El resto de los días habían transcurrido con mucha rapidez. En la recepción del hotel se veía continuo movimiento motivado a la convención que se llevaría a cabo la semana entrante. Yo repartía mi tiempo entre cumplir con mi trabajo, preocuparme por mi familia en Michigan y darme un respiro practicando en la academia de danza. En esto último, Megan me acompañaba gustosa en cada ocasión. De alguna forma lograba quitarnos el estrés del día, lo que hacía que quisiésemos volver una y otra vez durante la semana.
En cuanto a los hermanos Holst, no se les había visto con mucha frecuencia, lo que era un alivio. Estaba reacia a aceptar el hecho de que había estado evitando con todas mis fuerzas encontrarme con Demian. ¿A quién en el infierno se le ocurre invitar a salir a su empleada? Aunque, bien sabía que no era una cita o algo por el estilo, era más como una forma de disculparse por su actitud imbécil, aun así tenía la creciente sensación de que, lo más correcto era evitar que eso se llevara a cabo. Aun así no podía evitar tener curiosidad.
Mis compañeras y yo estábamos revisando los registros de los últimos huéspedes para hacerles llegar los regalos, en nombre del hotel, que contienen en su gran mayoría productos de limpieza personal. En la parte inferior de la barra de recepción, disponíamos de un espacio en el que se guardaban pequeñas cajas de cada producto y algunas golosinas, de manera que nosotras pudiésemos preparar los paquetes para cada habitación y luego hacérselos llegar con alguno de los botones.
Ya era hora de nuestro descanso para almorzar cuando logramos tener todos los paquetes listos, tomando en cuenta que éramos seis mujeres en la recepción, los descansos se realizaban en dos grupos para no dejar el área sin personal. El hotel disponía un área de bufet para que el personal almorzara, así como largas mesas dispuestas en un salón apartado donde los empleados aprovechaban para descansar en el tiempo libre mientras conversaban unos con otros. Por lo general, Megan y yo salíamos juntas a almorzar con la compañía de Bárbara, otra de nuestras compañeras. Pero hoy había intercambiado lugares con Susan.
- Axel me llamó temprano – mencionó Megan mientras trasladaba su comida hasta la mesa donde nos sentaríamos – Me dijo que tiene pensado venir dentro de dos semanas.
- ¡Mentira!
- Parecía muy serio al respecto – aseguró – dijo que había estado organizando sus días de vacaciones en el trabajo. Que por eso no había estado seguro cuando podía venir.
- Esas son excelentes noticias – dije encantada, el hecho que Axel viniera unos días era casi un respiro entre tanto agite – tenemos que planificar una salida para cuando el venga. Irnos a bailar a algunos de los bares que conoces o podríamos ir a alguno de los parques de diversiones que vi de camino aquí, cuando veníamos del aeropuerto.
- Están un poco retirados, pero me parece un buen plan – continuamos hablando de lo que pudiésemos hacer cuando Axel llegara mientras comíamos esperando el fin de nuestro descanso. Cuando estábamos por levantarnos, Bárbara entró agitada a la sala buscándonos con la mirada hasta que dio con nosotras.
- Menos mal las encuentro – se veía casi aliviada de no tener que buscarnos durante mucho más tiempo.
- Estuvimos aquí durante todo el descanso ¿qué está pasando? – preguntó Megan curiosa.
- Uno de los señores Holst solicitó que se acercaran a su oficina, en cuanto terminaran de comer.
- ¿Nosotras dos? – cuestioné aún más confundida - ¿hicimos algo malo?
- No dijo nada más que eso. Así que, aprovechen de ir mientras aún están en su tiempo.
Megan y yo nos levantamos a dejar nuestras bandejas, para luego ir a paso apresurado hasta la oficina de administración. En cuanto salimos del ascensor de forma silenciosa, Melinda la secretaria de Demian, nos recibió con una sonrisa un tanto estresada.
- ¡Chicas! El señor Holst ha estado esperando por ustedes…
- Acaban de informarnos. Estábamos en nuestra hora de descanso. ¿Para qué somos buenas, Melinda? – se adelantó Megan un tanto ansiosa.
- Todo lo que necesiten saber se lo indicarán en su momento. Pasen a su oficina.
Megan volteó a verme reflejando la misma confusión que sentía. Con un encogimiento de hombros siguió las indicaciones de Melinda y se acercó hasta la entrada de la oficina donde se quedó congelada por un par de segundos.
- Buenas tardes, señor Holst – saludó mi compañera a nuestro jefe que estaba de espaldas en su silla de oficina.
- Megan y Savanah siempre es un placer verlas nuevamente. – ¿Dominic? Dominic miraba con una sonrisa de suficiencia a una Megan completamente congelada en la puerta, parecía más bien que el saludo de nuestro jefe era en específico dirigido a mi amiga, lo miré aun en shock e inmediatamente vi a Megan de regreso – pasen y siéntense por favor.
Con un pestañeo rápido, Megan salió de su desconcierto inicial y avanzó hasta posicionarse en uno de los sofás frente al escritorio. Dominic, se levantó para saludarnos con un apretón de manos mientras se mantenía mirando con especial atención a Megan, lo que me dio tiempo para detallarlo abiertamente.