Romance con la Jefa

Capitulo 10 – Buscando cerrar heridas

Enloquecido de furia, Ricardo brama: "¡ANDREA! ¡EXIJO SABER AHORA MISMO QUIÉN ES ESTE SUJETO QUE SALE DE TU DORMITORIO SEMIDESNUDO! ¿AHORA TE ACUESTAS CON EL PRIMERO QUE SE TE CRUZA?".
Confundido, Leonardo sale al paso: "Caballero, primero que nada, calmese, le pido modere su tono. Buenos días, me presento soy Leonardo, pasé la noche con Andrea. ¿Y usted es...?".
Colérico, Ricardo grita fuera de sí: "¡Soy su ESPOSO, imbécil! Esta mujer es mía, me pertenece. ¡Así que más respeto hacia mí y mi mujer! ¡Mucho cuidado con quien le hablas, grandísimo idiota!".
Despectivamente se encara con Andrea apuntándola con rabia: "¡Repugnante miserable! ¿Cómo pudiste hacerme esto, maldita golfa traidora? ¡No pienso tolerar semejante afrenta después de tantos años juntos! ¡Esto lo tienes que pagar! ¡Eres una vil ramera sin vergüenza!".
Con firmeza, Andrea le planta cara: "¡Basta ya, Ricardo! Rompiste mi confianza y mi corazón cuando me engañaste. Lo nuestro está muerto y enterrado. Mi vida privada no te incumbe en lo absoluto.".
Ricardo grita como un poseso: "¡Me importa un rábano lo que digas! ¡Ante la ley seguimos casados! Así que no permitiré que te revuelques con este don nadie que se apareció por aquí.".
Indignada, Andrea estalla en cólera: "¡YA NO MÁS, Ricardo! Eres tú quien ha estado retrasando el divorcio una y otra vez. Pero contraté un investigador y sé de todas tus infidelidades que tuviste en nuestro matrimonio durante años. ¡No eres nadie para reclamar nada después de lo que me hiciste!".
Ricardo con mirada enardecida, se enfoca en Leonardo escupiéndole furioso:
"Así que tú eres el maldito infeliz que osó meterse anoche en la cama de MI mujer. No eres más que un don nadie muerto de hambre que se revuelca con casadas. ¿Te crees muy hombrecito durmiendo con una fémina que tiene dueño y marido? No tienes idea siquiera del problema en que te has metido por tu arrogancia".
Inmutable, Leonardo replica: "Según estoy informado, Andrea y usted llevan tiempo separados en un complicado proceso de divorcio que ya parece irreversible debido a tus infidelidades. De modo que lo que ella haga en su vida íntima no es realmente asunto de nadie, esa es la pura verdad".
Lleno de desprecio, Ricardo lo interrumpe bruscamente: "¡Te exijo que cierres ahora mismo tu maldita boca, sabandija del demonio! No estoy interesado en oír tus estúpidas e inútiles excusas baratas. Lo que has hecho no tiene nombre ni perdón. Y créeme, vas a lamentar para siempre la afrenta de haberte burlado de alguien como yo". 
Sin intimidarse, Leonardo le hace cara a Ricardo: "No recibo ningún tipo de amenazas de usted, no es nadie para amenazarme. Y en todo caso, la propia Andrea le pidió expresamente que salga de la casa inmediatamente".
Totalmente fuera de sí, Ricardo intenta sujetar a Leonardo por el cuello, pero Andrea se interpone gritando:
"¡NI TE ATREVAS A TOCARLO! No consentiré violencia en mi casa. Tienes un minuto para abandonar mi propiedad o llamaré ahora mismo a la policía para que te arresten por allanamiento. ¡LARGO DE AQUÍ AHORA MISMO, RICARDO! ¡FUERA!".
Ricardo aceptando la advertencia de Andrea se retira, pero dejando unas últimas palabras a Leonardo "¡Escúchame bien, malnacido infeliz! Ningún hombre osa a poner jamás las manos encima de mi mujer sin sufrir luego durísimas consecuencias. Solo eres un chiquillo fracasado que busca meterse con la vida ajena de gente importante. Pues bien, ¡ya verás como se termina tu suerte, gusano despreciable! Voy a darte tu merecido...".
