Bueno bueno, feliz tarde mis queridos lectores, justo como les prometi el martes en la madrugada, hoy les traigo esta nueva actualizacion de la historia de nuestros queridos y tal vez no tan queridos aun protagonistas, rosse y Thomas.
Espero que lo disfruten, abrazos.
Han pasado dos meses desde que me uní a colmillos de lobo, y durante este tiempo en la organización que anteriormente dirigió mi padre, Joshua se convirtió en un mentor, él me ha estado entrenando, y el proceso de entrenamiento ha sido muy riguroso y sufrido, tanto que en estos dos meses mi cuerpo ha estado bastante adolorido debido a las diferentes pruebas que he tenido que enfrentar. Me han enseñado a pelear, o al menos lo básico de las artes marciales.
He tenido que batirme a duelo con algunos de los miembros más experimentados en combate de la organización durante mi proceso de aprender a pelear, y en cada duelo han terminado dejándome moretones, a veces tan fuertes y dolorosos que incluso caminar me produce dolor. Rosse ha notado mi quejumbroso estado pero aún no tiene idea de que es lo que está sucediendo; no sé como pero he podido ser muy discreto para que ella no se entere.
A todas estas aún no he hablado con Rosse sobre llevar nuestra relación al siguiente nivel. “Por Dios, sueno tan ridículo diciéndolo así” me dije a mi mismo. Y es que aunque he querido hacerlo, no he tenido tiempo, entre la universidad, los exámenes, la organización y sus rigurosos entrenamientos me han quitado demasiado tiempo, incluso tiempo para estar con ella, y es un completo fastidio porque comienzo a extrañarla.
La muy… aaah, demasiado buena como para describirla con una sola palabra, no ha perdido la costumbre de prepararme esos deliciosos sándwiches, pero por alguna razón, la siento un poco distinta, como si hubiera algo molestándola, algo sobre mí, y eso comienza a preocuparme, temo que por estar tan pendiente de entrenar y la universidad, me estoy olvidando de ella y la estoy dejando de lado, y tal vez ella está comenzando a perder el interés en mí, eso me está agobiando.
La primera mañana del mes de diciembre comenzó con una fría nevada que me congelaba las manos y los pies, y al otro lado frente a la torre A, se podía percibir desde la ventana del dormitorio número veintiuno de la torre B, el humo producido por la cafetera de Rossaline, y ella en pijama preparando algo de café para calentarse y quizá su desayuno. Yo desde mi dormitorio, añorando a esa que un día quise que se alejara y no volviera, pero no lo conseguí “Gracias a Dios” me repetí varias veces a mí mismo con sosiego.
Y es que ahora no podía imaginarme mi vida sin la presencia esa hermosa mujer. La añoraba tal cual un lobo mirando a la luna con anhelo desde el suelo. Ella era lo más cercano que tenía a conocer el amor y es que meses atrás me habían arrebatado la oportunidad de que fuera mi padre quien me enseñara este sentir, tras haberlo asesinado, y ahora Rosse me daba el cariño que nadie nunca me dio, incluso mucho antes de que yo la aceptara en mi vida y sintiera lo que siento ahora por ella.
El estar tan agobiado entre estudios y entrenamientos y no tener tiempo para dedicarle a ella me perturbaba, me frustraba, porque desde aquella noche bajo la lluvia, completamente empapado, diciéndole todo lo que sentía; todo lo que anhelo al comenzar mi día y al terminarlo es pasar tiempo junto a ella, ser reciproco, retribuirle tanto cariño, aun cuando no sé cómo hacerlo, aun cuando soy tan tosco y bestia para demostrar afecto.
Esto a pesar de que en el poco tiempo que hemos tenido para estar juntos, ella ha ido ayudándome a moldear mi manera de demostrar afecto, enseñándome cómo hacerlo, enseñándome que debo abrazarla, que debo hacerle cumplidos, que debo jugar con su cabello, aunque siendo sincero, si bien no sé como hacer todo esto y a veces me parece algo fastidioso, hay algo que disfruto demasiado cuando lo hago y eso es abrazarla, ella siempre tiene un aroma hipnótico y tranquilizante que me envuelve cada vez que la abrazo.
Cansado de verla solo a través de su ventana desde la lejanía de mi dormitorio, me envolví entre un tumulto de ropa para abrigarme del sofocante frio e ir hasta ella para darle un abrazo después de al menos semana y media sin poder hacerlo. Salí del dormitorio y parecía un barril con andante caminando por todo el patio del campus, vestido con ese montón de prendas, hasta llegar a su ventana. Toque varias veces con suavidad, pues aprendí que si lo hago fuerte la asusto, ya que me acostumbre a ir a verla por la ventana para evitar las miradas de las chicas de su dormitorio que no dejaban de ser incomodas por mucho que las ignorase.
- Tomy… - dijo ella muy alegre y emocionada mientras abría la ventana – Pareces un barril con patas – burló tapándose la boca con las manos para contener la risa.
- Ya lo sé, déjame pasar que hace frio – gruñí mal encarado.
- Claro, claro, lo siento – dijo dejando salir una disimulada carcajada – entra te daré algo de café para que te calientes – dijo luego tratando aun de contener la risa.
Entre a su dormitorio por la ventana como era costumbre ya, y dije – cielos, me estaba helando.
- Ten – dijo ella extendiendo su mano con una taza humeante de café.