Romance con la Jefa

Capitulo 16 – ¿Progreso Personal o Derrota Social?

Andrea indignada tras la revelación sobre el engaño de Amelia y como ella lo minimiza de tal forma, replica con determinación:

“Esto sólo refuerza mi decisión de divorciarme de Ricardo. Es aún más claro para mí ahora que provengo de una familia con graves problemas en su dinámica marital".

"Yo no pienso repetir los errores del pasado y hacerme de la vista gorda ante una infidelidad como lo hizo usted, Pedro." Sentencia mirando al anciano con una mezcla de pena y reproche.

Amelia intenta intervenir, pero Andrea la frena en seco. "¡Y ni se atrevan a volver a sugerirme que debo ser sumisa y complaciente con Ricardo! Eso sería avalar y premiar sus faltas de respeto".

Pedro niega con la cabeza. "Pero hija, el divorcio es un fracaso. Tu deber como esposa es luchar por la unión conyugal".

Andrea alza una ceja, incrédula ante semejante disparate. "Eso ni yo me lo creo. Mi felicidad y paz mental valen más que salvar las apariencias en un matrimonio roto".

Se pone de pie en señal de que la conversación se terminó. "Agradezco su visita, pero no hay marcha atrás en mi decisión. Lo que vi y viví aquí sólo me convence más de disolver mi matrimonio con Ricardo de raíz. Ahora por favor retírense de mi casa".

Antes de marcharse, Amelia se detiene y mira fijamente a Andrea. "Hay algo más que debes saber, querida. Ricardo ya nos contó sobre tu inapropiado romance con ese jovencito".

Andrea palidece. "¿Qué? ¡Eso no es asunto suyo!".

"Claro que lo es." acota Pedro. "Eres la esposa de nuestro hijo aún ante la ley. Esta relación es indigna de alguien de tu posición".

Amelia asiente. "Espero que esto solo sea una locura pasajera. De lo contrario, puede acarrearte graves consecuencias profesionales y personales".

Atónita, Andrea balbucea. "No...no se atreverían...".

Amelia sonríe fríamente. "No nos pongas a prueba, Andrea. Sabemos de tus aspiraciones de ascender en la empresa. Sería una lástima que este desliz con tu joven subordinado se supiera...".

Pedro concluye la amenaza. "Te conviene terminar ese capricho y pensar bien si vale la pena arriesgar tu carrera por un amorío sin futuro. Buenas tardes."

Tras marcharse Pedro y Amelia con esa ominosa advertencia, Andrea intenta mantener la compostura los primeros segundos. Pero la furia, frustración e impotencia acumuladas rápidamente estallan en forma de grito primal.

"¡Maldita sea!" brama temblando de coraje, propinando un sonoro golpe a la pared. Las amenazas de sus suegros retumban en su mente, burlándose de ella.

"¡No puedo creer que Ricardo y sus padres se atrevan a chantajearme de esta forma!" exclama al borde de las lágrimas, pateando la mesa en un arranque de descontrol total.

Tras descargar parte de su ira, se deja caer en el sofá abatida. "No es justo..." musita entre dientes, odiando sentirse acorralada por quien se supone debía ser su familia política.

Humillada y furiosa, maldice una y otra vez la capacidad de Ricardo para manipular siempre las cosas a su favor. Hundiendo el rostro entre las manos, un amargo sollozo se escapa desde su garganta. La impotencia de no poder con esta tormenta la está destrozando.

De repente siente unos protectores brazos rodeándola por detrás. Es Leonardo, quien alarmado por los estruendos había salido disparado del cuarto contiguo. Sin mediar palabra, simplemente la estrecha con fuerza, fusionando su apoyo silencioso con el dolor desbocado de ella.

Andrea voltea a verlo con los ojos enrojecidos, aún procesando la amenaza recibida. "Leonardo, lo siento, no quería que me vieras así...", solloza refugiándose en su pecho.

Leonardo niega suavemente. "No te disculpes, eso es lo de menos ahora". Le acaricia el pelo mientras Andrea se desahoga entre lágrimas.

"Quizá deberíamos mantener más distancia, para que no tengas más problemas por mi culpa". Sugiera Leonardo apenado tras un rato. Preocupado de ser motivo de chantaje para ella.

Para su sorpresa, Andrea se separa y lo mira fijamente. "No, eso es justo lo que Ricardo y sus padres quieren lograr. No pienso permitir que nadie tome decisiones por mí en contra de mi voluntad."

Secándose las lágrimas, ella afirma: "Si de algo estoy segura es que deseo seguir a tu lado. Ambos merecemos ser felices luego de tantas desgracias".

Conmovido, Leonardo acuna su rostro entre las manos y la mira fijamente. "Tienes toda la razón, después de tantos golpes del destino nos merecemos una segunda oportunidad en el amor".

Y sin más, la besa transmitiéndole en esa caricia todo su apoyo incondicional y creciente enamoramiento por ella. Andrea cierra los ojos y se entrega a ese beso, fusión perfecta de consuelo y deseo contenido.

Poco a poco el beso sube de intensidad, volviéndose más urgente y profundo, perdiendose en el deseo hasta el estallido simultáneo de pasión, yacen aún unidos en un abrazo de quietud y saciedad. El conflicto con Ricardo ahora parece muy lejano, desplazado por la fuerza innegable de este nuevo e incipiente amor.

Tras unos días enfocados de lleno en el trabajo, el altercado con los padres de Ricardo en casa de Andrea parece ahora un episodio lejano para Leonardo, concentrado en el proyecto que le asigno Andrea se sobresalta cuando Raúl lo llama a su oficina.

En los cubículos vecinos, el llamado dispara los ya acostumbrados cuchicheos entre los compañeros.

"Uh, al parecer al fin lo pescaron en alguna cosa rara" comenta una joven empleada a su colega.

"No sé, yo creo que exageran con tanto prejuicio." acota un ejecutivo más veterano. "He revisado los reportes de Leonardo y realmente tiene buenas ideas, sus números no mienten sobre sus competencias".

Camino a la oficina de Raúl, Leonardo alcanza a escuchar ese comentario positivo entre los murmullos usuales. Una pequeña sonrisa asoma en su rostro. Al menos no todos lo han condenado sin derecho a réplica.




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