Tras la amenaza y salida de Ricardo solo queda un incómodo silencio, Leonardo se acerca con cautela donde Andrea se ha dejado caer en el sofá, luciendo abrumada. Con gentileza le pregunta mirándola a los ojos: "Andrea, sé que fue una situación espantosa..., ¿te encuentras bien?".
Andrea alza la vista y lo mira con ojos llorosos por unos segundos, intentando mantener la compostura por unos segundos antes de quebrarse. "No...", responde mientras gruesas lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas. "No, la verdad es que no estoy nada bien...".
Y sin poder mantener, estalla en un desgarrador llanto desbordado, cubriéndose el bello rostro con sus delicadas manos en un vano intento por ocultar un poco el terrible dolor que la invade. Gruesas lágrimas resbalan entre sus dedos, mientras los sollozos sacuden todo su cuerpo.
Leonardo contempla una faceta de Andrea que no le es común ver. No es ahora la implacable mujer de negocios, independiente y decidida. Tampoco es sólo su amante aventurera de la noche anterior. Frente a él tiene ahora a una mujer frágil, lastimada en lo más hondo por el hombre que una vez fue su refugio ante todos los problemas y termino haciéndole lo peor de las traiciones. Leonardo se sienta a su lado y recordando el dolor que tuvo de un matrimonio con la persona que amaba que terminó de la peor manera, busca consolarla rodeándola en un abrazo protector, acaricia suavemente su espalda y su cabello.
Después de unos minutos, el llanto de Andrea empieza a calmarse. Con cuidado se aparta un poco de Leonardo y agarrando unos pañuelos de la mesa, se limpia la cara y se suena la nariz, tratando de recomponerse.
"Gracias por...por estar aquí." Le dice Andrea, algo avergonzada. "No suelo ponerme así, normalmente puedo manejarlo. Pero ver de nuevo a Ricardo y como me hablo me superó...".
Compasivo, Leonardo le acaricia el cabello. "No agradezcas, es comprensible que reacciones así con quien fue tu esposo. Sé lo devastador que puede ser un matrimonio roto...".
"No fue sólo eso..." replica Andrea con mirada ausente. "Además de la decepción y la traición, aún está el dolor de darme cuenta que todo era una fantasía, una mentira. Yo amaba con toda mi alma a Ricardo, quería estar y envejecer a su lado hasta el último minuto...y ahora ese sueño se hizo añicos".
Su voz se quiebra levemente y hace una pausa mirando al vacío. Luego voltea nuevamente hacia Leonardo con nuevas lagrimas que van saliendo de sus ojos.
“Ahora que lo enfrenté, me pregunto si algún día este dolor tan hondo que no deja de quemarme sanará. O si estará conmigo para siempre, recordándome lo tonta que fui al entregar tanto de mí a alguien quien no era lo que decía..."
Leonardo tras luego de una pausa pensativa, Leonardo responde con la mirada ensombrecida:
"Andrea, te mentiría si te dijera que ese dolor desaparece por completo. Después de mi divorcio, cuando mi esposa, mis dos hijas y toda mi familia me dieron la espalda, me sentí totalmente devastado."
Hace una breve pausa, rememorando ese quiebre total con sus seres más amados. Luego prosigue:
"Perdí de un día para otro la confianza de mi esposa Gabriela, el cariño de mis pequeñas María y Melissa, el respaldo de mis padres, la compañía de mi hermano y el respeto de mis subordinados en el trabajo... , para luego empezar a trabajar desde abajo en un puesto que lo veo miserable donde no tengo el apoyo de mis compañeros y lo siento como si fuera un fracaso, la persona que solo debía ser engañada por su secretaria para que los demás tengan el éxito y la facilidad y yo solo este aca solo y miserable, Todo eso y esto, este trabajo fue un golpe durísimo del que aún no logro recuperarme del todo".
Sus ojos reflejan una profunda tristeza y amargura al evocar esa masiva traición y rechazo de todos sus conocidos quienes debían ser sus pilares afectivos.
