Romance con la Jefa

Capitulo 13 - Fiera defensora

Tras levantarse lentamente, Ricardo encara a Leonardo con mirada desafiante.

"¡Quítale las manos de encima a mi mujer, maldito infeliz!", brama fuera de sí.

Andrea, aún alterada, interviene nerviosa: "Ricardo, por favor, vete y déjanos tranquilos".

Ricardo suelta una risa burlona. "Sigue repitiéndote esa mentira, ¿acaso me vas a negar que estabas con este don nadie en tu auto? ¡No nací ayer!".

Incómodo, Leonardo replica: "Sea como fuere, eso es asunto privado entre Andrea y yo. Le pido modere su tono".

Retorciendo las manos con rabia contenida, Ricardo observa detenidamente a Leonardo.

"Un momento, tu cara se me hace familiar..."., dice escudriñandolo atentamente.

De pronto nota el logotipo corporativo bordado en la camisa de Leonardo.

"Espera, esa insignia...¿trabajas aquí?" pregunta señalando la imagen.

Ante el incómodo silencio, Ricardo entrecierra los ojos y una retorcida sonrisa se dibuja en su rostro.

"No me digas que...tú eres un empleaducho, el subordinado de Andrea..."

Andrea desvía la mirada con cierto nerviosismo, sospechando de algo malo por la sonrisa de Ricardo, confirmando involuntariamente las sospechas de Ricardo, quien suelta una carcajada perversa...

Tras una pausa incómoda, Leonardo encara a Ricardo: "¿Y qué si trabajo para Andrea? No debería ser problema".

Ricardo suelta una carcajada maliciosa. "Claro que lo es, amiguito. Imagínate cómo se vería que una respetable ejecutiva pase 'trabajando' todo el día con un subordinado, para luego salir del brazo de él".

Hace un gesto descriptivo con las manos. "Vamos, hasta un ciego se daría cuenta del tipo de trabajo extra que hace contigo".

Andrea palidece al caer en cuenta de las posibles implicaciones que Ricardo insinúa con saña.

"Su prestigiosa carrera y ascendente posición corporativa se vendrían abajo si esto trasciende. Sería la comidilla de toda la empresa y sus socios".

Leonardo aprieta los puños, furioso por las amenazas. "No se atreva a extorsionar a Andrea. Ella no le debe nada".

Disfrutando el momento, Ricardo saborea su palabrería ponzoñosa. "Yo que tú cuidaría mi empleo y reputación, Andrea. A menos que reconsideres nuestra situación...y la tuya con este don nadie".

Temblando levemente, Andrea endurece la mirada. "No te saldrás con la tuya, Ricardo. Largo de aquí ahora mismo".

Ricardo sonríe burlonamente y replica: "¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer al respecto, eh Andrea? ¿Armar un escándalo aquí con tu empleaducho? ¡Anda, inténtalo! Así podré gritar a los cuatro vientos la clase de relación que tienen ustedes dos. Quedarás como una cualquiera frente a todos".

Tras la amenaza de Ricardo, Andrea se mantiene firme, aunque por dentro siente una punzada de ansiedad. Sabe que un escándalo así podría dañar severamente su reputación y carrera que tanto trabajo le ha costado construir.

Pero no está dispuesta a ceder ante las presiones y el chantaje. Reuniendo valor, responde:

"Adelante Ricardo, haz tu peor intento. Pero te advierto que no lograrás nada. Mi relación con Leonardo es estrictamente profesional y nada de lo que inventes cambiará ese hecho".

Ricardo sonríe con malicia. "Oh, ¿de verdad? ¿Y crees que alguien te creerá? Basta con que suelte el rumor de su amorío para que cunda el pánico. Imagina los titulares: 'Prestigiosa ejecutiva tiene affaire con subordinado'. Tu credibilidad por los suelos, sin mencionar el escarnio público".

Andrea siente un escalofrío pero no se amedrenta. "Inventa lo que quieras. No lograrás probar nada porque no hay nada que probar. Me conoces, Ricardo, sabes que soy intachable en mi trabajo. Así que adelante, haz tu jugada. No tienes nada con qué respaldar tus difamaciones".

Ricardo entrecierra los ojos, sopesando sus opciones. Sabe que sin pruebas, solo conseguirá quedar como un mentiroso desesperado.

Tras unos tensos segundos en silencio, bufa con frustración. "Está bien, ganaste esta partida Andrea. Pero no creas que esto se quedará así. En algún momento bajarás la guardia y ahí estaré para hundirte".

Dicho esto, se da media vuelta y se aleja echando pestes por lo bajo.

Andrea lo observa marcharse, manteniendo una postura firme y desafiante. Pero justo cuando Ricardo desaparece de vista, toda la tensión y adrenalina acumuladas se evaporan. Sus hombros se hunden, su postura se relaja, y deja escapar un profundo suspiro de alivio, como liberando todo el estrés.

"Dios, eso estuvo cerca," murmura, pasándose una mano por la frente. "Por poco y ese demente logra lo que quería."

Preocupado, Leonardo se acerca y le pone una mano en el hombro en señal de apoyo. "Tranquila, todo salió bien. No dejaremos que ese imbécil nos amedrente."

Andrea asiente, aún procesando el torbellino de emociones. "Tienes razón, pero debemos tener cuidado. Ricardo es capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya."

Tras un momento para recomponerse, Andrea retoma su actitud profesional. "Será mejor que volvamos a nuestros puestos. Aún hay mucho trabajo pendiente."

Leonardo asiente. Pero justo cuando se disponen a encaminarse hacia las oficinas, Andrea se da cuenta de lo desarreglados que están tras el altercado.

"Espera, no podemos presentarnos así. Arreglemos nuestra apariencia antes de subir."

Rápidamente Andrea alisa algunas arrugas de su falda y sacude el polvo de su saco, mientras Leonardo se peina con los dedos el cabello revuelto y se acomoda la corbata.

Tras cerciorarse de lucir presentables y no atraer miradas indiscretas, ambos se dirigen al ascensor. Cuando llegan a su piso, Andrea se vuelve hacia Leonardo.

"Por cierto, necesito que me ayudes ahora sí con esas cajas de materiales para la licitación. Las dejé en mi auto cuando tuvimos el... encuentro íntimo y luego pasó todo este incidente con Ricardo."




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