Roma

28. Fecor

Fecor fue ascendido a líder de los Hermanos Ocultos. Detuvo la guerra. Limpio las calles de los seres oscuros. Dejó que las familias que perdieron a sus parientes se recuperen el tiempo perdido por nada. El demonio construyó una constitución para el mundo oculto. Nadie había hecho algo así en todas estas décadas dónde Amelia había fundado la organización.

—Hola, Fecor.—saludo Galilea. Era su secretaria. Nunca estuvo de acuerdo con la guerra.

—¿Cómo estás? ¿Tienes notícias, cariño?

Ellos se casaron, eran los únicos con buenas intenciones y de amor a la vida entre la oscuridad y el terror que provocó Roma. Debieron estar unidos desde un principio. Galilea estaba enamorada de él. Verlo tan afligido por matar a Roma hace un mes, hizo que se animará a acompañarlo y apoyarlo en su nuevo puesto como líder de los Hermanos Ocultos.

—De hecho, descubrí algo sobre Roma. —dijo el hada de ojos de gato. Vestía un kimono rosa y azul con flores de durazno.

—¿Qué cosa?

—Le dio un hijo a un humano. El cazador que murió por culpa de Danthario.

—¿Tenía un hijo con él?

—Sí, es un vampiro. Tiene seis años, ¿Qué hacemos?

—Nunca me lo dijo...Lo oculto.

—Todos tenemos secretos de nuestro pasado, mi vida.

—Lo sé. No esperaba eso.

—Solo digo que ese niño está atormentado por todo el pasado de su madre. No queremos que vuelva a pasar.—explico Galilea, sirviendole una vaso de whisky a su esposo y se sentó en el sillón negro. —Quiero adoptarlo.

—¿Tener un hijo de esa mujer? Roma...

—El niño no tiene la culpa de los actos de su madre. Podemos ayudarlo a seguir un nuevo camino a lo correcto. Sé que serás un padre perfecto.

Fecor se quedó pensando. Pidió que vigilarán al muchacho, enviando a unas brujas de magia blanca para que estudiarán la vida de ese pequeño. Su nombre era Dash como su padre fallecido.

Las brujas informaron que actuaba como un adolescente. Nació como vampiro nato, con el proceso madurativo de los humanos. Crecía normalmente. Bebía sangre que le administraban los Hermanos Ocultos en Rumania. Fecor pidió que lo trajeran para conocerlo y ver si Dash tenía las mismas intenciones que su madre o quería pagar las deudas de Roma.

Cuando llegó. Era igual a ella. El pelo era negro y largo hasta los hombros. Tenía el poder sobre él. Sus ojos eran del color de la miel como los ojos de su padre. Era alto, no como otros niños.

—Hola.

—Bienvenido, Dash. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias por llamarme. Realmente quiero remidir los errores de Roma—dijo el niño, tocando su corazón como ofreciendo una promesa fuerte a sus ideales.

—Hablemos.

—Mi madre me abandonó a sus quince años, cuando se enamoro de mi padre. Él era un cazador. —dijo. —Yo fui adoptado por una familia de turcos. Me enseñaron todo lo que sé sobre las guerras, las armas. Era un soldado para ellos. Le gustaba que sea un vampiro. A los cinco años, me fui. No quería estar con ellos. Intenté buscar a mis verdaderos padres y nadie me escuchó. Ninguno sabía si Roma iba a aceptarme o Danthario iba a perdonar la y dejarme estar con ellos.

Cuando me enteré que Roma estaba planeando asesinar a sus padres, mi idea se desvaneció y me sentí decepcionado de ser el hijo de una sangrienta asesina. Y me escondí en Escocia por todos estos meses, casi un año. Espere y al enterarme que tú la mataste, me sentí protegido y listo para venir. Solo que no sabía si ibas a entenderme o creerme.

—Esta bien, Dash. Cuéntame que quieres hacer.

—Quiero ser un mejor vampiro. Sé que tengo un bisabuelo pero no lo conozco. Algunos piensan que seré igual de desastroso que Roma y no es así. No me conocen. Ella no me crío. No sé nada de ella ni sus intereses. Me alegro que esté muerta. Es mejor así. Podría matarme a mí si me conocía.

—¿Quieres estar con Azaroth?

—Tengo seis años. Sé poco sobre las cosas de la vida pero no quiere decir que sea un tonto. Pude entender que Roma estaba loca.

—Lo hablaré con Azaroth. Puedes quedarte aquí por estos días.

Dash asintió con la cabeza y lágrimas en los ojos. Estaba muy triste y perdido al mudarse a Escocia. Dejó una infancia muy dura y quería recuperarla, convirtiéndose en una mejor versión de si mismo.

—Bienvenido a los Hermanos Ocultos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.