"Así que te entiendo cuando dices que ese dolor parece quemar el alma. Todavía tengo días difíciles lidiando con ese vacío y esa ausencia dolorosa de los que más amé y de lo que perdí y lo horrible que me siento por donde me encuentro. No es fácil, pero intento seguir adelante".
Leonardo luego busca la mirada de Andrea, transmitiéndole profunda empatía, y le aprieta la mano con suavidad, en señal de aliento sincero.
"Sé fuerte, como hasta ahora, como esa jefa que transmite disciplina, respeto y autoridad. No dejes que la traición de Ricardo te venza ni defina. Tienes tanto para dar aún en este mundo y en tu trabajo, y a diferencia de quienes debían ser mi familia y apoyarme y me abandonaron, yo estaré aquí apoyándote".
Andrea tras un momento de reflexión, mira a Leonardo con sincera gratitud y le dice:
"Gracias de verdad por estar aquí conmigo después del horrible encuentro con Ricardo. Realmente no imaginaba que la mañana siguiente a nuestra noche juntos comenzaría de esta forma tan desagradable".
Leonardo esboza una leve sonrisa y le responde:
"La verdad es que tampoco yo esperaba algo así. Después de la velada tan íntima y apasionada que compartimos, no pensé que tu aún esposo aparecería gritando colérico".
Andrea niega con la cabeza y acota con cierta ironía:
"Sí, ciertamente tener a mi exmarido furioso increpándonos no era mi idea de una relajante ‘mañana después’ del sexo ardiente que tuvimos. Hubiera preferido despertar solo contigo a mi lado en la cama".
Ambos ríen, disolviendo el ambiente luego de la violenta situación que acaban de atravesar con Ricardo.
Leonardo agrega entre risas: "Siempre podemos quedarnos con lo positivo...al menos Ricardo no irrumpió cuando estábamos en plena acción. ¡Hubiera sido aún más bochornoso que nos descubriera in fraganti!".
Totalmente ruborizada, Andrea le da un leve codazo. "¡Leonardo! No quiero ni imaginar semejante escena. Me moriría de vergüenza si Ricardo me encontrara en plena intimidad contigo".
Las carcajadas de ambos resuenan en la habitación, disipando por completo cualquier tensión remanente. Luego Leonardo frunce el ceño de repente y pregunta: “Oye Andrea, ¿no hueles algo que se está quemando?”.
Andrea abre los ojos desorbitadamente al recordar. “¡Dios mío los huevos que estaba friendo para el desayuno! ¡Los dejé en la sartén cuando Ricardo irrumpió!”.
Veloz como un rayo, sale corriendo hacia la cocina. Solo para encontrarse con una densa nube de humo negro saliendo descontroladamente del sartén, casi activando las alarmas de incendio del departamento. Desesperada, apaga rápidamente la hornalla, tosiendo sin parar por la espantosa humareda, mientras Leonardo se aproxima para ayudar, agitando el aire.
“¡Abre todas las ventanas y la puerta de la cocina para que se ventile esto!”, le indica Andrea, con la voz ahogada por la tos. “Adiós a los benditos huevos, se quemaron todos, no sobrevivió ninguno.”, añade ella, en cuanto puede respirar.
"Creo que mejor pedimos algo para desayunar antes que intoxicarnos con todo este humo picante...Pero especifica que entreguen la comida abajo, en la puerta del edificio.” Menciona Andrea.
Leonardo la mira algo intrigado por ese extraño pedido y pregunta:
“Está bien, voy a pedir algo...pero ¿por qué mejor no aquí directamente al departamento? Sería mucho más cómodo...".
Visiblemente incómoda, Andrea evita hacer contacto visual mientras responde:
"Mira...es que no puedes mencionar mi nombre, dirección o número de departamento y esperar que te atiendan algún restaurante. Tengo prohibido cualquier delivery a domicilio de los restaurantes locales...".
Ante esa información, Leonardo abre bien grandes los ojos con evidente sorpresa.
"¿Qué dices? ¿Cómo que prohibido? ¿Y eso por qué motivo?".
Algo avergonzada, Andrea se revuelve sin muchas ganas de explicar los detalles.
"Bueno...digamos que tuve cierto 'problema' con una entrega de comida, mejor pide la comida y te explico detallando el porque me vetaron todos los restaurantes".




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