Rojo

Capítulo n°15: "La carrera por encontrar el libro comenzó".

Narrador Omnisciente.

Las dudas no dejan dormir a Rojo. Se siente atrapada en un mundo donde no conoce su verdadera identidad. Todo a su alrededor está plagado de mentiras, cuanto más se acerca a la verdad, más secretos aparecen.

Hace varios días que una leve capa de neblina cubre los rayos del sol, la oscuridad no tardará en llegar. Rojo se ha mantenido lejos de sus amigos porque desconfía de ellos, los observa de forma cautelosa y a veces, intercambia pocas palabras.

Vigila de cerca, a Sakí, que evita por todos los medios mirarla directamente a los ojos. Ella necesita encontrar ese libro cuanto antes, no debe perder el tiempo, ya que su misión es ir a ese planeta desconocido.

Sakí ha estado metido en su estudio día y noche, la chica pena su oído a la puerta para descartar que este acompañado. Solamente se oyen ruidos, como si tirara algo al piso, intenta entrar, pero la puerta está cerrada con llave. Espera a que se quede en silencio para golpear. Da unos toques con sus nudillos, sin embargo, debe repetir la acción porque se niega a irse sin respuestas.

- ¡PROFESOR SAKI! – exclama en voz alta para hacerse oír.

- ¿Qué necesitas? – abre de golpe con el semblante bastante tenso y sus dedos están teñidos de negro – Estoy muy ocupado así que te agradecería sí vuelves en otro momento.

- ¡Lo siento, pero ya no puedo esperar más! – sonríe irónicamente introduciendo un pie y un brazo dentro para que no le cierre en su cara – Obviamente no quiero rodeos profesor Sakí.

-Te equivocas si vienes a interrogarme sobre lo que te han contado porque yo no sé nada – mira por la pequeña ventana.

No hace falta preguntar para darse cuenta que se encuentra molesto, triste y bastante desarreglado. La habitación es un completo desastre, vidrios de un vaso roto esparcidos a lo largo del suelo, una cama desarreglada y una biblioteca, metida en un rincón llena de polvo. Sakí se apresura a cubrirla para que no vea, sin embargo, todo intento de ocultar lo inevitable saldrá a la luz en poco tiempo; y no podrá hacer nada al respeto.

- ¿Por qué la escondes? Ya sé que tienes muchos libros ahí – sus nervios lo traicionan porque tropieza con una silla - ¡Ya basta! Estoy cansada de que no quieras hablar conmigo cuando yo no he hecho nada para ofenderte.

-Perdón...pero no tuve otra opción más que alejarte con mi indiferencia. Todos pensamos que eso te daría renunciar a buscar la verdad, aunque creo que nos equivocamos – dice tratando de titubear.

-Yo tengo derecho a saber qué fue lo que paso con mis padres y conmigo – habla entre llanto – necesito que me expliques ¿Qué son las esferas del poder?

- ¿Cómo sabes de ellas? ¿Quién te dio esa información? – le sirve un vaso con agua – Muy pocos conocen lo que son, algunas desaparecieron para proteger su planeta, sin embargo, el peligro los acecha.

- ¿Usted tiene ese libro en su poder? – pregunta mirándolo a los ojos – Por favor, ya dejé de lado el misterio y dígalo, sino buscare la forma de encontrarlo.

-En estos momentos no lo tengo en mi poder. Y tú no deberías ni hablar sobre ese libro – hace una pausa observando una estrella, su luz es tan débil que se apagaría en cualquier momento – Cuando supimos de tu existencia, la muerte de tus padres, Polisuki y yo; decidimos esconder el libro para tu protección. Todos estuvimos de acuerdo incluyendo Venus y el rey Aregon.

- ¿De que tenían que protegerme? Apenas era una niña...- Sakí la interrumpe.

-Una niña que crecería sin sus padres, en ese momento eras un blanco fácil de matar, sí ese manuscrito llegaba a manos equivocadas – una llama nace del fogón iluminándolos y sus ojos cristalizados, por el llanto de impotencia penetran los de Sakí – queríamos evitar que este momento llegara.

Ella piensa en todo el mal que le provoco el enterarse la trágica muerte de sus progenitores, el vago recuerdo que inunda su mente y el desprecio de su abuela. Duelen tanto que se vuelve un río de lágrimas, pero de eso ríos que rugen cuando su caudal es excesivo para su tamaño.

La máscara del hombre indiferente, Sakí, se derrumba al verla desplomarse sobre la alfombra roja. Corre para sostenerla entre sus brazos mientras ella se aferra a él como si no hubiera un mañana.

Después de varios minutos en esa posición, sus lágrimas se empiezan a secar, el cielo cubierto por largas manchas naranjas anuncia la llegada de la noche. Solo los alumbra el atardecer, Sakí la levanta colocándola en el sillón cerca de su chimenea, es un ángel con el cabello de fuego que descansa en paz.

- ¿Algún día obtendrá lo que busca? – indaga su profesor a la nada.

El clima, el tiempo y la oscuridad son tan cambiante como el humor de un jaquins. La luna en su máximo esplendor brilla como nunca lo había hecho, las estrellas rozan la copa de los álamos voladores que están inquietos. Yendo de un lado a otro ocultándose de los necrófagos, pero tan solo a ellos le temen.

Desde el corredor con vista al bosque, Sakí observa los movimientos de la naturaleza, que es amenazada por ese ser capaz de carbonizar todo. El lobo Miurse hace su aparición, sus ojos azules se confunden con la claridad de la noche.

-Pensé nunca te atreverías a venir, Miurse – le reprocha sin quitar sus ojos de la luna parado con las manos cruzas en su espalda – Imagino que mi tiempo de proteger lo inevitable está llegando a su final ¿o me estoy equivocando?

-Es exactamente como lo dices, Sakí. ¿No te parece que ella debe dejar de sufrir? – indaga el lobo de pelaje blanco con algunos tiznes de gris - ¡Vamos, querido amigo no te queda ser un gruñón!

-Ya me había cansado de fingir – se ríen los dos - ¿Ya tienes todo listo para el viaje?

-Sí todo en orden – las nubes corren al compás del viento – El libro se encuentra en el mismo lugar donde lo enterramos, pero te recuerdo que es una copia. El verdadero esta...




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