SAVANAH
Miré ida y vuelta, de Demian a Derek con toda la furia que sentía dentro de mi cuerpo. ¡Era un imbécil ricachón! El hecho de que sus cuentas de banco poseían más de cuatro cifras, no le daba derecho de despreciarnos o desprestigiarnos sin razón alguna. Era ridícula la idea con la que él convivía, de que todas las personas que los rodean son caza fortunas, especialmente nosotras. Estaba segura de que en ningún momento hemos dado señales erróneas de que tengamos intenciones de acercarnos a ellos para apoderarnos de su dinero. ¡Ni siquiera me agradaba!
Aunque claro con Derek era un tema aparte. De cierta forma el hermano del medio era el único que podía considerar abiertamente agradable. Aun cuando yo era una completa desconocida para él, no había dudado en entablar, en más de una ocasión, conversación conmigo y con Megan. Por otro lado, Dominic… era simplemente cordial hasta el punto de la extrema formalidad en mi caso, con Megan… no sabía ni que pensar sobre la situación sin cerrar entre ellos.
Pero me estaba desviando del tema. El punto aquí, era que quería ahorcar el cuello de niño ricachón y extremo desconfiado de Demian y darle de comer a las gaviotas del puerto, con lo restante.
- Savanah, cariño… - comenzó Derek al borde de un titubeo nervioso – entiendo el hecho de que quieres matar a mi hermano. Estoy dispuesto a ayudarte con el cuerpo y todo eso. Pero… Deberíamos seguir hablando sobre esto en un lugar más privado. Porque justo aquí estamos haciendo una escena.
Tomé una respiración profunda y me tomé el tiempo de mirar al alrededor. Noté que varios visitantes nos miraban con especial atención, casi esperando que sucediera algo más allá de una discusión entre los dueños.
- Indique el camino Señor Holst – demandé viendo fijamente a Demian que mostraba un seño marcado, antes de girarme y darle una mirada a Megan que nos observaba desde la recepción.
- Nosotros estábamos yendo fuera por un café.
- Vamos a tu oficina, Demian Holst. Estoy segura que desde la cocina pueden subirte un maldito café – escupí con ira dudosamente contenida para luego dirigirme a los ascensores.
***
Entramos al espacio donde dirigía la administración, escuché como le indicaba a su secretaria que no le pasara llamadas antes de cerrar con un portazo. Derek, se sentó en uno de los muebles con una mueca que rozaba la diversión y el asombro, mientras yo me quedé de pie en medio de la oficina. Era obvio que el hermano de en medio, se estaba preparando para ver la discusión que se produciría entre Demian y yo. El protagonista de mi creciente odio, se apoyó en la puerta de la oficina mirando en mi dirección como si esperara una reacción de mi parte.
- Eres un imbécil arrogante ¿lo sabes? – mencioné como si sintiera repugnancia por su persona- estoy cansándome de decírtelo. Cuando pienso siquiera que puedes llegar a ser una persona amable, haces o dices algo que me hace cambiar de opinión casi de forma inmediata.
- Savanah, yo…
- No quiero escucharte, Demian Holst. Estoy harta de escucharte – solté indiferente – Porque cada vez que abres tu asquerosa boca, es para ofenderme o para expresarte de forma irrespetuosa sobre mi persona y en este caso, de tus empleados. Tu ego infinito no te deja ver más allá de tu ser pomposo y presuntuoso, debes bajarte del pedestal que construiste a tu alrededor y aceptar la realidad. En este mundo, no eres más que nadie solo por el hecho de haber nacido en una familia adinerada y con miles de propiedades. Cuando estés a miles de metros bajo tierra, no te vas a llevar nada material, más allá de la ropa que llevas puesta en esa ocasión.
- Ella tiene razón. – apuntó Derek cruzando los brazos a la altura del pecho.
- Eso lo sé perfectamente, no soy tan inconsciente – mencionó con severidad mientras daba unos pasos en mi dirección.
- Déjame ponerlo en duda. Tu demostración de soberbia me indica todo lo contrario… - me apreté el puente de la nariz sintiendo el dolor de cabeza que comenzaba a atormentarme – Te diré algo, todo esta conversación realmente no tiene importancia. Todo este disgusto es una pérdida de tiempo ¿sabes por qué? Porque al final del día, yo seguiré siendo tu empleada y tú mi maniático jefe.
>> Pero te diré algo, si crees y tienes la convicción de que nosotras somos unas caza fortunas capaces manipularlos para robar, te invito a que nos despidas. Tienes todo el poder de hacerlo, realmente no habrá rencor por mi parte y estoy segura que de parte de Megan, tampoco.
- NO, vamos a despedirlas ¿Estás loca mujer? No han hecho nada malo – proclamó Demian alarmado mirando a Derek que compartía la misma expresión. Era extraña la inmensa contrariedad que me causaba. Por un lado lo escuchaba enumerando todas nuestras malas intenciones y por otro se veía alarmado con la idea de que nos despidieran. Era ridículo si lo pensaba bien podía asegurar que no le agradábamos así que ¿cuál era la intención de continuar con esto? Y ahora que lo pensaba, Megan no estará contenta por habernos casi “auto-despedido”
- Que así sea entonces. No vine desde Michigan a trabajar para que me despidieran con la llegada del primer inconveniente – comenté con irritación - Si no hay problema voy a retirarme y volver a mi puesto. Que tengan buenas tardes.