Mientras Andrea y Leonardo salían de la empresa, se encontraron en la recepción con un hombre que parecía estar esperándolos. Era un hombre de aproximadamente 40 años, vestido elegantemente con un traje oscuro y bien cortado. Al acercarse, el hombre les sonrió con confianza y se presentó simplemente como "Alessio."
"Buenos días," dijo Alessio, extendiendo su mano hacia Andrea. "Soy Alessio, representante de una empresa interesada en hablar con usted, como la nueva jefa del negocio tras el retiro de Luis."
Andrea, algo sorprendida que un desconocido sepa que ella acaba de tomar el mando le responde, pero manteniendo la compostura y estrechándole la mano. "Claro, Alessio. Puede sacar una cita con la recepcionista y agendamos un momento adecuado para hablar."
Alessio, sin perder su sonrisa, insistió: "Entiendo, pero créame, lo que tengo que proponerle es una oportunidad que no podrá rechazar. Creo que es mejor que lo veamos ahora."
Andrea, notando la firmeza en su tono y la insistencia en sus palabras, dudó por un momento. Miró a Leonardo, quien asintió sutilmente, dándole a entender que podrían escuchar lo que el hombre tenía que decir. Finalmente, Andrea accedió. "De acuerdo, vamos a mi oficina."
Alessio los siguió hasta la oficina de Andrea. Una vez allí, comenzó a dar una exposición detallada sobre el negocio que representaba. Abrió su maletín y sacó documentos, gráficos y un portafolio de propuestas que dejó sobre la mesa. Con una presentación fluida y bien estructurada, explicó las ventajas y beneficios de la colaboración que proponía.
A medida que avanzaba la presentación, tanto Andrea como Leonardo quedaron impresionados. La propuesta era sólida, estable y con un potencial de ganancias significativas. Además, parecía estar alineada con los objetivos a largo plazo que Andrea había considerado para la empresa.
Cuando Alessio terminó su exposición, Andrea no pudo evitar sonreír. "Esto es... realmente impresionante. Es un negocio que no podemos rechazar, y como nueva jefa, creo que es una gran oportunidad para la empresa."
Alessio, notando su entusiasmo, sonrió ampliamente con total inocencia. "Exactamente. Sabía que no lo rechazaría. Felicidades por el cargo, señorita Andrea. Preferimos hacer negocios con alguien como usted, que sabe lo que hace."
Antes de retirarse, Andrea, movida por la curiosidad, le preguntó: "Una última cosa, Alessio. ¿Cómo supo que yo sería la nueva jefa?"
Alessio mostró una sonrisa aún más grande. "Era obvio que sería usted. Después de todo, es la más capacitada y la persona más limpia en los altos mandos de la empresa, según lo que investigamos. Su reputación la precede."
Con esas palabras, Alessio se despidió, felicitando una vez más a Andrea y asegurándole que estaba ansioso por comenzar a trabajar juntos. Después de que se retiró, Leonardo se volvió hacia Andrea, con una expresión pensativa.
"Actuó un poco raro, ¿no crees?" comentó Leonardo, entrecerrando los ojos.
Andrea asintió, aunque seguía entusiasmada por la oportunidad. "Sí, lo hizo, pero el negocio que propone es muy bueno. Esto podría ser justo lo que necesitamos para que los socios vuelvan a confiar en la empresa."
Leonardo asintió, aunque no pudo evitar sentirse un poco inquieto. Decidió dejarlo pasar y cambió el tema, mirando alrededor de la oficina de Andrea. "Tienes una oficina muy bonita," comentó con un tono seductor, acercándose a ella lentamente. "¿No crees que deberíamos estrenarla?"
Andrea rió suavemente, aunque lo detuvo con un gesto de la mano. "Leonardo, no voy a volver a tener relaciones en lugares de la empresa. Esta es una oportunidad valiosa que tengo como Jefa, y no la voy a arruinar."
Leonardo comprendió y asintió, esbozando una sonrisa y tomando su cadera. "Tienes razón. Entonces, ¿qué te parece si salimos a celebrar tu ascenso donde me hospedo? Podemos brindar por la nueva jefa."
Andrea sonrió ampliamente. "Eso suena como una excelente idea."
Tomados de la mano, salieron corriendo de la oficina, riendo y disfrutando del momento. Justo en ese instante, Roberto los vio salir desde el otro lado del pasillo. Se detuvo un momento, observando cómo su hijo y Andrea se reían, compartiendo una alegría genuina.
Roberto sintió una oleada de felicidad. En las pocas veces que había visto a Leonardo últimamente, siempre lo había notado con una expresión triste o enojada. Verlo ahora, riendo y mostrando una faceta más alegre, le dio una nueva esperanza.
Mientras los veía alejarse, Roberto decidió que había hecho bien en confiar en Andrea. Si ella era capaz de sacar ese lado de Leonardo, entonces tal vez, solo tal vez, ella sería la persona adecuada para dirigir la empresa hacia un futuro mejor.
Andrea y Leonardo regresaban al apartamento de Andrea después de pasar horas románticas y apasionadas en el lugar donde Leonardo se hospedaba. Al abrir la puerta del apartamento, se encontraron con una escena que era una mezcla de ternura y caos.
En la sala, las niñas habían construido un fuerte con el colchón importado de Andrea y los cojines caros que no se podían lavar en su sofá. Las risas y murmullos de las niñas llenaban el aire. Melissa y María estaban usando algunos de los vestidos de oficina de Andrea sobre su ropa habitual. Melissa se había puesto una falda larga de Andrea sobre su vestido, como si fuera un traje completo, y la había adornado con stickers de flores. María, por su parte, también había improvisado un atuendo con una falda, y se había hecho una corona de papel, que quedaba torcida sobre su cabeza, pero la portaba con orgullo. La imagen era encantadora; las niñas parecían princesas jugando a ser reinas de un castillo hecho de almohadas y cojines.
El taxista, completamente metido en el juego, actuaba como un caballero de la corte. Llevaba puesto un saco de Leonardo a modo de armadura, aunque le quedaba grande y su aspecto era más cómico que intimidante. A su lado, Gabriela había entrado en el espíritu del juego y se había envuelto en sábanas, como si fuera una sirvienta medieval, asistiendo a sus pequeñas reinas.