Roma conoció a otros vampiros. También hadas oscuras de orejas puntiagudas. A su amigo, Fecor, lo saludaron con respeto y emoción. La joven observó aquella cueva, donde anteriormente, había minas. Estaba abandonada. Unos fantasmas eran los guardias que asustaban a los curiosos. Fecor trajo unas bebidas. Un poco extrañas.
-Debes probarlas.
-¿Por qué?
-Solo hazlo.
Ella asintió. Tomé la copa de líquido azul. Tenía sabor a combustible y esencia de arándanos. El segundo, lo reconoció, era plasma con jugo de manzana y el último era su favorito. Sangre con vino. Todos los sentidos de la joven se animaron. Sintió cada sabor, todos distintos.
-Hay que volver. Pronto saldrá el sol.-interrumpió Fecor.
La vampira rodeo los ojos. Vació los tragos con rapidez. Las bebidas combinadas fueron un nuevo descubrimiento. Nunca bebió algo similar, siempre era sangre elegida por Danthario.
-Tu padre enloquecerá si no te encuentra.
-¿Cuándo estuvo cuerdo? ¿Encerrarme por meses?-inquirió ella, pidió otra bebida- Eso es locura.
El hombre negó con la cabeza. No esperaba ese remordimiento de Roma hacia su padre. La joven bebió. Su amigo observó la libertad, la desobediencia y la independencia de Roma. Ella era increíble, pensó. Las últimas horas apresuraron a los clientes a regresar a sus hogares. Pero, Roma no quería irse.
-¿No quieres volver?
-Tengo que seguir adelante. Dejar de ser la heredera del Conde...
-Habla con él. No es para tanto, Roma.
-No, esta vez le propuse acompañarlo a la guerra y dijo que soy su hija. Su futuro, la generación a venir.
-Quiere cuidarte. Eres su única hija.
Roma pidió otra bebida. Sus mejillas estaban sonrojadas. Su voz cargada de pudor. Sus manos temblaban, estaba muy enojada. Fecor intentó calmarla. Había conocido el peor de tema de conversación con ella. Su padre.
-¿Sabes, por qué Danthario me dejo en esa torre? Con las nuevas de reglas de no tener visitas, dejó una cantidad de suministros y todas mis cosas con anticipación, ¡el maldito lo pensó mucho antes de la carta de reclutas!
>>Ese día, me dejó muy débil para transportarme él mismo a esa parte del castillo. Metió candados y llaves por toda la puerta. Y, se fue. A la noche siguiente, pude recuperarme por completo. Llegó el amanecer y él no volvió. Ni la siguiente noche, ni la otra. Te conocí.
>>Una vez, descubrió que estaba obsesionada con un cazador. Lo invitó con planes amables para conocerlo. Pero, la comida estaba envenenada y no pude salvarlo, porque él odia a los humanos, solamente son un alimento.
>>Otra razón, es que nunca me envió a las escuelas nocturnas. Me enseñó todo de su gran biblioteca, me regalaba vestidos o zapatos cada vez que aprobaba un tema en cuestión. Siempre fui su prisionera.
La gran honestidad y pudor de Roma hicieron que la mirada de pena en Fecor fuese tan empática. Sus vidas nunca fueron fáciles Él era quien escondía los tesoros de los humanos, engañando a los arqueólogos, hasta que se aburría y dejaba que los desentierren, algunos. Ella se echó hacia atrás en su silla. Sentía su boca seca y le ardían las mejillas. Por primera vez, estaba borracha. Era una sensación incómoda, sentía todo vibrar a su alrededor. Los latidos más cercanos de los humanos aproximarse a la mina abandonada, la respiración de Fecor era lenta. También estaba agotado de toda la noche bailando y bebiendo. Roma se acurrucó sobre su hombro. Subió sus piernas hasta su pecho, abrazándolas.
-Bueno, ¿dónde iremos?-preguntó él.