Rojo

Capítulo n°24: "Conexión: el lazo de sangre llama".

Mientras el dolor hacia estragos en su alma, ella no dejaba de pensar ¿Por qué? Si él solamente quería salvarla de aquel mundo tan cruel que la había condenado a vivir en la oscuridad.

Desde ese trágico día juro vengarse de su padre prometiéndose encontrar todas las esperas para obtener su libertad y matarlo con sus propias manos.

Con un cuchillo de Ander se cortó la palma de la mano para sellar esa promesa que jamás olvidara. Se puso de rodilla, la sangre surgía a borbotones, pero no dolía tanto como su ausencia. Tenía sed de venganza, sus ojos se volvieron demasiados oscuros y su corazón de piedra.

Pluto regreso demasiado tarde. Ya no encontró a su salvadora. Decidió planear su vuelva al colegio con ayuda del anciano que le dio refugio en medio del frío.

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Rojo sentía tanta impotencia. No le hallaba explicación a la repentina desaparición de su amigo, aunque sus sentimientos hace tiempo que cambiaron. Tenía miedo por él, perderlo le asustaba de una forma que nunca experimento.

- ¡Cálmate, Rojo! – pedía Horis – Pronto lo encontraremos.

-No puedo – con sus dedos arrancaba hebra por hebra de su cabellera, que estaba a punto de encenderse – Sino se van los quemare vivo – espeto perdiendo el control de su juicio.

-Pero... nosotros no te hicimos nada – murmura Horis perplejo ante la amenaza de su amiga – Te dejaremos sola para que pienses con claridad ¿sí?

-Gracias...

Sus palabras eran tan desgarradoras que ya no encontraba la manera de tranquilizarse. Ya pasaron días y él no aparece. Recorrieron cada centímetro del universo buscándolo, pero no hallaron rastro por ninguna parte.

La noche se abría paso, sin embargo, no aparentaba nada bueno. Los rayos iluminaron el cielo provocando escalofríos. La chica de fuego perdió su habilidad de presagiar lo que sucederá en el futuro cuando apenas era una niña.

Y su descontrol por los acontecimientos le devolvieron ese preciado don. Más de uno desearía tenerlo para explotar a su antojo.

Avanza por los corredores para darle más accesibilidad a su olfato. Algo se quemaba, pero los olores la confundían así que no podía dar con certeza donde era.

Los relámpagos iluminaban chocando entre sí. La tormenta amenazaba con ser la peor de todas. En el bosque se alzaban llamaradas producidas por la electricidad, Rojo presentía que no acabaría bien.

Los estudiantes se arremolinaron en los pasillos ansiosos por ver los rayos de colores. Son impresionantes, aunque a la vez temerosos. El peor de los estallidos retumbo en el lugar haciendo que esa cantidad considerable de ojos curiosos gritaran de miedo.

Rojo camino al centro del patio para observar. La energía negativa, cargada de un dolor que podía identificar como la perdida de alguien y la repentina cargazón de nubes negras tan profunda como el mismo color negro erizaron su piel.

Sentía una conexión inexplicable. Sentía compasión por esa alma destruida y miedo, por lo que estaba pasando. La tormenta no se detendría con facilidad, ella quería vengarse de alguna forma, pero la magnitud de su poder la cegaba.

- ¿Qué pasa? – cuestión Horis desde el corredor - ¿Por qué es tan aterradora la tormenta?

-No es una tormenta cualquiera – respondió Rojo mirando la luz que producían y la cual, podían quitarle la vista – Ella siente mucho dolor y lo está descargando a través de sus poderes. Su alma oscura vio por un breve momento la luz, pero cuando quiso abrazarla él murió.

- ¿De qué hablas? – intervino Sakí temblando de miedo. Ser temeroso era su mejor don.

-No entiendo, Rojo – la capacidad de Horis de comprender se reducía a un dulce - ¿Quién es ella?

-Critonita – contesto Polisuki – es la primera vez que hace conexión contigo – se acerca a la chica que empieza a atar cabos – su corazón está completamente roto. No puede ni sabe lidiar con tanto dolor por eso exterioriza su amargura en una terrible tormenta. Este es solo el comienzo.

Polisuki, es una mujer muy sabia. Conoce a fondo la historia de cada estudiante, nunca se le escapa nada. Sin embargo, sus sospechas se confirmaron al tener frente a sus ojos una demostración de hermanas.

Rojo entendía que se trataba de alguien cuyo dolor se asemeja al de ella, pero le cuesta darse cuenta del lazo que las une. Tampoco tardara mucho en enterarse.

-Es como si...

- ¿Una conexión? – su semblante confundido la miraba expectante. Conoce de sobra a su alumna y sabe que la descifrar la curiosidad es su mejor virtud – Dentro de unos minutos aumentara la actividad eléctrica y no podrás evitarlo unirte a ella.

- ¿Qué?

-Ya lo veras...

La intriga quedo en el aire. Polisuki obligo a entrar en el castillo a todos. Rojo seguía intacta en el mismo lugar, algo le impedía moverse. Las sensaciones empezaron a embargar su corazón.

Una punzada desgarro el suyo provocando un grito de dolor.

Crotonita mantenía sus ojos cerrados, gritaba tanto que no oía nada más que aguda voz. Sus manos producían electricidad como todo su cuerpo. El hielo se derretía con facilidad y su dolor era el eco en el espacio.

Cayo de rodillas sin respiración. Ella también podía notar esa conexión que la unía a una persona, sabía que podía matarla si continuaba con la tempestad. Muchos morirían, pero no le importaba.

Todo el universo sufriría lo mismo que ella. Nadie le dijo que amar duele. Nadie le explico lo que es sentirse atado a una persona que ya no está.

¿Dolía? Si más que su propia existencia. ¿Sufriría? Si hasta que no quede ningún río por secarse. ¿Mataría? Si, quería quitarse la suya para poder tenerlo entre sus brazos, pero eso significaría que ellos ganaran la batalla. No estaba dispuesta a renuncia tan fácilmente.

- ¡Anderrrrrrrrrrrrr! – grito retumbando en cada rincón de su triste universo. Que pronto conocerían el verdadero mal.

Rojo se desplomo en el suelo cuando Critonita dejo leer sus pensamientos. Sintió cada lágrima, escucho el crujir de su corazón roto y vio a través de sus ojos el mal que desatara porque le arrebataron lo único que quería en su vida.




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