Rojo & Negro

3 - Sensualidad


    Al día siguiente me levanté temprano en la mañana y preparé comida para Hailee, mamá y para mí. Tomando en cuenta que era fin de semana, mi hermana cambiaría de lugar con mi madre para que pudiésemos "descansar".

Luego de prepararle la comida que se llevaría y despedirla, corrí a colocarme el uniforme de la cafetería. Las jornadas que me tocaban estos días eran realmente sencillas y cortas porque cumplíamos medio tiempo y luego cada uno regresaba a casa.

Aunque eso estaba lejos de mis planes, ya que había organizado mi día para que al salir, pudiese ir a la academia de baile a la que asistía en mis horas libres y ya que quedaba a unas calles de mi trabajo, realmente no me era problema dirigirme hasta allá al salir.

    Luego de meter una muda de ropa que consistía en un short deportivo y una camiseta, voltee hacia el espejo de mi habitación para arreglarme rápidamente mi cabello, siempre que mi madre me veía, mencionaba que veía en mí a mi padre, porque donde ella era todo cabello rojizo y ojos claros yo era cabello oscuro casi negro y ojos marrones, como él.

     En ocasiones cuando me quedaba viendo fijamente mi reflejo, lograba ver lo mismo que ella veía en mí. Finalmente ignorando mis pensamientos, recogí mi cabello en una coleta alta que lo mantenía lejos de mi rostro para luego tomar mis cosas y salir hasta la parada del autobús que me llevaría nuevamente hasta la cafetería.

...

    En la tarde después de haber atendido un sinfín de mesas y clientes, terminé mi turno. Fui hasta la parte de atrás dónde guardábamos nuestros bolsos y pasé despidiéndome de cada uno de mis compañeros, caminé hasta la salida donde saqué mis audífonos y mi ipod para escuchar música mientras caminaba a la academia. No era gran distancia, unas 6 o 7 cuadras que realmente disfrutaba recorrer cuando salía de mi jornada.

    Al llegar al lugar, divisé en la entrada a un grupo de baile que esperaban para entrar. Cuando vi la cara de mi compañero preferido, no dudé en gritar con alegría:

-¡AXEL, TERRÓN DE AZÚCAR MORENA! – a lo que él volteó con sorpresa reflejada en su rostro  mientras yo salía corriendo a su encuentro y lo rodeaba con brazos y piernas.

- Pastelito de azúcar, como te extrañé – dijo abrazándome con una sonrisa – ¡me abandonaste durante semanas! Tuve que buscarme otro cuerpecito escuálido para que fuese mi compañera de aventuras...

- ¡Estúpido! – pronuncié mientras le lanzaba una palmada en uno de sus brazos.

- ¡Auch! Es mentira. Dioses que delicada te has vuelto – confesó poniendo los ojos en blanco – lo que si no pudimos continuar fue con la coreografía ya que como es obvio, tú eras la coreógrafa, así que continuamos entrenando en el tubo – dijo a la vez que se encogía de hombros.

Pocos en mi familia (sólo Hailee) sabían que yo había pasado de ser bailarina a coreógrafa en la academia donde asistía gran parte de mis fines de semana. Instruía a muchos de mis compañeros para escoger un estilo en específico, en el que más resaltaran y dominaran cuando realizábamos nuestros ensayos y coreografías. Axel era uno de los instructores, así como yo, comenzó siendo solo un bailarín más.

     Mi amigo es un moreno de tamaño promedio, mucho más alto que yo con mis 1.65 cm de estatura, de ojos claros que oscilaban entre un amarillo y un color miel que aún después de conocerlo durante años, no me era fácil identificar.

Suele vestir de forma cómoda cuando estamos en las instalaciones, su look habitual está constituido por monos de tela suave y oscura, camisetas que dejen sus brazos tatuados a la vista y su cabello, que siempre esta entretejido en trenzas, suelto. De manera que cuando realiza los pasos se mueve de un lado a otro, lo que es una buena forma de llamar la atención cada vez que nos presentamos.

     Todo esto, la gente, las instalaciones, el ambiente; era el primer y único lugar dónde realmente nos sentíamos como si estuviéramos no por obligación, si no por pasión, amor a lo que hacemos, amor a la música y a los movimientos que pueden realizar nuestros cuerpos. Pero como todo en esta vida, tendría que abandonarlo si pretendía tener un futuro o siquiera aspiraba regresar algún día al lugar que llamaba mi hogar.

-No importa, Axel. Tendrás tú que continuar con la coreografía.

-¿De qué estás hablando, pastelito? – preguntó con confusión – es tu coreografía, tú debes culminarla.

-Eso quisiera. Pero, este es el último día que vendré a los ensayos.

-No entiendo. ¿Qué está pasando?

-Tengo que viajar. Aun no estoy segura hacia donde me dirigiré. Pero... necesito un nuevo trabajo. Las cosas en casa, no están bien.

-Cristo... no tenía idea que todo fuera tan mal. ¿Puedo ayudarte en algo?

-No lo creo... a menos que conozcas a alguien que pueda darme un trabajo donde gane más que un par de dólares la hora, realmente no hay mucho que puedas hacer.

-Bueno... en realidad no. Lo siento. – dijo con pesar.

-No te preocupes... así son las cosas.

-¿Has pensado hacia dónde quieres ir? – cuestionó lleno de curiosidad.

-Bueno... estaba pensando en las Vegas. Intentar en los hoteles y casinos.

-Esa es una opción absolutamente arriesgada. Definitivamente está muy lejos de ser una buena idea.

-No he tenido tiempo para pensar con detenimiento qué quiero hacer en realidad...algo se me ocurrirá - dije encogiéndome de hombros.

-Pensaré en algo a ver que se me ocurre, pastelito. No tomes decisiones precipitadas, mientras entremos que ya es nuestra hora – dijo mientras nos dirigíamos la escalinata del edificio donde ensayábamos. Era una construcción sencilla de 3 pisos con ventanales amplios que permitían que entrara suficiente ventilación para no sofocarnos mientras se realizaban los ensayos. Todas las paredes estaban cubiertas por pequeños ladrillos de color humo alineados, hasta llegar a la puerta principal de vidrios oscuros.




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