Romance con la Jefa

Capítulo 3 - Compromisos y Nuevas Vidas

La relación entre Leonardo y Gabriela, floreciente y llena de promesas, llegó a un punto crucial: era el momento de que Gabriela conociera a la familia de Leonardo. Con nerviosismo y emoción, Leonardo organizó una cena en casa de sus padres, Ana y Roberto, para presentar formalmente a Gabriela. La noche de la presentación, el hogar de Ana y Roberto estaba lleno de un calor acogedor. Raúl y Jennifer, también invitados para brindar apoyo moral a Leonardo, estaban presentes, añadiendo un toque de familiaridad a la velada.
- Mamá, papá, quiero presentarles a alguien muy especial para mí. Esta es Gabriela - anunció Leonardo, su voz llena de orgullo y cariño. Ana y Roberto recibieron a Gabriela con una calidez que disipó cualquier nerviosismo que ella pudiera tener.
- Bienvenida a nuestra familia, Gabriela. Leonardo nos ha hablado mucho de ti - dijo Ana con una sonrisa genuina, extendiendo sus brazos en un gesto de bienvenida.
- Es un placer conocerte, Gabriela. Cualquier persona que haga sonreír así a nuestro hijo es especial para nosotros - añadió Roberto, con un tono amable y acogedor. Durante la cena, mientras la conversación fluía y la familia compartía risas, Luis el hermano mayor de Leonardo, encontró una oportunidad para hablar a solas con Gabriela. Su acercamiento fue sutil, casi imperceptible para los demás, especialmente para Leonardo, quien estaba inmerso en una conversación con sus padres.
- Gabriela, realmente es un honor conocerte. Leonardo nos ha hablado tanto de ti - dijo Luis con una sonrisa suave, pero con un tono que insinuaba algo más que simple cortesía. Gabriela, sorprendida por la insinuación implícita en sus palabras, se mantuvo firme y cortés.

- Gracias, Luis. Leonardo también me ha hablado mucho sobre ti y tu papel en la empresa familiar - respondió Gabriela, intentando redirigir la conversación hacia un tema más neutral. Luis, sin disuadirse, se inclinó un poco más cerca de Gabriela y bajó su voz a un susurro.

