- ¿por qué tardaste tanto en responder? - fue el saludo de Hailee en cuanto tomé la llamada entrante.
- Estoy en el trabajo, Hai – dije mientras le hacía señas a Megan para tomarme un descanso.
- Hace semanas que no llamas, Savanah. Mamá se empieza a preocupar – me reprochó.
- Lo lamento, hermanita. Solo han pasado un par de semanas y estoy aun adaptándome – me disculpé mientras caminaba hasta el jardín trasero del hotel –algunos días son más tranquilos que otros, pero esta última semana he estado hasta muy tarde en el hotel trabajando. Hace poco hubo un evento de una reconocida empresa que nos tuvo corriendo de un lado a otro.
- Entiendo, Sav. Pero nos tenías muy preocupadas - dijo soltando un audible suspiro - De todas maneras no te llamé para reprocharte nada, estoy consciente de que cada una tiene sus responsabilidades. Aun así quería avisarte que el banco nos envió una notificación. La primera hipoteca ya está saldada. Retiraron el aviso de embargo.
- ¿En serio? ¡Esas son las mejores noticias que puedes darme, Hai! – le dije casi al borde de la euforia deteniéndome en un lugar apartado cerca de la piscina - ¿Cómo han estado tratando a papá en la clínica?
- Aún siguen con el tratamiento. Ayer le retiraron los sedantes para ver cómo reacciona. Esta mañana fui a visitarlo pero aun no despertaba.
- ¿Y mamá? Hace días me mencionaste que estaba yendo al psicólogo - pregunté recordando que después de una crisis de pánico mamá había decidido buscar ayuda profesional, según las palabras de Hai ya se sentía sobrepasada por la situación de nuestro padre.
- Sí. No estoy segura de cómo le está yendo; solo sé que el doctor le recomendó ir a un grupo de apoyo en el centro. Allí se reúnen familiares de personas víctimas del cáncer, o que han perdido a personas importantes en sus vidas.
- Me parece bien. Así ella tiene un ambiente diferente alejado de la clínica – mencioné mientras veía a los huéspedes entrar y salir. El jardín disponía de mesas al aire libre desde donde los huéspedes solicitaban servicio de comidas o bebidas. Algunos otros, simplemente bajaban al área para leer un libro o un periódico. La zona era tan tranquila que podías perder horas sin notarlo.
- ¿Cómo te ha ido allí? ¿Te tratan bien? – preguntó con notoria curiosidad.
- Realmente no tengo nada malo que decir sobre este trabajo, Hai. Los clientes son muy amables y cordiales. Mis compañeros son muy divertidos y trabajadores.
- ¿Qué me dices de tus jefes? El buenorro que dijiste que te estaría supervisando.
- Cristo... no lo llames así. Es raro – mencioné con deje incómodo.
- ¿Qué? ¡Si tú misma lo dijiste!
- Es cierto... - acepté – ellos realmente son una obra de arte andante. Quisiera yo mejorar la raza con un hombre como ellos. El Señor Demian me dio personalmente la inducción, luego de eso no se le ve muy seguido en las instalaciones, nuestro trato no es nada fuera de lo políticamente correcto.
- Correcto sería que lo besuquearas en una de las habitaciones del hotel.- susurró muy bajo casi evitando que escuchara su comentario.
- ¡Escuché eso Hailee! Infiernos, no puedo hablar contigo sin que estés buscando meterme en los pantalones de alguno de mis jefes.
- ¿En los pantalones de quién? – escuché que repetían a mis espaldas, haciéndome saltar y soltar mi celular en el proceso. Lo levanté rápidamente del suelo y me despedí brevemente de Hailee, prometiendo llamarla pronto. En cuanto me di vuelta el alma se me fue a los pies, dándome un breve sentimiento de caída en la base del estómago.
- Lo siento mucho, Señor. - me disculpé sonrojada, sentía que la base de mi cuello y todo mi rostro estaba en llamas. Que verguenza, mataré a Hailee.
- Demian... - corrigió - te he dicho que me llames Demian – mencionó viéndome expectante casi esperando una reacción de mi parte – Entonces... ¿En los pantalones de quién ha intentado meterse, señorita?
- Lamento que haya escuchado eso - dije revolviéndome en mi posición con obvia incomodidad - Mi hermana es un poco, muy bromista. Y generalmente yo soy el objetivo de sus bromas.
- No creo que esa sea una respuesta a la cuestión, Savanah. Déjeme le reformulo la pregunta – advirtió enfatizando su acento y alzando una de sus cejas pobladas - ¿En los pantalones de quién desea meterse? – Mierda en qué aprieto me metí. Justo cuando iba a responderle, vi que una de las chicas que trabajaba conmigo, Johana. Venía corriendo hacia donde yo me encontraba.
- Disculpe Señor Demian, uno de los proveedores de vinos y champañas está preguntando por usted en la recepción, al parecer llegó un cargamento nuevo que requiere su firma para que pueda ser trasladado a la bodega.