_...Espero que hayas aprendido que ningún muchacho vale tanto la pena como para hacerle pasar tan mal rato a tu madre…
Los reproches de la madre de Let fueron constantes y sonantes en cuanto Let y Caroline entraron a la casa. Ellas, junto con Joana habían salido de la casa de Olivia antes de que su madre despertara, y se habían separados. Joana había dicho que necesitaba resolver algo, Let se sintió inquieta, pensaba que la dejaría hasta que Joana le dio una sonrisa tímida y le dijo que pasaría por ella mañana.
Caroline no había hablado mucho, ella parecía muy lucida y muy cansada. Habían decidido que pasarían por la casa de Let primero para bañarse, comer y presentarse a su madre con un mejor semblante.
Pero no dedujeron que debían entonces aguantar un regaño doble. Y aunque la madre de Let se apresuraba en hablar, porque tenía que ir al trabajo, no había desaprovechado ningún momento para manifestar su descontento por la escapada de Caroline.
Pero el silencio cayó sobre la casa cuando su madre se fue, para luego ser interrumpido por Beca, quien se había despertado, devorado su desayuno e instalado frente al televisor de la sala. Beca estaba totalmente ajena al mundo.
_ ¿Vas a decir algo?_ pregunto Let.
Tanto ella como Caroline tenían los cabellos húmedos por la ducha y se habían colocado ropa limpia. Let agradecía que Caroline ya no oliera a vómito y cigarrillos.
_ ¿Qué quieres que te diga?
Esas eran las primeras palabras que había dicho Caroline desde que había despertado y ni siquiera se había atrevido a levantar la mirada de las tostadas de su plato.
_No sé, es que hay tan pocos temas de los que conversar ultimadamente, aunque se me ocurre ¿Por qué no comienzas con decirme en qué momento te convertiste en una drogadicta?_ bufo Let.
Estaba muy segura de que no era la manera correcta de abordar a Caroline. Ella estaba cansada, confundida, apenada, triste y solo podía manifestar todo eso a través del enojo.
_ ¡No soy drogadicta!_ respondió tajante Caroline.
Aún sentía los rastros de euforia de la droga, pero ya no sentía la alegría, ni el ansia de tomar más pastillas. Era como si le hubieran apagado la luz del cuarto y no le quedaba más remedio que quedarse a oscuras.
_ ¿A no? ¿Si quiera recuerdas el lugar de donde te saque? Caroline era asqueroso.
_No lo entenderías_ murmuro Caroline. Ni siquiera ella misma lo entendía. Trataba de saber los pasos que la habían llevado a ese momento, pero solo podía recordar que se sentía mejor cuando estaba ida.
Caroline comenzaba a lamentarse por lo que había ocurrido, pero la promesa de encontrarse peor que antes avivaban su enojo.
_Tienes razón no lo entiendo. Siempre has sido fuerte, has podido con todo, así que no entiendo en qué momento comenzaste a hacerte daño.
_Justo en el momento en que comenzaste a salir con una narcotraficante_ vocifero Caroline enfurecida, Let no tenía moral para juzgarla _No te metas en mi vida.
Let apretó la mandíbula y sus mejillas se tiñeron de enojo. Tuvo que obligarse a respirar. No sabía cómo manejar esa situación, no quería empeorar las cosas, no quería alejar a Caroline, quería ayudarla y que volviera a ser la de antes, pero más feliz.
_Somos amigas desde kínder. Estoy tan preocupada por ti, y debajo de todo ese enojo que tienes, sé que tú también estas preocupada por mí.
_Si me conoces tanto entonces no necesitas preguntar nada.
_Está bien, si quieres seguir con esa actitud de soy una chica mala, adelante. Pero déjame decirte que Patrick no es tu amigo, él solo te uso para llegar a Joana.
Caroline no alcanzaba a entender nada sobre Joana. Sus pensamientos aún estaban difusos, pero estaba segura que todo lo que había pasado, solo era la prueba que necesitaba su tesis para comprobar que Joana solo traía problemas.
_Si te sirve de consuelo, no estaba allí por Patrick, estaba allí por mí_ vocifero Caroline.
_Entonces casi me matan por ti, que gran consuelo.
Caroline no alcanzo a responder, escucho el auto de su madre estacionarse y la hermana menor de Let saltar frente al televisor para abrir la puerta.
***
Joana Valera era la persona más metódica que Derek había conocido en su vida, era la calma hecha persona, jamás la había visto ni siquiera hacer una mueca de desagrado. Pero en ese momento él miraba a una desconocida.
Joana se paseaba de un lado a otro, tiraba de sus cabellos con fuerza, sus ojos negros estaban entornados y había tirado todo de la mesa, parecía una leona enjaulada. Él no se había atrevido a decir nada desde que habían llegado al complejo de Fantasma. Joana los había encerrado en su oficina y no había hecho otra cosa que gruñir y parecer una loca.
Su oficina era pequeña, las paredes blancas y los estantes oxidados no tenían nada de diferente que el resto de los espacios, lo único distintivo y que la volvía la oficina de Joana era la mesa de laboratorio.
De pronto el teléfono de Joana se ilumino en el bolsillo de su pantalón. Joana vio el mensaje y Derek fue capaz de ver como las paredes de Joana subían mientras se acomodaba el cabello.