Rojo, Blanco y Negro: La Mujer del Vestido Blanco

II

La segunda carta.

Los Frick:

 

Descubrí hace poco que, para no alejar mi escasa cordura, tenía que escribir.

Cuando los oficiales me enviaron de vuelta a mi celda se suponía que debía hacerlo, pero no sobre mi vida, quizá ellos esperan más nombre o leer sobre mis crímenes y los de mi familia, pero he decidido tomarme ciertas libertades.

No me juzguen. No soy escritor, ese debió ser mi hermano Wolf.

Empezaré contando lo más obvio porque creo que en la anterior carta no escribí lo suficiente. Debes saber que no soy Hermann Fisher, ni el hombre del barco rojo, ni cualquier otro nombre que me pusieran a lo largo de mi vida,

Otra cosa importante que debes saber, odio el rojo, siempre lo odie, se lo dije a Matthew Andrews cuando le alquile su barco hace unos meses en Clasbond, pero desgracia mente no tenía para comprar más pintura, ni el señor Andrews aceptaba que cambiara el color.

Cabe mencionar que irónicamente mi vida por años solo tuvo ese color.

Empezando el día que nací, un veintiocho de enero de mil novecientos veinte, no muy lejos de la matanza que dejo la gran guerra y en una Alemania que prácticamente - en palabras de mi padre - había quedado en vergüenza.

Mi padre acababa de llegar luego de estar meses en combate y mi familia vivía con lo poco que le quedaba luego de la guerra.

"Que desgraciados deben ser Herr y Frau Frick."

Eso murmuraban los vecinos cada vez que veían a mis padres. Mi madre solo sujetaba fuertemente mi mano y pasaba delante de esas mujeres como si nada, mientras el rostro de mi padre se ponía rojo de la cólera.

Tengo que admitir que es poco lo que recuerdo, aparte de las miradas de lástima de algunos vecinos y el paso del ejército francés por nuestras calles.

A diferencia de las otras casas, la nuestra tenía paredes descascaradas, era pequeña y por dentro quedaban pocos muebles, así que la comida paso a ser más primordial que la comodidad.

A pesar de eso nuestro hogar se asemejaba a cualquier otro de la mayoría en Alemania, excepto quizás por las advertencias de mi padre, las cosas con el siempre fueron claras mientras crecíamos, o nuestra vida estaba llena de logros o estaba fuera de casa.

Ellos ya tenían dos hijos, Wolfang y Nina.

El primero era rubio, muy rubio, con los ojos azules parecidos al himmel, siempre desee ser como él. Por otra parte, mi hermana Nina, tenía preciosos y grandes ojos, como los de una golondrina. Lo que sufrieron los hombres de Berlín cuando Nina Frick se casó.

Y lo que sufrieron las mujeres al saber que todos los hermanos Frick ya estaban comprometidos. Siento que escribiendo cosas como esas sueno como Nikolaus.

Tres años después de mi llegada vino Nikolaus, más rubio y con los ojos aún más azules que el resto, siempre quise parecerme a él.

Y años más tarde llegaría Walter.

Aún recuerdo lo que pensé al verlo:

Ese bebe no sobrevivirá al invierno.

Era pequeño, esquelético y apenas y se escuchaba su llanto. Era un niño muy pálido. con el cabello descolorido. Había nacido enfermo.

Aun así, Walter me demostró que estaba equivocado y meses después cada vez que pasábamos junto a su cuna terminaba tirando de mi cabello, el de Nikolaus o el de Nina y estallaba en carcajadas, cosa que nunca hizo con Wolf.

Mi padre solía evitarlo, odia verlo a los ojos y casi nunca lo hacía. Los ojos de Walter no eran azules, si no marrones como el de las cortezas de los árboles, algo curioso para un niño alemán de la época.

Ahora sé el porqué, quizás eso hubiera servido cuando en casa años atrás se empezó a escuchar palabras como raza o nacionalismo diariamente. Recuerdo a Nikolaus preguntándome que era nacionalismo.

Me encogí de hombros y miré a Wolfang en busca de una respuesta, porque él siempre las tenía. Mi hermano cerro su libro y salió de la sala.

— Ese tonto de seguro que tampoco sabe. — añadió Nik con una burlesca sonrisa.

Poco después lo aprendí en las juventudes hitlerianas, cuando ya sabía al revés y al derecho el característico ¡Heil, mein Führer! Que me dejo con más preguntas que respuestas.

Desde ese momento, en casa y en Alemania se nos pedía tres cosas: orden, disciplina y lealtad absoluta al Führer.

...

Nota de la Autora:

Heyyy...

Soy yo de nuevo, y estoy algo cansada, pero feliz, estoy mejorando como escritora y cada vez puedo publicar con mas constancia, a quien sea que lea esto espero que disfrute leer tanto como yo disfruto escribiendo.

Aquí les dejo el significado de algunas palabras, que tengan un lindo día, besos.

. Her: Señor.

. Frau: Señora.

. Himmel: Cielo.

. Führer: Líder. 




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