Rojo, Blanco y Negro: La Mujer del Vestido Blanco

V

La quinta carta.

Die schönen Feiertage der Vergangenheit:

 

¿Podrías adivinar quien me visito hoy?

Quizás, no sea tan complicado para ti, porque si has prestado atención, sabrás que únicamente salgo para reunirme con los oficiales. Si bien aprovecho esos momentos para respirar algo que no sea el asfixiante aire de mi celda y no escuchar los gritos de Arnold – que son callados por el golpe de la porra del recién llegado, Deacon - y conseguir más papel, sé que eso no durara para siempre.

A diferencia de los otros prisioneros, soy afortunado, me permiten poder mandar cartas, especialmente a ella y sé que son pocos los que tienen esa dicha. Lo más probable es que pronto pierda mis privilegios, los oficiales ya no se ven convencidos cuando les digo que aun intento pensar en nombres para ellos, tarde o temprano se darán cuenta de que me aprovecho del papel que me dan.

De todos modos, pienso que hay cosas mucho más importantes que escribir solo nombres que en algún futuro la historia ni siquiera recordará, y que nadie aparte de mí y esos hombres sabrá.

Por ejemplo, hoy logre ver un calendario, y lo primero que note fue sorpresivamente aún faltan unos cuantos meses para navidad.

Aún recuerdo mi última navidad, fue en Clasbond, pero te aseguro que tuve muchas mejores.

Como esa navidad del 36, por esos días de diciembre todavía jugaba con Nikolaus a pelear como caballeros, usábamos las ramas que encontrábamos cerca a nuestro jardín y que madre nunca permitió que pasemos del porche, alejados en ese entonces del caótico y destructivo mundo de la guerra.

Y en pocos días tuvimos que dejar las ramas para encerrarnos en el salón con el empolvado tocadiscos de padre.

¿En qué momento el niño que se quejaba cada que se partía su "espada" empezó a querer aprender a bailar?

Ah claro, desde que conoció a Gisele, una chica que vivía cerca a nuestra antigua casa.

Por esos días y a vísperas de su "importantísima" fiesta de navidad todos fuimos sus maestros de baile. Principalmente Nina, ya que Wolf, Walter y yo solo estábamos ahí para burlarnos de él.

No fui cruel, te aseguro que yo intente enseñarle, pero en cada paso el no dejaba de pisarme, lo cual me hizo rendirme al instante.

— Oh vamos, ustedes dos tienen pies izquierdos, eso es lo que sucede. - se quejó Nikolaus, con los brazos cruzados sobre su pecho.

 ¿Nosotros?  pregunte con indignación.  Ja ¿Por qué crees que ninguno quiere enseñarte a bailar?

— Por miedo, soy mejor que ustedes en todo, y ahora en el baile me ven como una amenaza.

No evite estallar en carcajadas.

— Creo que deberías dedicarte a escribir libros de fantasía.

 Que idiota.  murmuro Nina mirándome con desaprobación.

— Ven Nina, tu baila conmigo.

Mi hermana tardo un poco, pero finalmente cedió ante la insistencia de Nik.

La aguja cayó sobre el disco, y una de las canciones clásicas favoritas de la época sonaba en todo el salón. Empezando así a bailar Nina y Nik.

— Lo vez Walter, estos dos temen que toda la atención sea para mí. — añadió Nik, en medio de una vuelta.

 Aquí la única que le teme es Nina.  le solté entre risitas a Wolf, quien respondió con una sonrisilla de lado

 Nik debería empezar a usar ese encanto, del que tanto nos habla y que aún no vemos.  comento, y compartimos más risitas cómplices.

A su vez, Nina y Nikolaus seguían en medio de giros toscos, pisotones con quejas de Nina y murmureos de él diciendo que ella no seguía su ritmo. En medio de una vuelta mis hermanos tropezaron, ambos cayeron, e inmediatamente Nina salió furiosa, sentenciando que en lo que le quedaba de vida jamás volvería a bailar con Nik.

No saben cuánto me reí en ese entonces, si hubiera sabido que sucedería más adelante, jamás lo hubiera hecho.

Al año siguiente, la navidad del 37 fue... extraña. Los primeros días de diciembre las visitas de un tal Alfons Müller a mi hermana se volvieron constantes. Padre solía decir que pronto seria momento de que Nina se casara, e intuí que las visitas de Alfons no eran una casualidad.

Por ese entonces Wolf aun no volvía a casa, y el papel de hermano mayor que debía tomar me fue arrebatado por Nikolaus.

Por supuesto que me importaba saber con quién se casaría mi hermana, pero veía tan escasas las posibilidades de Müller con mi ella que nunca lo tome en cuenta. Por parte de Nikolaus, sé que Alfons nunca le cayó bien, decía que era muy alabancioso con Nina y con padre, "Un Saukerl que solo quiere caerle bien a todos", solía decir el.

Pero yo sé cuándo empezó a odiarlo de verdad, sin filtros, como siempre, Nik no desaprovecho los momentos a solas para preguntarle a Alfons, lo que quería verdaderamente con nuestra hermana. Müller solo se rio diciendo que no habla esos temas con "niños", un error, porque desde ese momento se volvió el blanco de cualquier broma pensada por la malvada cabecita de mi hermano, quería sacarlo de nuestras vidas lo más pronto posible.

A pesar de cada broma ese hombre siempre terminaba volviendo a casa, como una plaga de la que nunca pudimos deshacernos. Lo único bueno que puedo rescatar de Müller es que nunca se quejó con padre o Nina, lo cual causaba más rabia en Nik, era desesperante ver que ese hombre no se rendiría.

Aun así, las visitas de Müller no fueron lo único fuera de lugar, sucedió algo aún más extraño.




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