Rohaihu Roheka

Llegada

Hola personas que quieren comenzar a leer esta novela. Primero, gracias por interesarte en leer. Segundo, esta historia nació como fanfic de una serie llamada Call The Midwife la cual recomiendo mucho. Si tienes dudas sobre algunos de los personajes (aspecto, edad, caracter, etc) sólo preguntame y te responderé. 

Nuevamente, muchas gracias por leer.

 

 

 

 

 

 

Ciudad del Este, Paraguay, Enero de 2013.

Patrick miró a todas partes, sofocado por el calor y el sol brillante del mediodía. Las personas iban de acá para allá cargando bolsos o arrastrando carritos con cajas, hablando en un idioma incomprensible.

Sintió que estaba a punto de desmayarse, pero pensó en lo ridículo que sería eso. Se suponía que era médico y estaba aquí para ayudar, no para causar más inconvenientes. Además debía, aunque sea por media hora, dejar de ser inglés. ¿Mucho calor y mucho sol? De acuerdo, eso no era algo a lo que estaba acostumbrado, pero necesitaba adaptarse rápidamente.

A su alrededor, Ciudad del Este continuaba latiendo al ritmo del tráfico y los gritos, y no se detendría por su causa.

Miró la hora en su teléfono moribundo: su autobús desde Asunción lo había dejado en la terminal que estaba a pocos metros, pero el lugar estaba siempre tan atestado de gente que le habían pedido que esperara en la puerta de un shopping.

"Turquía Mall" volvió a leer en el letrero gigante detrás de él. El sitio, moderno y decorado con fuentes de agua y palmeras, contrastaba bastante con la ciudad que lo rodeaba, y pensó que si entraba adentro, sería bendecido con la belleza del aire acondicionado.

Pero no, le habían pedido que esperara allí, en la puerta, para que no se perdiera. La verdad, tenía pánico de perderse en aquel lugar, así que esperaría bajo el sol ardiente. Debía esperar a una monja que iría por él, y le resultaba tortuoso pensar en qué tipo de transporte debería viajar. Solo rogaba que no fuera en otro autobús polvoriento como del que acababa de bajar.

Se sobresaltó cuando alguien, un hombre joven con una mochila, le habló. No comprendió absolutamente nada y el hombre siguió su camino.

Sabía español, le habían dicho que en Paraguay la gente habla español, pero nada de lo que estaba escuchando sonaba a eso.

Entonces, si no podía soportar el calor, y tampoco sabía el idioma en el que hablaban estas personas, ¿qué estaba haciendo ahí?

Se giró para contemplar la terminal, que había quedado a sus espaldas. Podía tomar el autobús de regreso a Asunción, luego un avión a Londres y seguir con su vida aburrida, monótona y completamente vacía como médico de una clínica privada, atendiendo las quejas estúpidas de personas cuyo único problema era tener demasiado dinero.

O...

O podía quedarse en Paraguay, y ayudar en la epidemia de dengue.

Cualquier persona sana elegiría volver a las comodidades, pero él era un enfermo de idealismo, un socialista utópico y también un masoquista.

El tráfico pareció atascarse frente a él, los bocinazos se hicieron oír y también los silbatazos de un policía desesperado que intentaba ordenar el caos de motos, camionetas, autobuses y autos cargados de objetos electrónicos recién comprados.

Vio abrirse paso a un auto gris que estacionó con una frenada limpia frente a él. Era un Volkswagen Gol bastante sucio y maltratado, y vio que sin poner mucho cuidado, una monja abría una puerta y la cerraba sin muchas contemplaciones. La mujer saludó a alguien que tocó bocina, o quizás lo insultó, él no pudo definir bien qué dijo porque...Dios mio, ella también habla en ese idioma raro.

La mujer subió a la vereda y él dio un paso, tímido pero también con miedo a desmayarse por el esfuerzo. Ella caminó directo a él, con una sonrisa también tímida.

-Estoy buscando a Patrick Turner, supongo que eres tu -le extendió la mano y agradecido, él sonrió y se la estrechó.

Había logrado comprender lo que ella le decía en un español rápido pero también con un acento cantarino que lo desorientó un poco pero que le pareció, en ese lugar caluroso y extraño, lo más adorable que había escuchado en su vida.

Es un efecto de la insolación... pensó, y luego mentalmente listó todos los síntomas que estaba sintiendo y que coincidían con su rápido diagnóstico de sí mismo.

-¿Te sientes bien?

Asintió, sin encontrar nada en su vocabulario hasta que pudo pronunciar un "sí".

Ella sonrió aliviada, parecía amable y muy joven, y por una razón que él no comprendía, ella parecía muy fresca en ese hábito pesado, que aunque completamente blanco, parecía ser muy caluroso comparado con sus bermudas, sus sandalias y su camiseta empapada en sudor.

-Creo que será mejor que te hable en inglés -dijo ella y él casi se desmaya pero de agradecimiento.

-Gracias, aun estoy luchando con el español...

Ella sonrió comprendiendo, o más bien con lástima.

-Soy la hermana Bernadette. Me enviaron para buscarte, nos dijeron que estarás en nuestro hospital por un mes. Bienvenido.

-Gracias -dijo, sintiéndose un poco tonto por no poder decir mucho más. Realmente estaba muy cansado y sí, sentía que se iba a desmayar. Es más, hasta necesitaba hacerlo.

-Ven -la hermana Bernadette caminó hacia el auto gris y abrió la puerta para el-Dame tu mochila.

Dócilmente le entregó sus pertenencias, ella las guardó en el baúl mientras él se metía dentro el auto, que no parecía el auto de una monja sino el de Satanás, a juzgar por el calor infernal.

Ella entró y se puso al volante

-Lo siento, el aire acondicionado se rompió hace un año -rió-No hay recursos para arreglarlo, de todos modos no es necesario.




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