Capítulo 2 "Juego de apertura"
Todos los años a inicio del ciclo escolar comienzan los torneos deportivos. El primero en iniciar es el de fútbol americano equipo al que Chris pertenece por lo que asisto a todos los juegos en los que participa el equipo, como una buena novia, aunque odie el deporte con todo mi ser.
Me pasó todo el partido sentada en las gradas con la mirada puesta en el campo sin saber qué diablos está pasando allí y escuchando los gritos incesantes de Gigi y todas las personas que vinieron a ver el juego. Odio el deporte porque mi hermano quedó en silla de ruedas por dos años luego de que dos chicos del equipo contrario le pegasen la paliza de su vida y le fracturaran la columna en el campo.
Veo a Jons anotar el touchdown que define el partido en el último tiempo del partido. Los chicos comienzan a celebrar en el campo soltando gritos con vigor mientras lanzan al aire al chico que utiliza el disfraz de la mascota que representa el equipo.
—Enserio deben dejar de hacerle eso a ese chico Jons —hablo acercándome a mi novio despacio.
—Venga no te preocupes por el Gea —me dice Chris abrazándome por la espalda y plantando un beso en mi cuello.
—Simplemente no lo hagan Chris eso es todo.
—Vale, vale... dejaremos de hacerlo —responde soltándome en el proceso y acercándose a sus amigos —venga déjenlo Jons no quiero problemas.
Todos los chicos del equipo junto a Jons sueltan una carcajada que deja en evidencia a Chris como si yo lo manejara a mi antojo y decisión.
—¿Vamos a la fiesta de Jenny Valley? —interroga uno de los chicos de equipo.
—Hay que celebrar, ¿no?
—Vamos nena —Chris me hala por la cintura para que camine junto a él.
No me gustan mucho las fiestas, prefiero quedarme en casa viendo alguna película mientras como helado de chocolate y piña. Siempre odie las fiestas cumpleaños de pequeña, recuerdo que solía irme antes de que se acabaran y mi padre luego me compraba pastel o le pedía al cocinero que me preparara uno, eso me encantaba y es una lástima que mi papá ya no está aquí para consentirme de esa manera.
—Está bien —vacilo un segundo—, iré.
—Increíble —responde plantando un beso en la base de mi cuello. —Ponte el vestido de satén rojo que compraste cuando salimos juntos antes de vacaciones. Te queda precioso —finaliza con una sonrisa.
Camino junto a Chris hasta el coche subiendo seguido me abre la puerta, el aire acondicionado del coche está a tope y una canción que no conozco suena despacio en los altavoces creando un espacio agradable alrededor. Durante el corto camino hasta mi casa detallo de costado el rostro de Chris. Cabello negro, ojos cafés, piel broceada, cejas pobladas, nariz casi perfecta solo porque se la rompieron hace casi un año, labios un poco gruesos y con una tonalidad rosácea. Chris es el prototipo de chico perfecto.
Aún recuerdo el día que conocí a Chris, fue el primer día que crucé las puertas de Mercury hace dos años de trasferencia, no encontraba en salón de historia avanzada y el me llevo hasta allí arriesgándose a llegar tarde a su clase de español. Me despido de él dándole un beso suave, entro a casa a cambiarme. Saludo de manera rápida a mi madre y hermano mientras recorro en pequeño pasillo hasta mi habitación.
—Buenas noches.
—¿Qué tal buenas? —pregunta mi hermano dándome un beso en la frente.
—Voy a una fiesta.
—Vale, pero llega temprano —dice mi mamá.
—Obvio que llego temprano, tengo trabajo mañana.
Entro a mi habitación y me lanzo a la cama penando donde estará aquel vestido rojo que menciono Chris. Salto de la cama y abro mi armario en busca de este; al final lo encuentro, es un vestido dos dedos por encima de la rodilla con un escote sencillo, pero totalmente descubierto de la espalda, lo lanzo a la cama para proceder a introducirme en el baño.
Una hora después estoy terminando de arreglar mi cabello afro mientras detallo el sencillo maquillaje que adorna mi rostro y lo esbelto que se ve mi cuerpo con el espectacular vestido que lo cubre.
El timbre de mi celular suena con fuerza provocando que corra hacia el de prisa encontrando un mensaje de Chris en la bandeja de entrada.
“Baja estoy frente a la reja de la casa”.
Me calzo unas sandalias para poder caminar todo el tramo hasta la entrada llevando mis tacones en las manos.
—¡Mamá! Ya me voy.
Llego hasta el auto de mi novio donde él se encuentra apoyado en la puerta del conductor esperando a mi encuentro. Una chaqueta de mezclilla negra, camiseta blanca y jeans negros acompañados por zapatillas blancas son su vestimenta.
—Estas preciosas —dice dándome un beso en los labios y dándome una vuelta sobre mis pies — y ese escote de la espalda es increíble.
—Gracias —respondo abrazándome a su cuello —. Tú tampoco te ves mal amor.
—Vamos —habla dándome una sonrisa.
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Editado: 08.09.2022