romance entre un lobo y la luna

Cap.11: Un nuevo hábitat, viejas costumbres.

Rosse dejo las maletas junto a su padre y vino hacia mi cautelosa.

- Thomas, hola – dijo ella un poco confusa.

- Ah, hola Rosse, al fin estamos aquí - ¿Estas tan emocionada como yo? – interrogue al final.

- Si… sí – tartamudeo Rosse - la verdad lo estoy pero… ¿De dónde sacaste esa chaqueta y ese casco? – interrogó luego muy confundida.

- Fueron un obsequio de mi padre – respondí con mucha tranquilidad.

- Vaya, debo decir que me sorprende que decidieras aceptar la motocicleta ¿Cuándo fue que aprendiste a conducirla?

- Si, yo tampoco creí que la aceptaría pero supongo que era una buena forma de comenzar mi nueva relación con mi padre, puesto que el mismo fue quien me enseño a conducirla.

Rosse parecía descontenta con esto por alguna razón, peeero no era algo que me quitara el sueño después de todo, así que no le preste la más mínima atención. Ella se despidió de su padre quien le compartió unas palabras antes de irse, mirándome como si le estuviera hablando de mí, y luego volvió hacia mí diciendo.

- Mi padre dice que con esa chaqueta y sobre la motocicleta te pareces aún más a tu padre.

La observe con despreocupación y guarde silencio, quizá tenía razón, me parezco a mi padre, pero no soy el, soy mejor.

Ambos tomamos un camino diferente al ir a nuestras respectivas torres y luego fuimos con el director de la universidad por separados, quien nos daría un recorrido por el campus y además nos indicaría quienes serían nuestros profesores y las pautas reglamentarias de Harvard. Por mi parte cuando fui con el director, lo primero que hice fue exponerle mi desagrado hacia las personas y mi falta de interés por hacer amigos, explicándole que no tenía ninguna intención de causar problemas y que por lo tanto me disculpara si en algún momento alguna queja por mi comportamiento llegaba a sus oídos.

-  No se preocupe señor Wolf, esto no es la preparatoria, aquí, cada quien tiene su forma de pensar y actuar y respetamos los ideales de todos nuestros estudiantes, eso sin contar que en todo caso su mayor problemática seria el consejo estudiantil conformado por los mismos estudiantes de la facultad.

Dijo el director Warren, y sus palabras me hicieron sentir mucho alivio puesto que eran señal de que no tendría los mismos problemas que constantemente tenía en la preparatoria Royal.

Para culminar el recorrido me presento a los directores del consejo estudiantil quienes eran de cursos ya más avanzados y todos y cada uno eran muy diferentes. Me presente e inmediatamente exprese mi falta de interés por hacer amigos, pidiéndoles que evitaran a toda costa querer ser sociables conmigo, alegando que no necesito tal cosa. Y era la verdad, no necesitaba sus conductas sociales, solo necesitaba lo que esta universidad me iba a enseñar para poder convertirme en lo que quería ser.

No tarde siquiera una semana en hacerme mi antigua reputación del lobo solitario estando en Harvard y no me molestaba, la verdad me sentía muy bien con esto, ya que significaba que todos se alejarían de mi “buenas noticias” me dije a mi mismo. Por otro lado, así como yo me había hecho mi reputación, también Rosse hizo la suya volviéndose la chica más popular de nuestro curso en tan solo un par de días, aunque ella alegara que intentaba ser discreta, creo que no lo intento demasiado.

Rosse se volvió parte del consejo estudiantil pues su carisma, su registro académico y su pronta popularidad llamo la atención de los estudiantes de cursos avanzados quienes no tardaron en arrastrarla a su equipo, pero eso no la alejo de mi ni siquiera por un momento, al contrario, se esforzaba aún más por estar cerca, y siendo sincero ya no me molestaba en lo absoluto “que tierna” pensé. Incluso pensaba diferente acerca de ella, después de todo lo que había ocurrido antes de llegar aquí, ya no era un completo fastidio, tan solo era ella, bondadosa, tierna, amable, noble, inocente, cariñosa… en fin había tantas cosas que podía opinar sobre ella y todas eran buenas, no como antes.

Mantuvo la costumbre de llevarme un par de sándwiches cada mañana, y ya que la mayoría de mis clases comenzaban a media mañana al igual que las suyas, ella se sentaba a desayunar conmigo en la cafetería del campus, y una mañana de esa primera semana me miró fijamente con ganas de reprocharme algo pero no se atrevía a hablar. Yo la mire y ya estando acostumbrado a esa mirada y sus reproches dije sonriendo de manera burlesca.

- ¿Qué me vas a reprochar ahora Rosse? – ella se sonrojo completamente avergonzada y aparto de mi la mirada.

- ¿Por qué sigues con eso del lobo solitario? Se suponía que este sería un nuevo comienzo – reprocho ella con timidez.




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