Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

XXI - ¿Un buen nuevo amigo?

A la mañana siguiente ella se levantó, duchó, vistió y maquilló antes de coger su móvil y marcar el número de él. Eran las diez en punto cuando sonó al otro lado de la línea el tono de llamada y se le envió al buzón de voz.

- Bu-buenos días, Eric, no sé si estarás despierto ya, desconozco cuándo llegaste a tu hotel así que te estaba llamando para preguntarte si te parecía bien ir a desayunar juntos. Como sabes he estado poco en Nueva York y no conozco mucho esto pero sé que hay buenas cafeterías. Tal vez podríamos... - Unos golpes en la puerta la distrajeron. - Espera, te llamo en unos minutos, hasta ahora.

Dejó el móvil sobre la mesa del salón de la habitación. No esperaba a nadie, ¿quién sería? Fue algo molesta hacia la puerta donde los golpes seguían suaves, poco molestos. Según abría la puerta escuchó la voz de Eric:

- ¡Bueno dííííías! Servicio de habitaciones. Traigo el desayuno: tortitas, huevos revueltas, sirope de arce y... ¿blueberries? (¿arándanos?)

Su sonrisa iba de oreja a oreja y le pareció que le hacía parecer un niño. Vestía un pantalón corto beige con zapatillas negras básicas, una camiseta negra y su cazadora vaquera además de una gorra también negra. Aquel atuendo le pareció muy juvenil y desenfadado, a pesar de ello su visión fue atractiva a sus ojos. Agitó su cabeza para tratar de concentrarse...

- ¡Eric! Pero ¿qué haces tú aquí? - Le consultó sorprendida. - Te estaba dejando un mensaje de voz, pensé que estabas dormido.

- ¿Dormido yo? - Puso cara de tonto y sonrió divertido. - Mi apartahotel está veinte minutos andando, dormí como siete horas completas, no se preocupe. - Le guiñó el ojo y dijo serio: - Escuchó el móvil pero tenía las manos ocupadas así que no podía contestar. ¿Puedo pasar?

- Claro, adelante, Eric. - Le invitó a pasar con un gesto educado. - Puedes descargar todo en la mesa de la sala, entonces ¿yo me encargo del café?

- Perfecto, - él se adentró en la habitación y acercándose a la mesa del salón - yo voy colocar todo mientras pides café.

Irene tomó el teléfono de la habitación y marcó el sufijo de la cafetería del hotel. Le respondió una mujer al instante con tono servicial, casi podía imaginar su sonrisa:

- Buenos días, cafetería del hotel King's, ¿qué se le ofrece?

- Podrían servir dos cafés a la 219 y ponerlos a mi cuenta. - Tapó el auricular con su mano y preguntó a Eric en español: - ¿Cómo lo tomas?

- Solo, con azúcar. - El tono de Eric fue animado pero concentrado.

- Bien, póngame un café solo con azúcar y una taza con tres cuartos de café y el resto de leche. - Dijo con voz alegre aunque no excesivamente. - ¿Tienen azúcar morena?

- Por supuesto, señorita Gómez. - Su voz servicial no parecía aburrida ya.

- Bien, pues ponga azúcar morena también, por favor. - Pidió con una sonrisa a pesar de que la empleada no pudiera verla.

- Muchas gracias, en siete minutos estarán los cafés llamando a su puerta. Tenga un buen día, señorita Gómez.

- Igualmente, gracias.

Colgó el auricular del teléfono y marchó hacia la habitación donde hizo la cama aprisa. Le dijo a Eric que salía enseguida a la sala y se introdujo en el baño a lavarse las manos y recoger cuánto pudiese todos sus productos sobre los lavabos y las toallas usadas. Aquello le recordaba a los viejos tiempos con Samuel llegando a su apartamento por sorpresa...

- ¿Cómo se te ha ocurrido la idea de...? - Le preguntó con curiosidad Irene.

- ¿El desayuno? - Él sonrió y le guiñó un ojo. - La neta cuando llegué ayer a la ciudad pensó sería interesante desayunar tranquilamente hoy. Como tengo una cocina pues compré la comida que necesito. - Él levantó la mirada de la comida y le dijo con animación en el rostro. - Luego si le gusta, podemos ir ver la Estatua de la Libertad antes de comer...

- ¿Por qué tengo la absoluta sensación de que te has acoplado al viaje para tener citas conmigo? - Ella levantó sus cejas divertida.

- Hmmm, la neta me encanta pensar este viaje como una cita completa - Irene abrió los ojos sorprendida - aunque también quiero tener citas con usted en Atlanta, mi ciudad, o incluso en alguna parte de Corea del Sur... - Él sonrió de nuevo, esta vez más intensa y segura de sí misma, ella creyó ver hasta picardía en su mirada. - En el momento que vayamos una cita lo saberá, Irene. - Ella se rió nerviosa ante su frase, le sonaba a niño pequeño, pero el contenido le había gustado.

- Cuanto más te conozco, más loco me pareces y a la vez, - reconoció algo cohibida - el hombre más cuerdo e interesante que he conocido en Atlanta.

- Locoooo, ¿estás lista? Todo será frío porque al preparar y traer todo desde el apartahotel... - Dijo él algo apesadumbrado.

- No importa, Eric, - ella le sonrió agradecida - valoro mucho más tu esfuerzo al prepararlo para mí.

Llamaron a la puerta y ella fue por la bandeja con el café, le dio al camarero un dólar y las gracias. Ella misma cogió la bandeja sin siquiera dejarle pasar de la puerta de la habitación. Se despidió con un buenos días antes de cerrar la puerta y llevarse la bandeja con los cafés, la lechera y los azucareros hasta la mesa de la sala, donde estaban ya dos platos preparados con su tenedor, cuchillo y cuchara correspondientes.




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