Pluto llevaba sus ojos cubiertos. No podía ver nada, aunque quisiera hacerlo. Percibía que estaban volando por el viento que azotaba su cara. Además, llevaba sus manos atadas como para quitarse la venda.
No sentía miedo en ese preciso instante, pero tenía cierta confusión porque no comprendía el motivo de su rapto. ¿En que los beneficiaba? ¿Qué le podría aportar si, a la que quieren es otra persona? ¿Para qué querían a un chico, cuyo poder no significaba nada?
Miles de preguntan surgían en su cabeza, sin embargo, una voz lo saco de su razonamiento cuando dio una orden. Por esas palabras se dio cuenta que ya habían llegado.
-Llévalo al sótano después hablaremos con él – ordeno y alguien lo sujeto de forma brusca.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué quieren de mí? – fueron sus preguntas, pero lo único que encontró fue unas carcajadas - ¡Ya déjenme ir, yo no tengo nada para ofrecerles! – grito perdiéndose en las escaleras detrás de la pista de murciélagos.
La tensión no se la podía ver porque es una sensación así que la olían cuando aterrizaron. Casie no parecía una persona normal, era más una pordiosera que nunca se bañaba revolcada en lodo.
- ¿Cuál es la noticia? – preguntó el rey tomándolos por sorpresa en medio de la estupefacción por Casie - ¿Tienen el libro?
Todos se miraron al mismo tiempo entrando en pánico por sus preguntas. El rey, Criptón ya sabía lo ocurrido también uno de sus guardias identifico una persona que no lleva sangre negra. Sentía ofensa por su atrevimiento de traer al amigo del enemigo, pero a quien apuntaba era a Casie.
-No... el libro... se perdió – titubeo bajando la mirada cohibida por su imponente figura y mirada.
- ¡Ohh, vaya! – piensa el rey con el dedo en su mentón – ¡DAME UNA SOLA EXCUSA POR LA QUE NO DEBERIA MATARTE, UNA SOLA!
Sus gritos daban miedo. Los demás dieron un brinco al escucharlo. Solo estaba meditando una forma de hacerla reconocer su error, aunque no haya sido su culpa.
El rey aventó su capa en el aire retirándose muy enojado. Ellos soltaron el aire que estaban reteniendo por el susto y tal vez, miedo. Cuando el rey imponía una misión tenía que ser perfecta y exitosa o de lo contrario, sus vidas correrían peligro. Con él nada era seguro ni su palabra valía.
Critonita seguía perdida en sus pensamientos. Su objetivo era averiguar algo con el rehén mientras su padre no interfiriera en el camino. Ella lo conocía mejor que nadie y suponía que ya se encontraba enterado de todo, incluso de Pluto.
Camino sin esperar a nadie, lo que menos le preocupaba eran ellos, pero si el joven del planeta. Su curiosidad no la podía ocultar.
Fue hasta su habitación, se dio un baño porque olía bastante mal y cambiar sus vestiduras para dar una buena impresión al prisionero. Pero al salir de su baño encontró una silueta conocida en la cama. Sonreía con maldad y sus ojos oscuros no dejaban de observarla.
- ¡Wow la princesa se puso hermosa para su preciado príncipe! – musito irónicamente alardeando con sus manos - ¿A quién vas a ver?
- ¡Vete al infierno, Raco! – exclamo vociferando yendo a abrir la puerta, pero él la retuvo - ¿Qué diablos pretendes?
-A tu amado Ander no le gustara saber que vas a consolar un prisionero llamado Pluto – ríe - ¡Siempre tan atenta, hermanita! – el sarcasmo como habla hace enojar a su hermana.
- ¡Y tú tan ignorante como siempre! – responde fríamente haciéndolo retroceder cuando avanza y él borra su sonrisa – Raco, te advierto que no te quedara ni un hueso sano si te metes conmigo ¿te quedo claro?
-Sí y no – al girarse para irse debe voltear porque la paciencia se le acaba - ¿Qué pasaría si, mi padre, descubriera que te ves a escondidas con ese idiota?
La amenaza no surte efecto, ya que conoce de memoria a su hermano. Si tiene que huir, lo hará sin remordimiento, pero no delatara. Por lo menos eso piensa ella.
-Eres tan cobarde, que nunca te atreverías a decírselo – sonríe de costado enarcando una de sus cejas – y también puedo contarle las cosas que has hecho con su esposa ¿Quieres?
Esas palabras lo dejaron mudo. Traga saliva porque la sequedad de la garganta le impiden pronunciar una letra. No esperaba una amenaza y, sobre todo, que ella supiera el mejor secreto de su vida.
Critonita sabía que si lo presionaba obtendría toda la verdad. Mientras la reina lo manipula a su antojo para llevarle la contraria a ella, su secreto pendía de un hilo si la provocaban.
- ¿Por qué te quedaste mudo? Dijo que algo que no es cierto – con la mirada en un punto fijo se desploma en la cama – Solo un concejo príncipe, Raco: esa mujer solo te utiliza, lo único que pretende es ponerte en mi contra y que pelemos como dos animales.
- ¡Tú, no sabes nada! – susurra con un hilo de voz.
-Bien, está en ti creer o no – le duele verlo tan perdido por una mujer que no traerá nada bueno a sus vidas - ¡Te cuidado con lo que te pide!
Es lo último que dice retirándose. Los pasillos que recorre son puros murmullos de sirvientes que conversan mientras trabajan. ¡Intentan trabajar! Quiero decir.
Agudiza su oído para escuchar con precisión, aunque no es nada.
-El rey quiere ejecutar al chico que tienen como prisionero – murmura una hibrido en tono de asombro a otra.
Critonita no cree que sea buena idea dejarlo ahí por mucho tiempo. Encontraría la forma de sacarlo sin que nadie sé de cuenta. Y ya sabía a quién pedir ayuda, Ander.
Necesitaba ganar tiempo para poner en marcha el plan. Con Raco no podía contar porque iría corriendo a contarle al rey y su amada traidora.
Vigilo la puerta del sótano por varios minutos esperando un mínimo descuido para entrar. No fue nada difícil, ya que cada veinte minutos cambiaban la guardia. Lo difícil fue romper el candado de seguridad.
El sótano tenía el espacio reducido. No cabía ni una cama si pretendías vivir allí dentro. Una vela que solamente iluminaba su cara, no había ventanas que te permitieran respirar y una sofocación que el chico estaba sudando tirado en el piso.