Al momento del parpadeo me encuentro en otra línea de tiempo que no conozco.
— ¿Dónde estoy?—
— Amor— dice la voz de una mujer.
— Dime— digo sin ninguna sorpresa.
— Lleva al niño al colegio— dice.
En ese momento tomé la primera camisa que tengo a la mano , no me interesa si esta limpia o sucia.
— Papá — dice un niño.
— Hola— digo.
— Mamá y tú están peleando, cierto— dice.
— No, como crees— digo.
En ese momento se acerca su madre, nada más y nada menos que María.
— Lleva al niño al colegio— dice mientras me tira las llaves a la cama.
En ese momento mi hijo y yo nos subimos al auto, que no es último modelo, pero al menos nos transporta. Antes de hacer el ridículo, observó el gafete del colegio y por suerte la dirección a la cuál tengo que ir.
— Padre— dice el niño.
— Dime— digo.
— No me gusta que pelees con mamá— dice.
— Mira sé que ahora no entiendes lo que está pasando, pero ten por seguro que pase lo que pasé se deben solucionar las cosas y eso haré con tu madre. Queda claro — digo.
— Sí— dice un poco dudoso.
Se baja y camina a la entrada principal para luego regresar a casa y en ese momento me lanza una bolsa con ropa.
— María, ¿Qué mierda estás haciendo?— digo.
— Quiero que te largues de casa— dice.
— ¿Y ahora por qué? — exclamó.
— Porque eres un maldito infiel, vete con esa mujer a la cual llamas Tokyo, a la cual parece que te interesa más que a tu familia y te daré el divorcio después de esto— dice mientras la puerta hace un ruido fuerte.
— No es la mejor relación que has tenido— dice Baily.
— Explicame que mierdas paso aquí y por qué me case con María—digo.
— Déjame explicarte mi querido mamífero de dos piernas— dice.
— No soy un animal— digo.
— Recuerdas los eventos de la universidad de verdad. El día que viste a la señorita Tokyo por primera vez— dice.
— Ese día solo la miraba, pero nunca me atreví a conocerla porque me preocupaba María— digo.
— El día que Maria estaba embarazada ella te lo dijo, tú la albergaste y decidiste cuidar al hijo que su novio quiso ser padre. Le diste su apellido y la cuidaste antes que cualquier persona— dice Baily.
— Eso no era posible, porque decidí que lo mejor era que ambos siguiéramos nuestro camino— digo.
— Pero eres un hombre idiota y recuerdalo siempre— dice Baily.
Eso no me anima.
— Siguiendo con la trama de la historia— digo.
— Nunca conociste a Tokyo y lo peor fue que ella también tomó sus decisiones. Ella se casó con su novio y luego no tuvo la mejor de las suertes; tuvo dificultades y tuvo que divorciarse pero no antes pensar en sus hijos— dice Baily.
— Maria me dijo que me fuera a buscarla. ¿Qué pasó?— digo.
— Es lo curioso del destino, quizás en tu mundo la conociste y te enamoraste profundamente, pero aquí fue diferente— dice.
— ¿Qué pasó entre ella y yo?—
— Da la casualidad que ustedes se conocieron en el colegio de sus hijos, ella te vio y luego empezaron a entablar conversaciones, coincidieron en el trabajo y luego pasó lo que pasó— dice Baily.
— Nos escapamos— digo.
— La misma forma en que Rio y Tokyo querían hacerlo en la serie— dice Baily.
— ¿Por qué me muestras esto?— digo.
— Nuestras decisiones pasadas repercuten en el futuro de mi estimado viajero. Debemos aprender a vivir con lo que decidimos— dice Baily.
— Eres un cuadrupedo malvado— digo.
— Hago esto para que entiendas que tu vida es lo que es gracias a ti mismo. Estas donde estas porque tu lo decidiste, las personas que quieres, tus amigos y tu familia están contigo porque así lo has deseado— dice Baily.
— No me sermonees— digo.
— Te llevaré a otra línea de tiempo en dónde tu vida es muy diferente a la actual— dice Baily.
— ¿A dónde?— digo.
— Cierra los ojos— dice.