- Creo que podríamos entendernos muy bien. Quizás algún día podríamos explorar la ciudad juntos, solo tú y yo - sugirió Luis, intentando establecer una conexión más personal. Gabriela, sintiendo una creciente incomodidad, decidió establecer límites claramente.
- Luis, aprecio tu hospitalidad, pero creo que sería mejor si nos centramos en nuestra amistad familiar. Leonardo y yo estamos muy felices juntos - dijo Gabriela con firmeza, manteniendo una sonrisa educada pero distante. Luis, ligeramente sorprendido por su respuesta directa, se retractó con una sonrisa forzada.
- Por supuesto, Gabriela. No quería insinuar otra cosa. Disculpa si te hice sentir incómoda - se disculpó, aunque su tono carecía de sinceridad. Leonardo, ajeno a esta interacción, continuó disfrutando de la velada, completamente inconsciente de la incomodidad de Gabriela y de las verdaderas intenciones de su hermano. Gabriela, por su parte, decidió no mencionar el incidente a Leonardo esa noche, no queriendo empañar un momento que era importante para él. Sin embargo, en su interior, la guardia de Gabriela se había elevado, consciente ahora de que necesitaría estar atenta a las futuras interacciones con Luis. Después de la presentación a la familia, Leonardo sabía que era el momento de dar el siguiente paso con Gabriela. Quería que su propuesta de matrimonio fuera tan especial como su relación. Planificó una cena romántica en un barco que recorría el río de la ciudad bajo un cielo estrellado. En su bolsillo, llevaba un anillo de compromiso, una sencilla banda de oro con un diamante modesto pero elegante.
La noche de la propuesta, Leonardo y Gabriela subieron al barco, donde les esperaba una mesa reservada con velas y flores. El ambiente era íntimo y encantador. Mientras el barco navegaba por el río, Leonardo y Gabriela disfrutaron de una deliciosa cena, acompañada de vino y música suave. Leonardo le contó a Gabriela lo mucho que la amaba y lo feliz que era con ella. Gabriela le devolvió el sentimiento con una mirada llena de amor y ternura. Leonardo sintió que era el momento perfecto para hacer la pregunta. Se levantó de su asiento y se arrodilló frente a Gabriela, sacando el anillo de su bolsillo.
- Gabriela, eres la mujer de mi vida. Desde que te conocí, no he dejado de pensar en ti. Eres mi mejor amiga, mi compañera, mi alma gemela. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres casarte conmigo?- preguntó Leonardo, con una voz emocionada y esperanzada. Gabriela, con lágrimas en los ojos, no podía creer lo que estaba pasando. Era el momento más feliz de su vida. Sin dudarlo, dijo:
- Sí, Leonardo, quiero casarme contigo - respondió, llenando el corazón de Leonardo de alegría y amor.
La boda de Leonardo y Gabriela fue una celebración sincera y llena de amor. Realizada en un hermoso jardín al aire libre, reflejó perfectamente su relación: llena de alegría, amor y toques inesperados. Familiares y amigos se reunieron para celebrar su unión, con Raúl y Jennifer desempeñando roles importantes en la ceremonia.
Luis, presente en la boda, observaba con una sonrisa forzada. A pesar de ofrecer sus felicitaciones, su envidia y resentimiento hacia Leonardo eran evidentes para los más cercanos a él. Sin embargo, en ese día, el foco estaba en la felicidad y el amor que Leonardo y Gabriela compartían.
- Te ves increíble, Gabriela. Leonardo es muy afortunado - dijo Luis, manteniendo la apariencia de hermano cariñoso.
La celebración continuó con música, baile y risas, y los recién casados se sumergieron en su felicidad, ajeno a cualquier sombra que pudiera acechar en su futuro. La unión de Leonardo y Gabriela era un testimonio de su amor y compromiso, un comienzo prometedor para su nueva vida juntos.
Tras la boda, la vida de Leonardo y Gabriela se llenó de alegría y nuevas expectativas. No pasó mucho tiempo antes de que recibieran la emocionante noticia: iban a ser padres. La llegada de su primera hija, María, marcó un cambio maravilloso en sus vidas. Unos años después, la familia creció con el nacimiento de Melissa, la hermana menor.
El día que María llegó al mundo, Leonardo y Gabriela estaban rodeados del amor y apoyo de sus seres queridos. Ana y Roberto, ahora abuelos, estaban rebosantes de felicidad, mientras que Raúl y Jennifer compartían la alegría de sus amigos, emocionados por ser casi -tíos- de la pequeña.
-Es una niña hermosa, como su madre - dijo Ana, mirando a María con ojos llenos de amor.
- Será una niña inteligente y fuerte, como su padre - agregó Roberto, con un brillo de orgullo en sus ojos.
Raúl, siempre el bromista, miró a Leonardo y bromeó:
- Prepárate, amigo. Las noches de sueño completo son cosa del pasado ahora.-
Jennifer, sosteniendo a María en sus brazos, añadió:
- Es perfecta, Leonardo y Gabriela. Estoy tan feliz por ustedes.-
Luis, quien también estaba presente, ofreció sus felicitaciones, aunque su sonrisa no lograba ocultar completamente los sentimientos encontrados que bullían en su interior.
- Felicitaciones, hermano. María es una bendición - dijo Luis, su voz careciendo de la calidez que la situación ameritaba.
Con el nacimiento de Melissa, la familia experimentó una vez más la alegría y el milagro de la vida. La pequeña llegó a un hogar lleno de amor y cuidado, fortaleciendo aún más el vínculo entre Leonardo y Gabriela.
- Ahora somos cuatro. Nuestra familia está completa - dijo Gabriela, mirando a sus dos hijas con un amor inmenso.
- Son lo mejor que nos ha pasado - respondió Leonardo, abrazando a su familia.
Mientras los días pasaban y las niñas crecían, la familia encontraba nuevas razones para celebrar y estar agradecidos. A pesar de los desafíos y las responsabilidades, Leonardo y Gabriela se sentían realizados y felices, rodeados por el amor de sus hijas y el apoyo de su familia y amigos.
Sin embargo, en las sombras de esta felicidad, los sentimientos de Luis se tornaban cada vez más oscuros, su envidia y resentimiento creciendo en silencio. Aunque mantenía una fachada de hermano y tío cariñoso, en su interior, Luis comenzaba a tramar un plan que amenazaría la armonía y la felicidad de la familia.
 




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