Roma

10. Escapa

Había un hombre alto, en medio de la habitación. Aún vestía sus ropas de guerra. Era Danthario, el padre de Roma. No sabía cómo se enteró que ella estaba en Perú. Seguramente fue su madre que lo llamó para que viniera a llevársela de nuevo.

Roma se quitó la túnica roja, tirandola sobre la cama. El hombre estaba mirando unos dibujos rupestres en la pared del dormitorio. No estaban muy lejos de las antiguas construcciones de Machu Pichu. Estaba de la espalda a ella, formando una tensión tan típica entre ellos. Se puso nerviosa.

—Amelia me dijo.—dijo el padre, movió un poco la cabeza—¿Es que no eras feliz en el castillo? ¿Conmigo?

Aquello no era ninguna mentira. Roma respiró hondo.

—No. La verdad que no tengo recuerdos felices, si es que tengo capacidad de tenerlos.—le respondió —¿Por qué no puedo recordar?

—¡Ah, Roma! ¿Qué parte no entiendes de los humanos?—dijo, sin escucharla. Giró. Tenía una cicatriz en mitad del rostro y perdió un ojo, llevaba uno de cristal.

—¡Padre!—dijo preocupada. Se acercó y él retrocedió con frialdad.

—Solo respóndeme, Roma.

La vampira se ruborizó. Le hicieron daño a su padre. Le tenía rencor pero no odio. Intentaba tener un motivo para no hacerlo. Se sentó sobre la cama, estaba agotada. Sino podía escuchar sus deseos, ¿Qué sentido tenía hablar de ello? Roma comenzó a llorar con lágrimas de sangre. Danthario no entendía que le sucedía. No se atrevió a tocarla ni siquiera animarla. No era su especialidad.

—Acabo...de cometer un error. —dijo Roma —Hice algo.

—¿Qué tan malo es?

—Asuste a unos chicos en la ciudad. Y me vieron, con cámaras...¡Todo el mundo me vio, padre!

—¡Maldición!

Los interrumpieron. Danthario abrió la puerta sin tener que levantarse. Era Fecor anunciando que los Hermanos Ocultos estaban buscando a Roma. La joven miró a su padre, quien se puso de pie y la tiró al piso. Ella abrió los ojos.

—No puedo protegerte más. Lo siento.—dijo su padre—Asume los riesgos de tus delitos.

—¿Lo sabías?

—Soy una gran influencia entre nuestra raza, Roma. Obviamente que sí.

—Roma, vamos.—apresuro el demonio.

Danthario le dio una bofetada a su hija, girando la cara hacia el otro lado y le dejo dos rasguños de los anillos. El hombre gritó para que vinieran hasta allí. Fecor se metió a sacarla, empujando a Danthario del camino.

Su padre la traicionó. Su madre la abandonó.

—¿Qué estoy haciendo...?—murmuro en sollozos —Fecor...

—Lo resolveremos. Ven, tenemos una salida por detrás de la cocina ¡Apúrate, Roma! ¡No te rindas, amiga!

Las novias de Fecor le dieron una manta de hojas, volviendolos invisibles. Cruzaron el hall principal. Roma se detuvo. Vio a Amelia, vestida como una soldado a cargo de los Hermanos Ocultos.

—Me odia...—susurro.

—Vamos, no te detengas.—dijo el demonio, tocando su brazo y tomó su mano para evitar que se frenará por otra razón.

Llegaron a la cocina. Lucio los esperaba ahí, con nuevas maletas y un nuevo lugar donde quedarse. Fecor les dió un momento para que se despidieran.

—Vas a estar bien.

—¿Dónde vamos?

—Es la cabaña al sur de Cuzco, ¿Recuerdas algo de ese día? Fue la última vez que nos vimos.

—No sé nada de eso.

—No importa. Lo recordarás cuando llegues. Te esperará mi hermana mayor Alessandra.

Fecor los interrumpió. Lucio abrazó a la vampira con fuerza y le dió dos besos en las mejillas. Roma tenía miedo que le hicieran daño, sin embargo él tenía que proteger su hotel y todos los otros seres ocultos.

—Todo va a estar bien.—dijo Lucio mientras se alejaba—¡No te olvides de mí!

Había algo que no encuadraba. Muchos recuerdos no estaban en la mente de Roma como si hubiesen sido robados. Al parecer había conocido muy bien a Lucio y su familia, ¿Habrían sido mucho más que amigos?

Ella y Fecor subieron a una moto negra, silenciosa y rápida, introduciéndose a toda velocidad, al camino. En dos horas, saldría el sol. Por suerte, Fecor se dirigía a las ultratumbas no exploradas por los humanos donde pasarían el día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.