Me llamo Rossaline Moon y estoy cursando mi último año de preparatoria. La preparatoria royal es una de las mejores en todo chicago pero muchos de sus estudiantes ciertamente no son los mejores y eso debo admitirlo.
Todos me ven como si yo fuera algo del otro mundo, como si fuera… no sé, la hija del presidente o algo así, y se debe principalmente a que mis padres son adinerados y son los mayores donantes de esta preparatoria; tengo las mejores notas, soy buena en los deportes y además soy bastante popular. Tengo la vida que cualquier muchacha de mi edad desea tener, y cualquiera pensaría que mi vida es perfecta por las razones ya mencionadas con anterioridad pero la verdad es que ni siquiera se acerca a ser la vida perfecta.
Mis padres no se preocupan en lo más mínimo por mí, solo les interesan mis calificaciones y que algún día pueda dirigir su compañía. Quieren controlar mi vida como si les perteneciera y jamás reconocen mis méritos, para ellos nunca es suficiente lo que hago para complacerlos, y eso es realmente frustrante pero por suerte, mi abuela es una hermosura de persona, una mujer sumamente maravillosa y cariñosa que cada día se esfuerza por darme ese cariño que mis padres no me dan.
Realmente he aprendido mucho de ella y siendo sincera es quien me motiva a seguir intentándolo, aunque mis desesperados esfuerzos por conseguir algo de aprobación por parte de mis padres estén completamente mal y sean una total pérdida de tiempo, gracias a mi abuela me siento motivada para continuar.
Realmente siento algo de paz cuando estoy fuera de casa, sobre todo cuando estoy en la preparatoria porque allí consigo de alguna manera la aprobación que espero recibir por mis méritos, pues todos se la viven adulándome por mis calificaciones, por mis aptitudes deportivas y por ser la chica más popular de todo Royal high, sin embargo al mismo tiempo me siento bastante vacía pues siento que la aprobación de cualquiera, incluso la de mis padres es completamente innecesaria porque solo importa que tan decidida estoy a luchar por mis propias aspiraciones. Una de tantas cosas que he aprendido de mi abuela.
Y es realmente patético de mi parte que aun sabiendo esto siga buscando esa aprobación, pero “¿Cómo se supone que debo lidiar con esto?” Era la pregunta que me hacía a diario sin hallar una respuesta; finalmente encontré algo de satisfacción haciendo algo aun sin recibir la aprobación merecida por mis méritos. Comencé a ayudar a una chica llamada Linda, sus calificaciones no eran muy buenas y en realidad no era muy brillante “demasiado superficial y plástica” pensé, pero mis deseos de ayudarla solo se veían incrementados por estas observaciones.
Por primera vez en toda mi vida hacia algo por mera autocomplacencia, y realmente me sentí satisfecha ayudando a esta chica; pronto ella se había vuelto mi amiga y aunque ciertamente no era muy brillante, sabía que podía contar con ella para sonreír, y eso me bastaba, o al menos eso creí hasta que toque en la misma clase que Thomas Wolf; un muchacho bastante guapo. Sus ojos eran azules como el cielo, y su cabello negro casi castaño, largo a la altura de su mentón.
Parecía ser muy solitario y su mirada era fría como el hielo, como si estuviera vacío y fuera incapaz de sentir emociones, lo cual me llamo mucho la atención, pues de cierta manera me sentía y me veía reflejada en esa mirada fría y sin emociones. Y aunque al principio no conocía su nombre, luego saber cuál era, supe un poco más acerca de él; supe que lo llamaban el lobo solitario porque en muchas oportunidades había expresado abiertamente su desagrado hacia las personas y su apego hacia la soledad, y fue cuando comprendí porque tenía esa mirada.
“Algo muy malo tiene que haberle ocurrido” me dije a mi misma pensando en su situación y me vi motivada sin saber por qué de manera espontánea a descubrir la razón que lo había orillado a llevar una vida completamente solitaria. Y aunque al principio no sabía cómo acercarme a él, la oportunidad perfecta se dio a la mitad de nuestro último semestre en Royal high, cuando un día durante la clase de química fue completamente obligatorio sentarse con un compañero y al no quedar nadie más con quien pudiera sentarme, el profesor hizo que trabajáramos juntos.
Al principio Thomas era terriblemente hostil, pero yo estaba convencida de que detrás de toda esa hostilidad había una gran bondad y estaba decidida a sacarla a la luz a como diera lugar. Con eso en mente seguí intentando acercarme a él día tras día, siendo tratada lo peor posible, y desencadenando una serie de sucesos en los que realmente acabe bastante apenada debido a que sentía culpa al haberlo hecho molestar, mas sin embargo su constante rechazo no era suficiente para que me diera por vencida ya que estaba acostumbrada a que mis méritos no fueran reconocidos.
Una mañana lo oí hablar con su tía, y al parecer su padre había sido asesinado por unos delincuentes durante las horas de la madrugada, lo cual me hizo pensar que tal vez eso lo devastaría. Ese mismo día al salir de clases iba caminando y me encontré a un cachorro cuya pata estaba lastimada e intente ayudarlo pero no paraba de gruñir, hasta que me acerque para sujetarlo y me mordió el brazo clavándome los colmillos sin soltarme; aproveche esto para levantar al cachorro y en eso apareció Thomas y me ayudo a calmarlo.