ofrecido asilo en lo que se recuperaba y dinero para liquidar su deuda, pero él se negó. Valerie no pudo hacer nada más que darle comida para él y su familia, estaban sentados en un parque viendo el atardecer cuando la idea le llegó sintiéndolo como un golpe en el cerebro.
—¡Eureka! — Gritó feliz. Valerie le vio con felicidad, no sabía que era lo que iba a hacer, pero sabía que eso resolvería sus problemas (o al menos los de él).
Sin perder el tiempo comenzó a hablar sobre ello, le contó que en su universidad asistían personas que eran hijos de figuras sumamente importantes y con una afortunada solvencia económica. Su plan era sencillo, les propondría un negocio al que no se resistieran. Y así fue… Llegó con cada uno de ellos, los tenía identificados perfectamente y sabía cómo convencerlos…
El primero fue Dante quien es el número tres, hijo de un mandatario poderoso. Lo conoció en su clase de inglés, no interactuaba mucho en clases más que para hacerles bromas a sus profesores. Estudiaba negocios internacionales, le sería útil por los contactos que podría conseguir gracias a su padre. A pesar de que aparentaba ser un tonto, él conocía su verdadera personalidad, un genio en la negociación de bienes y servicios. Se había consolidado entre sus compañeros al vender los libros escolares a menor precio entregando tiquetes con el precio original, sin duda un valioso alfil en el juego que ahora comenzaría.