Pasado.
Rojo y Critonita llevan el mismo collar a todos lados. Entre madre e hijas existe una fuerte conexión y no cualquiera puede romperla, sin embargo, la chica de pelo oscuro ha sido robada del castillo.
Han pasado exactamente cinco días. No hay rastro, Marte ya no la puede sentir y teme por su vida, la desesperación aumenta cada vez más. Sin obtener una respuesta favorable iniciaran una búsqueda, pero la rebelión del príncipe Mejías tiene a todos en dudas e incertidumbre.
--Es posible que sea una estrategia de Mejías para causar pánico en Loto. – hablo el consejero del rey. – Aunque no hay certezas de quien pudo ser el ladrón que se llevó a la niña.
--Por favor necesito encontrarla. Te lo suplico no dejes de buscarla. – suplicaba entre lágrimas la reina a su rey.
Marte sorbía su nariz repetidas veces. La sala del trono se encontraba sumida en un doloroso silencio por la desaparición de la niña, la reina lloraba todo el tiempo, Venus trataba de consolarla, pero ante semejante dificultad no lograba calmar a la mujer.
Últimamente lucia tan desarreglada, su llanto era de una persona enferma y hasta le costaba levantarse sabiendo que su hija alguien se la había robado.
--Interroga a todos en el castillo. – ordeno el rey al jefe del ejército. – Alguien debe haber visto algo, quiero al ladrón antes del anochecer.
--Como ordene, majestad.
Manny se retiró para organizar el interrogatorio. Antón lo acompañaba, ya habían agotado sus fuerzas de tanto recorrer kilómetros y kilómetros sin encontrar nada.
Ni rastro ni una mínima posibilidad de dar con el atrevido que se llevó a la hija del rey.
--Si me permite, majestad. Debo decirle algo importante. – entre tanto revuelo, Tulio, otro de sus concejeros se hizo oír.
--¿Qué es tan urgente aparte de mi hija?
--Nuco, rey. Ha desaparecido exactamente los mismos días que la princesa y no hemos sabido nada. Es sospechoso, quizás él tomo a la niña en venganza por su despido del ejercito ¿no lo cree?
--Nunca pensé que lo tomaría a mal. Su despido fue justificado, pero si tiene a mi niña seguramente pedirá una recompensa para devolverla.
--¡Por favor, por favor! – la reina se arrodillo sujetando su ropa frente a todos. – Dale lo que sea y trae de nuevo a mi hija, te lo ruego.
--Mi reina será como tú lo mandes.
Y agarrándola por sus brazos la hizo poner de pie, seco su rostro empañado de agua y trato de peinar su cabello, apagado igual que ella.
--Vayan por Manny. Iniciaremos por la casa de Nuco.
Venus abrazo a Marte para sostenerla mientras el rey se despedía con la promesa de traer a su hija.
Nuco, anteriormente había hecho contacto con Mejías. Se la entregaría si le daba el mando de su ejército. La guerra se retrasó por ese percance, aunque el príncipe tenía otros planes para él.
--Ya tiene un jefe al frente de tu ejército. Generas discordia si lo aceptas. – vociferaba Adén por verse afectado sus planes. – Todos ya dudan de ti así que no lo pongas más difícil o perderás antes de haber iniciado tu venganza.
Adén se puso su capucha y salió furioso de la cueva. Afuera el gélido aire congelaba hasta el alma bien caliente. Luna llego con la noticia de su nieta secuestrada, pero su hijo omitió decirle la verdad.
--Su hijo es un ser confuso. No tiene espíritu para estar en un trono.
--También lo sé, pero ya no nos podemos arrepentir. – aseguro la reina Luna.
--No me arrepiento. – suspiro cubriéndose más con su gorro. – Solo trato de hacerle ver lo contra producente que puede ser negociar con Nuco, perteneció al ejercito de Neptuno y quizás sea una trampa.
Miraban los muros congelados por el crudo invierno desde la altura. Lo único apreciable para los ojos es el blanco, todo se cubrió por el manto blanco de la nieve y el frío helaba sus huesos, hasta sus almas.
--Ojalá no cometa una locura.
Con eso la reina se volteó ingresando a la cueva, un poco más cálida que afuera por el calor de un enorme fogón.
--¿Qué harás con la niña? – interrogo sin vueltas.
Mejías veía el crispar de las llamas apoyando su cabeza en la pared de piedra y con el pie empujaba los troncos para aumentar el calor.
--No la matare. Por ahora.
--Sería una tragedia vengarte contra una niña. – irguiéndose busco sus ojos. – Si, todavía tengo algo de compasión.
--Te volviste débil estando con tu hijo, madre.
Su mirada desafiante intimidaría a cualquiera.
--Es mi hijo. También tú con la diferencia que conseguiste disuadirme para tenerme de tu lado, ahora ya es tarde para arrepentimientos.
--Si piensa de esa forma jamás debiste haber venido porque matare a tu hijo frente a tus ojos. – grito alto haciendo cerrar los ojos de su madre. – No habrá dioses en el universo que lo pueda salvar.
--Tu envidia hizo que Marte eligiera a Neptuno. – comento en un tono suave, pero Mejías reacciono de manera inesperada acorándola contra la pared y ahorcándola con su mano. – No puedes…tener todo… Ella vio el monstruo en que te convertirías por eso se enamoró de un corazón noble, bondadoso y tierno como el de tu hermano…
Apenas podía respirar. La soltó, cayo sentada y trataba de llevar aire a sus pulmones. Los orbes de Mejías resplandecían por el agua acumulada y apretaba fuertemente los dientes como si así exprimiera el veneno en su interior.
Luna luchaba para ponerse de pie mientras su hijo permanecía petrificado por lo sucedido. Su madre confirmaba lo que todos alguna vez le dijeron y se negaba a ver, ya no tenía dudas.