Romance con la Jefa

Capitulo 24 - ¿Mesa para dos? (Parte 1)

Leonardo estaba en su nuevo despacho, sumido en papeles y proyectos que se acumulaban en su escritorio. El ritmo era frenético, pero había un brillo de entusiasmo en sus ojos que no se veía desde hace tiempo. Se sentía bien estar de nuevo en una posición que desafiaba su mente y espíritu, aunque también traía consigo una considerable carga de estrés.

En medio de revisar un informe, escuchó un golpe suave en la puerta. Al mirar hacia arriba, vio a Raúl asomando la cabeza. "¿Estoy interrumpiendo?" preguntó Raúl con una sonrisa.

Leonardo sonrió y le hizo un gesto para que entrara. "Nunca es una interrupción. ¿Cómo estás, amigo?"

Raúl entró y se sentó frente a él. "Estoy bien, pero la verdadera pregunta es cómo estás tú. Este lugar parece un campo de batalla," comentó Raúl, observando los papeles esparcidos por todo el escritorio de Leonardo.

Leonardo suspiró, apoyándose en su silla. "Es verdad, es estresante, pero te confieso que extrañaba este ritmo. Me recuerda a los días cuando trabajaba en la empresa de mi padre, sabes, esa sensación de estar en el meollo del asunto."

Raúl asintió, comprendiendo la referencia. "Parece que hay un poco de nostalgia en el aire, ¿eh? ¿A qué viene eso?"

Leonardo miró hacia la ventana, pensativo. "No estoy seguro, Raúl. Últimamente me he encontrado pensando mucho en mi familia... en mis hijas." Su voz se suavizó con cada palabra, revelando una mezcla de cariño y dolor.

Raúl frunció el ceño, su tono se volvió preocupado. "¿Las volviste a ver recientemente?"

Leonardo suspiró, su mirada se perdía en el vacío. "Si, recientemente vi a mis hijas, Raúl. Fue durante un encuentro casual en un café... no fue fácil. María y Melissa han crecido tanto. El verlas así, junto a Gabriela y Luis, me ha traído un torrente de recuerdos y emociones"​​.

Raúl frunció el ceño, consciente del dolor que su amigo debía estar sintiendo. "Debe haber sido duro, ¿eh? ¿Cómo te trataron?"

"No fue el reencuentro que hubiera esperado. La forma en que me miraron... como si fuera un extraño. Me duele, Raúl. Me duele no ser parte de sus vidas como debería"​​.

"Es comprensible," dijo Raúl, poniendo una mano en el hombro de Leonardo. "Pero estás aquí ahora, mejorando cada día. ¿Hay algo que quieras hacer al respecto?"

Leonardo miró a su amigo, agradecido por el apoyo. "Estoy pensando en escribirles una carta. Algo para expresar cómo me siento, sin la presión de un encuentro directo"​​.

"Suena como un buen primer paso," afirmó Raúl. "Y sabes que cuentas conmigo para lo que necesites. Un paso a la vez, amigo."

Leonardo asintió, sintiendo un atisbo de esperanza. "Gracias, Raúl. Tener tu apoyo significa mucho para mí."

Ambos amigos compartieron un momento de silencio, comprendiendo la carga emocional que Leonardo llevaba. Raúl, buscando levantar el ánimo, sugirió, "¿Qué tal si salimos a tomar algo después del trabajo? Te vendría bien despejar la mente."

Leonardo agradecía la invitación de Raúl, pero una leve vacilación se reflejaba en su expresión. "Realmente agradezco la oferta, Raúl, pero tengo otros planes esta noche," dijo, su tono indicaba que había algo significativo en esos planes.

Raúl, curioso, levantó una ceja. "¿Oh? ¿Planes especiales?"

Leonardo sonrió ligeramente, su mirada se suavizó al mencionar sus planes. "Sí, de hecho. Tengo una cita con Andrea."

Raúl asintió, entendiendo la importancia de esa mención. "Eso suena serio. ¿Cómo van las cosas entre ustedes?"

"Bien, estamos yendo despacio, intentando conocernos mejor. Andrea es increíble, y después de todo lo que ha pasado, quiero asegurarme de que las cosas se hagan bien esta vez," explicó Leonardo con un tono de voz que reflejaba tanto su respeto por Andrea como su deseo de no apresurar las cosas.

"Es una buena estrategia. Ella te hace bien, ¿no es así?" Raúl sonrió, contento por su amigo. "Me alegro de que estés tomando las cosas con calma, asegurándote de que ambos estén en la misma página."

Leonardo asintió, agradecido por el entendimiento de Raúl. "Exactamente. No quiero repetir errores del pasado. Andrea y yo tenemos mucho en común, pero también venimos de situaciones complicadas. Queremos asegurarnos de que esto funciona, por las razones correctas."

"Suena como si realmente te importara. Eso es bueno, muy bueno," comentó Raúl, dándole una palmada amistosa en el hombro. "Entonces, ve y disfruta de tu noche. Parece que será una buena."

"Gracias, Raúl. Lo haré," respondió Leonardo, su semblante aliviado por tener a alguien que comprendía la importancia de lo que estaba construyendo con Andrea.

Con una sonrisa y un último intercambio de buenas vibraciones, Leonardo se preparó para su cita, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación. No era solo una cena; era un paso más hacia algo potencialmente maravilloso y duradero.

Leonardo revisaba su apariencia frente al espejo de su apartamento, ajustando la corbata con manos ligeramente temblorosas. Aunque había estado en muchas citas a lo largo de su vida, esta se sentía diferente, más significativa. Estaba decidido a que todo fuera perfecto.

Justo cuando estaba dando los últimos toques a su atuendo, su teléfono sonó. Al ver que era Andrea, su corazón dio un pequeño salto. "Hola, Andrea," respondió, intentando mantener su voz tranquila.

"Leo, quiero hablar algo urgente contigo," dijo ella, su voz sonaba preocupada, lo que hizo que Leonardo frunciera el ceño con inquietud.

"Claro, claro. ¿Podemos hablar de esto en la cita? Estoy un poco retrasado y acabo de salir," explicó Leonardo, revisando su reloj y calculando el tiempo que le tomaría llegar al restaurante.

Pero Andrea insistió, "Es realmente urgente, Leonardo. No estoy segura de que deba esperar."

Leonardo, aunque preocupado por el tono de urgencia en su voz, trató de tranquilizarla. "Entiendo, pero en unos minutos más estaremos juntos y podremos hablar de todo con calma. Creo que será mejor así."




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