El fin de semana me había levantado más temprano de lo habitual. Había hablado con mi hermana y mi madre que habían pasado la noche juntas en la clínica con papá. Hailee se veía excesivamente cansada dividiendo su tiempo entre la universidad, el trabajo en la cafetería y suplir a mi madre en el centro de salud. En vista de que me había quedado dinero restante de mi pago mensual y había logrado comprar la comida que necesitaba por estos días, decidí enviarle dinero para que comprara vitaminas para ambas. Me preocupaba que decayera su salud y se complicara aún más nuestra situación.
Me había negado rotundamente a hablarles de las discusiones que había tenido en el trabajo. Suficientes preocupaciones tenían en casa para yo agregar alguna otra a la pila de cosas por resolver urgentemente. Megan había pasado el resto de la tarde anterior viéndome con preocupación mientras caminábamos a casa luego de entrenar. Le había confesado que, lo que Demian había dicho sobre nosotras, me lo había tomado muy personal y que no me sentía bien con el hecho de que pensaran que estábamos dispuestas a manipularlos para sacarles dinero. Creo que es una situación en la que cualquiera se sentiría totalmente incómoda.
Me rendí de esperar que Megan se levantara. Caminé a mi habitación y cambié mi pijama por un conjunto deportivo. Recogí mi cabello en una cola alta y conecté mis audífonos saliendo de casa para comenzar a correr.
Me concentré en mis pasos, el latir rítmico y acelerado de mi corazón mientras recorría una, dos y tres veces la manzana. La ropa se me pegaba incómodamente al cuerpo y sentía crecer la sensación que me hacía anhelar un trago de agua. Cuando estuve a unas cuadras de la calle donde estaba situada la academia de baile, me detuve y continué caminando tomando profundas respiraciones.
Entré en las instalaciones y saludé a la coordinadora con una seña. Tomando en cuenta lo temprano que había venido, no me sorprendía que las salas aún estuvieran desiertas. Uno que otro instructor se paseaba por los pasillos o charlaban, en una salita dispuesta como cafetería, en el extremo más alejado del lugar.
Ignoré las conversaciones e ingresé a la solitaria sala de ensayos. Acomodé las pocas cosas que había traído en mis bolsillos junto a mis zapatos en una esquina apartada y escogí el tubo más cercano para comenzar a estirar mis brazos y piernas. Mientras estiraba, me encontré tarareando una canción que se había apoderado de mi mente los últimos días.
Decidí buscarla en mi celular y conectarla a los altavoces. Go crazy de Chris Brown comenzó a sonar, me adapté al ritmo y comencé con giros y poses sencillas en el tubo fijo. Casi me sentí libre de preocupaciones y responsabilidades. Volví a ser una joven americana viviendo su vida como cualquier otra.
Hice un “Split frontal” en el tubo acostumbrándome a la tensión que recibían mis piernas al estirarse y pasé a bailar siguiendo el ritmo de la canción que continuó sonando, me aislé de tal manera que no llegué a registrar los sonidos a mi alrededor. Me centré en realizar la pose “Archer” que era mucho más avanzada y requería resistencia en los brazos para mantenerla.
Agotada, me deslicé hasta el suelo manteniendo el ritmo de lo que sea que estuviese sonando. Realicé una última pose llamada “Extended Handstand” que era básicamente ponerme de pie en una de mis manos sosteniéndome del tubo, cuando me situé nuevamente en mis pies, unos aplausos en mi espalda me hicieron girar asustada.
- Lo siento, cariño. No quise asustarte – mencionó la mujer que había visto en esta misma sala el primer día que nos habíamos inscrito en esta academia. Ella poseía una piel color caramelo similar a la de Megan y Axel, había notado que siempre traía el cabello, muy largo y liso, recogido en una cola perfectamente apretada y se maquillaba de una forma que hacía resaltar sus ojos claros. – eres una bailarina excelente. Estoy sorprendida.
- Eh… ¿gracias?
- Lo digo en serio. Muy pocas jóvenes logran mantener acrobacias tan complicadas y verse tan relajadas como tú lucias allí. Es admirable – me dio una mirada complacida y sonrió extendiendo una de sus manos – Perdona mi mala educación… Mi nombre es Lysandra, pero puedes llamarme Lyss.
- Un gusto… - contesté aun abrumada – Lyss. Mi nombre es Savanah.
- Es un gusto para mí. Cuéntame ¿A qué te dedicas, cariño? ¿Eres bailarina profesional?
- Justo ahora, tengo un trabajo bastante normal. Soy recepcionista un hotel – dije dándole la espalda mientras recogía mis cosas y me calzaba nuevamente mis deportivos. – Fui instructora en una academia de Michigan hasta hace unos meses que me mudé a este lugar.
- Interesante… - susurró para ella misma apoyándose en el tubo que hace un momento utilicé – Confieso que desde hace un par de días he estado viéndote bailar. Me parece interesante que sepas desenvolverte tan bien en el pole. No sé qué tan extraña te parezca esta pregunta pero… ¿has pensado en ser bailarina exótica?
- ¿Bailarina exótica? – pregunté soltando una risita confundida. – No creo que haya considerado eso ¿Por qué lo pregunta?
- ¿Te es familiar el nombre de Exotic Pole Bar?
- No, no tengo ni idea.
- No importa... – hizo ademán con una de sus manos - Yo soy dueña de ese lugar y obviamente soy una de las instructoras de esta academia. Por lo general, no suelo ofrecer ofertas de trabajo a jóvenes sin experiencia en la vida nocturna pero con tu talento y elegancia… estaría honrada de tenerte entre mis bailarinas.