Horas más tarde, Luis entró a la oficina de Andrea con una gran sonrisa que no alcanzaba a ocultar su verdadera intención. "Andrea, necesitamos resolver esos problemas urgentemente," dijo con una voz que trataba de sonar preocupada. "Pronto habrá una reunión de emergencia por los múltiples problemas que se están reportando."
Andrea, concentrada en sus documentos, levantó la mirada y respondió con firmeza: "Lo resolveré, Luis. Estoy trabajando en ello."
Luis, insistente, dio un paso más hacia su escritorio. "No, Andrea. Tienes que hacerlo ya. La situación es crítica." Hizo una pausa y añadió con una sonrisa insinuante: "Quizá si almorzamos juntos y lo conversamos con una bebida, podríamos encontrar una solución más rápida."
Andrea sintió una oleada de repulsión por el intento de chantaje. Mantuvo la compostura, pero su respuesta fue firme y con un toque de ironía. "Gracias por la oferta, Luis, pero creo que puedo manejarlo sola. No necesito una bebida para hacer mi trabajo."
Luis, visiblemente irritado por el rechazo, sintió cómo el cansancio y la falta de sueño comenzaban a pasarle factura. Había pasado la noche en vela, atormentado por la discusión con Gabriela y su propio error. Su autocontrol se debilitó, y en un arrebato, agarró a Andrea del brazo.
Andrea, sin soportar más la situación y actuando por reflejo, ejecutó una llave que lo tiró al suelo con un movimiento rápido y preciso. Luis cayó de espaldas, aturdido.
Andrea, con una expresión inocente, le preguntó con calma: "¿Estás bien, Luis? Parece que te has caído por descuido."
Luis se incorporó lentamente, frotándose el brazo con una mezcla de dolor y furia. "No te creas tan grande, Andrea," gruñó. "Vas a sufrir por no reconocer a quién no debes enfrentar."
Andrea, manteniendo la compostura, lo miró fijamente y respondió: "Creo que no soy yo quien necesita aprender esa lección, Luis. Te sugiero que te tomes un momento para calmarte y recordar cuál es tu lugar aquí."
Luis, con una mirada asesina, se levantó del suelo y salió de la oficina sin decir una palabra más, dejando a Andrea con una mezcla de alivio y determinación. Sabía que la batalla con Luis estaba lejos de terminar, pero también sabía que no estaba dispuesta a dejarse intimidar.
La sala de juntas estaba iluminada por una luz tenue, reflejo del agotamiento de una jornada que se había extendido más allá de lo esperado. Roberto y los demás ejecutivos estaban reunidos, sus rostros mostraban una mezcla de preocupación y frustración. Luis, con ojeras profundas y una expresión de cansancio evidente, se encontraba también presente, preparado para la reunión de emergencia.
"Andrea," comenzó Roberto con una voz que intentaba mantener la calma, "hemos recibido múltiples reportes de problemas graves en varios proyectos. ¿Qué está pasando?"
Luis, aprovechando el momento, intervino rápidamente. "Roberto, es claro que estos problemas han surgido bajo la supervisión de Andrea. He revisado algunos de los informes y es evidente que hubo una falta de control y seguimiento de su parte."
Los otros ejecutivos asintieron, y las miradas de desaprobación se dirigieron hacia Andrea. Roberto, decepcionado, la observó con ojos que reflejaban su desilusión. "Pensé que eras la persona adecuada para este puesto, Andrea."
Mientras los reclamos hacia ella aumentaban, Luis no pudo evitar una sonrisa victoriosa. Estaba seguro de que había ganado esta batalla.
Andrea, sin embargo, mantuvo la calma. "Entiendo sus preocupaciones," dijo, alzando la voz para hacerse oír sobre el murmullo creciente. "Pero les aseguro que lo que está ocurriendo no es simplemente un problema de gestión."
Andrea sacó un conjunto de documentos de su carpeta y los colocó en la mesa. "He encontrado evidencia de manipulación y corrupción dentro de nuestra organización. Varios de estos problemas no son errores casuales, sino actos deliberados."
El silencio se hizo en la sala mientras los ejecutivos miraban los documentos con creciente nerviosismo. Los nombres de algunos de ellos estaban claramente implicados.
"Estos documentos muestran transacciones sospechosas y comunicaciones internas que revelan una conspiración para sabotear proyectos," continuó Andrea. "Los errores no son fruto de una mala gestión, sino de una manipulación intencionada."
El rostro de Roberto pasó de la decepción al desconcierto mientras revisaba la evidencia. Los ejecutivos mencionados comenzaron a mostrar signos de inquietud, sus miradas se cruzaban con nerviosismo.
Luis, sintiendo que su victoria se desvanecía, intentó recuperar el control. "Esto es ridículo, Andrea. Estás tratando de desviar la culpa con acusaciones infundadas."
Andrea se mantuvo firme. "Luis, las pruebas son claras. Y si bien admito que hay áreas en las que necesito mejorar, no aceptaré ser el chivo expiatorio de una corrupción interna."
Roberto, aún con los documentos en la mano, se dirigió a los otros ejecutivos implicados. "Quiero escuchar sus explicaciones sobre esto. ¿Tienen algo que decir?"
Uno de los ejecutivos, José, intentó defenderse. "Esto es una tontería, Roberto. Andrea está inventando todo esto para salvar su pellejo. Nunca hemos estado involucrados en nada corrupto."
Andrea lo interrumpió, mostrando un correo electrónico. "José, aquí tienes una comunicación directa tuya con uno de los proveedores, arreglando precios por debajo del mercado y desviando fondos. ¿Quieres negarlo?"
José miró el documento, su rostro palideciendo. "Eso... eso no prueba nada. Podría ser una falsificación."
Roberto frunció el ceño. "¿Una falsificación? Estas son tus palabras, José. La coincidencia es demasiada."
Otro ejecutivo, Manuel, se unió a la defensa. "Andrea, esto es un golpe bajo. Nos estás acusando sin pruebas reales. Todos sabemos cómo funciona el mercado. A veces hay que hacer ajustes."