Me levanté sobresaltado buscando de forma desesperada mi celular. Tarde me di cuenta que faltaban horas para que sonara mi molesto despertador, no sospechaba de la razón por la que me hubiese despertado antes de lo habitual, pero estaba seguro de que no podría regresar a dormir.
Con un suspiro cansado decidí levantarme y hacer mi rutina diaria en el baño. Cuando estuve lo suficientemente avispado, salí a prepararme un batido energético. Mi apartamento no era un área muy amplia de la cual presumir, pero tenía todas las comodidades que un soltero pudiese desear. Mamá se había encargado de decorarlo a mi gusto ya que no contaba con el tiempo o la disponibilidad de decorarlo por mi cuenta.
Este contaba con un baño, una habitación y la sala, esta última dividida por una encimera para dar paso a la cocina. Para mí era más que suficiente, permitía que la limpieza fuese rápida y que no tuviese que preocuparme por llenar los espacios vacíos. A un lado de la sala había dispuesto una caminadora frente al amplio ventanal que cubría la pared del fondo. A estas horas, aun se veía el cielo en tonos oscuros y muy pocas luces encendidas provenientes de los edificios cercanos.
Aun cuando estaba acostumbrado a cortos periodos de sueño, en este día me sentía muy ansioso y cansado. Una vez batí una mezcla entre polvo de proteínas y frutas picadas, me dispuse a programar la caminadora, de esta manera podría despejar el raro nerviosismo que sentía bajo la piel. Conecté mi celular a los altavoces de la sala y comencé a correr. Justo ahora lo que me enfocaba era sincronizar mis pasos con el latido apresurado de mi corazón.
***
Cuando se hizo hora de dirigirme al hotel me sentía aun más agotado, estuve durante horas corriendo, deteniéndome y volviendo a comenzar hasta que se hizo tiempo de bañarme y meterme en uno de los trajes que usaba para trabajar. Este fin de semana, tendría que pedir relevo en el hotel a alguno de mis hermanos para poder descansar más que unas pocas horas.
Tomé mis llaves y me aseguré que todo estaba cerrado antes de dirigirme al piso del estacionamiento y encender mi automóvil. Lo que era un lujo, tomando en cuenta que mi apartamento estaba ubicado en Faubourg Lafayette, a unos pocos minutos de nuestro hotel.
Mientras manejaba iba sopesando la promesa que le había hecho a Derek. Por lo general no era de pedir disculpas y mucho menos de resarcir a las personas. Ya que evitaba a sobremanera ser grosero o irrespetuoso. Pero en este caso, había cometido un error que no dejaba de carcomerme la consciencia.
Creo que tenía que ver con el hecho de que desde muy pequeños, a mis hermanos y a mí nos habían inculcado valores. Nuestros padres, aun cuando los considerábamos jóvenes, eran personas que se regían por viejas costumbres. Para ellos, las relaciones personales o profesionales se forjaban a través de la confianza y la humildad; el trato era un pilar importante para que una persona pudiese confiar en ti, ya que si eres irrespetuoso hay muy poca probabilidad de que cualquier persona, quiera involucrarse contigo.
En este caso, mi hermano había tenido mucha razón en lanzarme un puñetazo, para él había ofendido de forma injustificada a Savanah y no se alejaba de la verdad, pero lo que él desconocía era el hecho de que esa chica me ponía de los nervios. Me sentía como un jodido adolescente. De alguna forma quería llamar su atención, al parecer en mi mente no quedaba claro que ella era una trabajadora de nuestro hotel y yo era su jefe, debíamos mantener las formas. Estaba un poco confundido con las cosas que sentía cuando ella estaba a mí alrededor. Lo que es irónico ya que trabajábamos en el mismo lugar, así que era inevitable encontrarnos a cualquier hora del día.
Llegué mucho más temprano de lo acostumbrado y luego de dejar mi carro en el parking de empleados entré a las instalaciones, por la hora aún no habían realizado el cambio de turno. Así que decidí pasar de largo y evitar encontrarme con cualquiera que quisiera charlar.
Mi oficina, estaba ubicada en un lugar bastante retirado de la oficina principal donde habíamos entrevistado a Savanah. Esta estaba dispuesta en la segunda planta, contaba con una secretaria-asistente justo en la puerta de entrada y era mucho más reducida que la anterior.
Cuando me acerqué, le di un breve saludo a mi secretaria Melinda y le indiqué que me siguiera con los papeles que requerían ser revisados para el día de hoy, una vez me indicó la agenda de reuniones del día, dio paso a indicarme los documentos que había dispuesto en el escritorio.
Mi escritorio estaba posicionado de espaldas a un gran ventanal con pesadas cortinas color ceniza, frente a este había una pequeña mesa de café y cuatro sillones del mismo color de las cortinas, a un lado había una gran biblioteca donde guardaba los registros del hotel y alguna que otra cosa importante que necesitara mi atención
En cuanto Melinda terminó de darme un resumen de los correos que había recibido, le solicité que no fuera molestado a menos que fuese una estricta emergencia y que me avisara en cuanto llegaran los organizadores. Durante la próxima semana se celebrará una convención de neurocirujanos y los directores de la organización vendrán a entregar la distribución del salón de fiestas.
Melinda salió cerrando la puerta tras de sí mientras yo daba un suspiro resignado, al parecer pasaría el día dando suspiros. Me senté en la silla y por un momento me giré y visualicé las áreas de la ciudad que se vislumbraban por el ventanal. Me di por vencido cuando no pude tranquilizarme del todo y me puse a trabajar. Hice una revisión rápida de las carpetas que tenía esparcidas por el área y escogí la que necesitaba ser revisada con más urgencia.
Tiempo después, sentí como las sienes me latían dando paso a una inevitable migraña. Me quité la chaqueta y arremangué mi camisa mientras rebuscaba entre las gavetas mis audífonos y unas pastillas. Por lo general, tenía que aislar mi mente por unos largos minutos para poder serenarla y alejar de cierta forma la sensación de que están martillando los lados de mi cabeza. Me ubiqué de manera que mi cabeza quedó apoyada en mis brazos encima de la pila de papeles y me dediqué a respirar profundamente concentrándome en las suaves notas de lo que sea que se estuviese reproduciendo en mi celular.