Joana no se movía con la dignidad de siempre y eso era evidente, incluso para la abogada Gabriel.
_Mi último testimonio ¿Esta lista abogada?_ vocifero Joana. Le costaba caminar derecha pero seguía teniendo la misma dureza y confianza en su voz.
_ ¿Qué te paso en la cara?_ pregunto la abogada Gabriel.
La madre de Let, al igual que todos los que miraban a Joana, concordaba en que era una chica muy hermosa, y lo seguía siendo, incluso con las sombras bajo sus ojos y los moretones sobre sus pómulos.
_El periodo de adaptación en la cárcel_ respondió Joana con la misma atención con la que pudo haber dicho el clima.
Ellas caminaban a la par, el pasillo era angosto y frío, cada paso era vigilado por una cámara pero a Joana le gustaba caminar por allí, porque sabía que la libertad estaba al otro lado de la pared. A esa distancia dejaba de escuchar el ruido de los patios, los gritos de las reas y de los oficiales, en ese momento solo era ella y su abogada. Extrañaría eso después de aquel día.
_Puedo hacer que te cambien a un lugar menos violento_ propuso la abogada Gabriel.
_Todas las cárceles son violentas, entonces tendría que adaptarme de nuevo.
_ ¿Podrías iluminarme en qué consiste tu modo de adaptación?_ inquirió a pesar de que ella sabía cómo eran las cárceles. Las chicas lindas y jóvenes como Joana eran el blanco principal de todos, pero Joana no solo era un rostro hermoso, su mente era tan prodigiosa que podía llevarla a cualquier lugar.
_Básicamente en lo que ha consistido toda mi vida. Ser más lista que el más grande y malote, en este caso malota. Se enteraron quien soy y quieren medirse conmigo ¿Sabes cómo me llaman? Da Vinci.
_ ¿No te parece un apodo muy pomposo?_ inquirió la abogada Gabriel y la miro con mucha más atención.
Había notado cambios en ella, tan sutiles, pero visto en retrospectiva destacaban. De alguna forma la chica rígida, con la mirada más fría de todas había suavizado sus facciones hasta parecer mucho más tranquila.
_No me gustan los apodos_ respondió Joana.
_ ¿Cómo es que estas tan tranquila?_ después de aquel día no vería a Joana tan seguido y no quería quedarse con esa inquietud.
_ ¿Por qué no habría de estarlo?_ Joana no había esperado una pregunta tan personal de ella.
Desde que había sanado y la habían trasladado a la correccional la madre de Let se había limitado a tratarla como si fuese cualquier otro caso.
_Estas en la cárcel_ respondió la abogada Gabriel sintiendo que había dado la respuesta más tonta de su vida.
_Técnicamente es correccional de menores.
_Técnicamente tienes uniforme naranja, esposas hasta en los tobillos, lo mismo que una cárcel. Y Let te manda esto, dice que de seguro no te va a gustar.
Joana tomo el pequeño oso de plástico rojo, de seguro no tenía muchas opciones para regalar, considerando que no dejaban entrar muchas cosas.
_Tiene razón, no me gusta_ vocifero Joana pero se aferró al oso con tanta fuerza que la madre de Let estuvo segura de que no podría arrancárselo de las manos _Es por mi cumpleaños ¿cierto?
La madre de Let asintió. Ese día Joana cumplía 18 años, ella se las había ingeniado para mantenerla en una correccional de menor y tratar de limitarle las visitas a Let, pero de una forma u otra su hija se las ingeniaba para ver a Joana.
_No quiero que venga aquí, este lugar la va a oscurecer, incluso la vi usando marrón la semana pasada ese color le queda horrible_ vocifero Joana.
No era la primera vez que pedía que Let no la fuera a visitar más, pero al igual que su madre, Let no escuchaba a nadie.
_Ya se lo he dicho, la única forma de evitarlo es que le prohíbas el exceso tú_ la madre de Let había intentado no matizar su voz con un tono de exigencia, pero no podía negarse que había tenido el impulso de obligar a Joana a hacerlo.
_No quiero hacerlo, quiero que sea libre de ir y venir, aunque prefiero que no venga. Sé que usted me quiere lo más lejos posible y no es como si ahora tuviera opciones de estar lejos o cerca…
_ ¿Y cuándo salgas?_ inquirió la madre de Let.
No había día en que ella no deseara que simplemente Let se fijara en alguien más y dejara el asunto pasar, pero ese día no llegaba.
_Falta mucho para eso. Lo más probable es que todo cambie. Y aun así no me iré muy lejos de su vida, usted tiene la custodia de mi hermano ¿Cómo esta él?
Joana no pasaba ninguna oportunidad que tenía para preguntar por él.
_Ya no se encierra en su cuarto cuando Beca llega de la escuela. Hasta dibujaron juntos ¿Creo que ya le agrada? La conversación que tuviste con él por teléfono ayudo ¿Qué le dijiste?
Cuando la madre de Let le había dicho a Joana que adoptaría a Harry; Joana primero había reído tanto que casi se le abrían otra vez las suturas, pero en cuando comprendió que era una posibilidad real, no pudo estar más complacida. La abogada Gabriel le había demostrado ser una madre protectora.
_Que se adapte y deje de quejarse.
La madre de Let sabía que al adoptar a Harry, Joana formaría a ser parte de su vida por siempre, le gustara o no, y aunque en su momento había pensado que podía pedirle a Joana que se alejara de Let para que ella cuidara de Harry, desecho la idea con la misma rapidez como con la que se formó.
La vida de Joana había estado plagada de gente que simplemente usaba a su hermano para que ella hiciera cosas que no quería, y la abogada Gabriel no quería formar parte de esa lista de personas.
_Y estoy más tranquila porque es buena madre, cuidará bien de Harry_ vocifero Joana antes de entrar a la sala de interrogatorio.
Había pasado semanas declarando, por protección no la llevaban a los juicios ni ventilaban su identidad y a cambio Joana les daba todo lo que sabía, desde el más pequeño detalle.
***
La madre de Gabriel siempre se sentía agotada al llegar a su casa después de un día de trabajo, pero ese día no había salido y aun así sentía como si no hubiese dormido en días. Estaba cansada de ver a su hija aferrándose alguien que no podía tener.