La cena en "Le Bistro" continuaba en un ambiente cordial, pero la atmósfera se había cargado ligeramente con el nuevo tema de conversación que giraba alrededor de Andrea y su vida amorosa. Luis, a pesar de su apariencia calmada y sonrisa forzada, luchaba internamente con un torbellino de emociones. Su intento de ocultar celos y frustración se hacía cada vez más difícil, especialmente tras el descubrimiento inadvertido de que Andrea podría estar involucrada sentimentalmente con alguien.
Gabriela, quien había desarrollado un afecto genuino por Andrea, notaba la tensión creciente y se esforzaba por mantener la conversación en un terreno seguro. Sin embargo, las niñas, con la inocencia y la curiosidad que caracteriza a los más jóvenes, no podían dejar de especular y preguntar sobre el misterioso novio de Andrea.
"¿Tu novio es famoso?" preguntaba Maria con una mirada llena de imaginación, mientras Melissa asentía entusiasmada, ambas claramente disfrutando del juego de adivinar.
Andrea, encontrándose en una posición delicada, sonreía a las niñas tratando de manejar la situación con gracia. "No, no es famoso," respondía, intentando desviar la atención de cualquier detalle que pudiera conectarla con Leonardo.
"¿Él es alto y fuerte?" inquirió Melissa, sus ojos brillando con la expectativa de una respuesta emocionante.
"Sí, podría decirse que es alto," contestaba Andrea, cada vez más consciente de los ojos curiosos de los adultos en la mesa, especialmente los de Luis, cuya mirada no disimulaba bien su descontento.
Gabriela, notando que Andrea empezaba a sentirse incómoda con el interrogatorio infantil, intervenía suavemente. "Niñas, ya es suficiente. Andrea nos contará sobre él cuando ella quiera, ¿de acuerdo?" Su tono era dulce pero firme, y Maria y Melissa asentían, aunque claramente desilusionadas por tener que detener su juego de preguntas.
Ana y Roberto, quienes habían observado la interacción con una mezcla de diversión y preocupación, trataban de aliviar la presión. "Andrea, no te preocupes," decía Ana con una sonrisa reconfortante. "No es un interrogatorio, querida. Todos estamos solo curiosos, y entendemos que puede ser incómodo hablar de estas cosas con personas que acabas de conocer."
Roberto añadía con un tono cálido, "Sí, tómate tu tiempo. La familia puede ser abrumadora a veces, pero solo es nuestro modo de mostrarte que te acogemos."
Las niñas, aunque reprendidas, no perdían su entusiasmo y seguían murmurando entre ellas, inventando historias fantásticas sobre el misterioso novio de Andrea. "Tal vez es un superhéroe," susurraba Maria a Melissa, que respondía con una risita, "¡Sí, como en los cómics!"
Andrea sintiendo la necesidad de un respiro. Con una excusa educada, se levantó de la mesa. "Disculpen, necesito ir al baño," dijo con una sonrisa. Gabriela asintió con comprensión, y las niñas, María y Melissa, le lanzaron una mirada curiosa, preguntándose qué haría una adulta en el baño que pudiera ser interesante. Andrea caminó hacia el baño de mujeres, su mente girando en torno a los eventos de la noche.
Una vez en la privacidad del baño, Andrea se apoyó contra el lavabo de mármol, mirando su reflejo en el espejo. Su expresión reflejaba la fatiga emocional de mantener una fachada de calma y cordialidad. Si solo supieran que estoy saliendo con Leonardo... pensó, ¿cambiarían su actitud amable y abierta hacia mí? La idea la inquietaba profundamente. Sabía cuán complicadas eran las dinámicas familiares y cómo la percepción de Leonardo como un paria afectaba todo.
¿Y si al revelar nuestra relación pudiera ayudar a ver a Leonardo bajo una nueva luz? se preguntó, considerando cómo la honestidad podría cambiar la narrativa establecida por años de distanciamiento y malentendidos. Pero la incertidumbre sobre cómo podrían reaccionar Ana, Roberto y especialmente Luis, quien claramente albergaba sentimientos fuertes y complejos hacia ella, la llenaba de dudas.
Perdida en sus pensamientos, Andrea no escuchó la puerta del baño abrirse. No fue hasta que una sombra se reflejó en el espejo que se dio cuenta de que no estaba sola. Giró bruscamente para encontrarse con Luis, su expresión era una mezcla de celos y furia contenida.
"Luis, ¿qué haces aquí?" comenzó a preguntar, pero antes de que pudiera terminar, él avanzó hacia ella con un brillo de determinación en los ojos.
"No quiero que estés con nadie más, Andrea. Debes ser solo mía," susurró Luis, su voz baja y peligrosamente suave.
El corazón de Andrea se aceleró, la proximidad y la intensidad de Luis eran abrumadoras. Antes de que pudiera procesar completamente la situación, Luis intentó abalanzarse sobre ella para besarla. Instintivamente, Andrea reaccionó. Con un movimiento rápido y decidido, golpeó a Luis en la entrepierna, haciendo que se doblara de dolor.
"No te atrevas a tocarme," dijo firmemente, su voz temblaba ligeramente por la adrenalina. "No soy tuya ni de nadie. Si vuelves a hacer algo así, lo lamentarás."
Luis, agarrándose, miró a Andrea con una mezcla de sorpresa y resentimiento. "No tienes idea de lo que estás desencadenando," gruñó entre dientes.
Andrea se enderezó, su postura era de desafío. "Y tú no tienes idea de con quién estás tratando. Mantente alejado de mí."
Con esas palabras, salió del baño, dejando a Luis aun recuperándose del golpe. Al volver a la mesa, su mente era un torbellón de emociones. Decidió que debía actuar con cautela y, por el momento, guardar el incidente para sí misma, especialmente para proteger a las niñas de cualquier drama innecesario.
Al regresar a la mesa, el corazón de Andrea latía con fuerza, un torrente de emociones y pensamientos revoloteaban en su mente tras el incómodo encuentro con Luis en el baño. A pesar de su deseo de permanecer tranquila, su ansiedad era palpable, un detalle que no pasó desapercibido para Gabriela, quien observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad.