Romance con la Jefa

Capitulo 12 – El reencuentro y la confrontación

Ya han transcurrido varios dias desde que el reto profesional más importante hasta ahora en la carrera de Leonardo comenzara de verdad, con toda su dedicación y esfuerzo. Como fue designado para liderar un proyecto supremamente ambicioso e innovador, en alianza con otra compañía tecnológica líder en el mercado, acompañado del apoyo de su jefa Andrea debía dar lo mejor de él.

Durante estos intensos días, ha trabajado sin descanso en la conceptualización y desarrollo de la estratégica, muchas veces quedándose hasta entrada la noche definiendo los planes de acción. Poco a poco sus incansables esfuerzos han ido dando frutos, granjeándose de a pocos el respeto de buena parte del equipo, quienes al principio dudaban bastante de sus capacidades.

Incluso Andrea, que inicialmente se mostró bastante incómoda en su trato con Leonardo luego de la noche de pasión que compartieron, ahora dialoga con él de forma más distendida y enfocada en lo laboral sobre los progresos del proyecto. A Leonardo le satisface poder coordinar normalmente los detalles con ella sin tensiones, pero a ratos aún lo embarga cierta melancolía al pensar en la cercanía e intimidad perdida.

"Supongo que es mejor de este modo manteniendo las distancias", se repite mentalmente intentado enfocarse. "Lo prudente es no mezclar trabajo y romance, por más química que exista". Sobre todo considerando que el fin de semana tiene programada una importante cita que Raúl, su mejor amigo, le organizó con una joven atractiva y soltera, buscando abrirse nuevamente al amor después del fracaso matrimonial que vivió.

Quizás esa misteriosa mujer resulta siendo alguien con quien Leonardo pueda construir una relación estable en esta nueva etapa. Alguien positiva y sincera, bien alejada de las sombras tóxicas de su tormentoso pasado.

 

Un mediodía, mientras Leonardo revisa unos informes, Andrea se aproxima a su cubículo cargando con dificultad un par de grandes cajas de archivo.

"Disculpa Leonardo, ¿me echas una mano llevando estas cosas a mi oficina? Las traje en mi auto y no puedo yo sola con ellas".

"Por supuesto Andrea, permíteme ayudarte" responde Leonardo solícito dejando lo que hacía.

Esa mañana, Leonardo se encontraba ultimando un extenso y complejo reporte sobre los avances del innovador proyecto, concentrado tecleando datos y estadísticas, cuando la inconfundible y autoritaria voz de Andrea resonó a sus espaldas, sobresaltándolo levemente:

"Leonardo, lamento interrumpir tu trabajo, pero necesito pedirte un gran favor...¿Tendrías unos minutos para ayudarme a transportar unas pesadas cajas con material de la nueva licitación? Las tengo en mi auto pero no puedo yo sola...".

Girando su silla hacia ella, Leonardo sonríe amablemente. "Claro Andrea, voy en seguida. Deja guardo este documento y te doy una mano con eso".

Cerrando su sesión, Leonardo se pone de pie estirando un poco los brazos entumecidos de tanto teclear, y juntos se encaminan charlando por el corredor hacia los ascensores que llevan al estacionamiento subterráneo.

Mientras esperan descendiendo aquellas interminables plantas en el ascensor, Andrea comenta casualmente, sus ojos fijos en las cambiantes cifras del tablero luminoso sobre la puerta:

"Oye, por cierto, me imagino que al estar tan enfocado estas semanas en sacar adelante este mega proyecto, no has de tener mucha vida social últimamente...¿tienes acaso planes para este fin de semana o sencillamente lo pasarás trabajando?".

Leonardo mira fugazmente a Andrea, buscando sutilmente señales de celos o curiosidad genuina en su pregunta. Finalmente responde, con cierta cautela en la voz:

"Pues sí tengo planes en realidad. Raúl me invitó con una chica que quiere presentarme. Iremos el sábado a ese nuevo bar del centro, "Marea". Quiere que haga vida social y pues le tomé la palabra..."

Con el rabillo del ojo, atento a cada mínima reacción de Andrea, Leonardo nota lo que parece un momentáneo mutis de expresión, un leve revelador atisbo de molestia quizás, antes de que ella vuelva a sonreír de forma enigmática y agregue con tono neutro:

"Ah qué bien, me alegra oír eso. Es bueno que salgas a conocer personas nuevas, te hará bien Leonardo..."

Aunque intenta disimularlo, la respuesta fría de Andrea entristece un poco a Leonardo, pues por unos segundos albergó la secreta ilusión de percibir en ella algo de esos inevitables celos. Ilusión que ahora se disipa, dando paso de nuevo a la cruda realidad donde solo existen empleada y subordinado, nada más...

El ascensor finalmente llega al subterráneo y Leonardo sigue a Andrea hasta su automóvil, estacionado al fondo del solitario garaje.

"Aquí estamos" anuncia ella, señalando un sedán gris con varias cajas apiladas visiblemente en los asientos traseros. "Gracias de nuevo por la ayuda".

"No hay de qué" responde Leonardo afablemente mientras se acerca a abrir la portezuela del copiloto. Pero apenas la entreabre, siente un fuerte empujón por detrás que lo manda a tumbarse sobre el asiento.

"Pero qué...!" alcanza a exclamar desconcertado, cuando de repente ve a Andrea que se abalanza sensualmente sobre él, cerrando la puerta y activando los seguros.

"Shhh...no digas nada..." susurra ella antes de sellar sus labios con un beso tan apasionado que lo deja sin aliento. Las manos de Andrea comienzan a recorrer el pecho y espalda de Leonardo por debajo de su camisa.

Paralizado por la impresionante sorpresa inicial, le toma un par de segundos a Leonardo en reaccionar. Pero pronto la estrecha también con fuerza contra su cuerpo mientras se besan cada vez con mayor intensidad.

¿Será esto un sueño? Se pregunta casi sin osar creerlo, mientras se deja llevar por un mar de nuevas sensaciones y caricias cada vez más osadas dentro de aquel auto...

...Tras un rato de momentos apasionados, Leonardo yace abrazado a Andrea dentro del automóvil, aún recobrando el aliento, con el pecho agitado pero una clara sensación de felicidad dibujada en sus sonrientes rostros.




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