Rojo Sangre

3

Las despedidas no eran mi fuerte y mi madre lo sabía.

Por eso, luego de que alisté mi maleta con todas mis pertenencias, al amanecer me preparé para salir rumbo a Houston. 

Sabía que era lo mejor para mi pero ese sentimiento inevitable de estar pensando sólo en mí me llenaba de culpa.

Miré por ultima vez mi habitación.

Ahí había pasado toda mi infancia, esas cuatro paredes me conocían, me habían salvado tantas veces de enloquecer por esas constantes discusiones. Me acobijaron cuando tenía temor de que marcus me hiciera algo mientras estaba ebrio, me vieron crecer y vivir por mucho tiempo. Era lo único que sentía mío en esa casa y ahora, lo abandonaba.

Bajé las escaleras lentamente, recordando lo que caer por ahí me había ocasionado, cómo ese hecho me había llevado a ese momento en el que me despedía de todo.

Mi hermano me esperaba al pie de estas sonriendo levemente, él se sentía tan mal como yo, lo sabía.
Mamá seguramente seguía durmiendo o quizás Marcus no la había dejado bajar para verme partir. 

Eso era, sin duda, algo que ese tipo haría.

En silencio James me ayudó a salir de la casa con cautela, observé a mi alrededor todo lo que podía hasta que estuve afuera y la puerta se cerró tras de mi. 

Cuando estaba por llegar al auto me volteé hacia la casa silenciosa y en penumbras, las cortinas de todas las ventanas se hallaban cerradas a excepción de una pequeña apertura desde donde el rostro de mi madre se podía ver con la luz del día. Estaba llorando en silencio, ahogando su llanto con una mano mientras me miraba con dolor en los ojos cristalizados que eran visibles a pesar de las sombras de la habitación.

Esas lágrimas que tantas veces derramó luego de los golpes y duscusiones, ahora se derramaban por mi. Y me abrumaba.

Contuve las mías, parpadeando repetidas veces para evitar que cayeran. Le sonreí levemente notando como reprimía otro sollozo y alzé mi mano agitándola ligeramente, despidiéndome en silencio de aquella mujer que con un vacío en su pecho, se limitó a sonreirme a medias con tristeza antes de subirme al taxi y sin dejar de mirarla, emprender camino...

~~~~~~~ ❇ ~~~~~~~

Era la primera vez que salía de la ciudad.

Me aterraba a sobremanera que ese cambio no diera los resultados que esperaba, que quizá empeoraría mi situación. No me gustaba la idea de irme y dejar a mi mamá sola con ese monstruo, temía que algo grave pudiera ocurrirle pero ¿qué más podía hacer? Era quedarme a soportar esa vida tan miserable o alejarme a tratar de reubicar mi rumbo, de restablecer mi autoestima agrietada por todo lo vivido en esa casa.

Houston era enorme, altos edificios se extendían sobre mi cabeza al salir del aeropuerto y un viento fresco me recibió con alegria, una alegria que mi corazón estaba lejos de sentir.

Subí al taxi con james, ibamos en silencio hasta que decidí romperlo. Había algo en mi cabeza que no dejaba de darme vueltas.

—Mamá no salió a despedirnos—susurré con voz ronca mirando las calles a través de la ventana.

Escuché a mi hermano suspirar.

—Anoche me dijo que no se sentía bien, supongo que no quería aceptar que te ibas...

—¿Ella no quería que me fuera?—volteé a mirarlo, confundida.

James sonrió de lado levemente.

—Fue su idea desde el principio—alzé las cejas, incrédula—sabe que es lo mejor para ti aunque le duela ese hecho.

—¿Por qué no quizo venir con nosotros entonces?—solté enojada.

—Nunca me dio sus razones, Anna—me miró frustrado—y te juro que tampoco la entiendo pero es su decisión, no puedo hacer nada contra eso.

Fruncí los labios, angustiada y volví mi rostro hacia la ventanilla.
Mi hermano posó su mano sobre la mía con cariño, dándole un leve apretón. El nudo en mi garganta dolió un poco más.

—Todo estará bien, te lo prometo. Estás conmigo ahora—abrumada me refugié en su hombro, recibiendo el apoyo de james que tanta falta me habia hecho.

Quizá las cosas mejorarían por el simple hecho de tenerlo a mi lado. Antes estaba sola y eso parecía cambiar.

Cuando el auto se detuvo frente a un edificio tuve que sacar la cabeza de la ventanilla con dificultad, algo deslumbrada.

Era un edificio demasiado alto a mis ojos, con ese toque moderno que lo destacaba entre los demás, era sublime estar ahí abajo observando su altura. Bajé del auto sin quitar la mirada del edificio de apartamentos en el que supuse viviríamos. 

Luego de sacar las maletas del auto nos adentramos a este, mis ojos no paraban de admirar a mi alrededor. Subimos al décimo piso y nos dirigimos a una de las habitaciones con puerta de mármol al fondo del pasillo tapizado con terciopelo.

James abrió con una tarjeta de seguridad, guiándome adentro mientras él se encargaba de las maletas.

Mi hermano una vez me platicó por teléfono que había logrado adquirir un apartamento a buen precio con todas las comodidades que le gustaban, jamás pense que se refería a un apartamento como el que tenía al frente.

Era enorme y los lujos no faltaban, el ambiente allí era cálido, aunque no dejaba de parecerme algo desconocido y a lo que tardaría en acostumbrarme.

Todo era tan diferente a la humilde y vieja casa en la que vivía. Suspiré al recordarla bajando la mirada que estudiaba a detalle la cocina que al fondo se hallaba, deslumbrante como todo lo demás. A mi izquierda estaba una pequeña sala de estar con muebles de cuero negro y un televisor al frente. Todo en colores neutros que combinaban perfectamente. El hecho de estar ahí me abrumaba un poco, pero seguía convenciéndome de que era lo mejor.

James se posó a mi lado, sonriendo.

—Bienvenida a casa, hermanita...

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Mis ojos se humedecieron al observar el cielo estrellado que desde la ventana de mi habitación podía divisar, la vista era hermosa y tan nueva para mi que la nostalgia no tardó en embargarme.




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