Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

XXX - La gala benéfica

[AVISO IMPORTANTE: En esta escena se tratan temas delicados como la violencia verbal, la misoginia, el acoso sexual y un intento de violación, si continúas leyendo que sea bajo tu propia responsabilidad]

 

Y ya estaba allí, otro año más en su apartamento preparándose para aquella tortura que era aquella gala benéfica de la Fundación Worthington... Era una tortura porque sólo se reunían allí millonarios y muchimillonarios, ricos que desdeñaban a cualquiera que no tuviese su mismo poder adquisitivo o poder en todo el sentido de la palabra. Aquella gente no solía querer escuchar las opiniones más progresistas que ella tenía, ni deshacerse de sus propios prejuicios contra la gente de su clase que se enamoraba de simples asalariados como ella.

Irene había sido testigo en aquel tipo de celebraciones de cómo las mujeres como Isobel Grace, señora de Worthington, actuaban y se movían. Mujeres ricas que pretendían que el mundo girase a su alrededor brindándoles a ellas y sus familias mientras los empleados que las servían, se convertían en polvo que limpiarse de las botas. Por supuesto, necesitaban a los asalariados pero ellos debían saber su posición como el felpudo con el que limpiarse los zapatos.

Irene odiaba eso casi tanto como la hipocresía de los asistentes pagando millones para la beneficencia y despilfarrando en la comida diaria. Por no hablar de sus aviones privados y toda aquella parafernalia para asistir a la gala en el mejor automóvil posible. En aquellas galas se ostentaba tanto que Irene dudaba, a veces, si debía realmente comer todo aquello o vomitar su primera papilla para no tener que sentirse tan mezquina como la hacían sentir.

Katherina, Dulce y Estefanía estaban a su alrededor en aquel pequeño aseo tratando de dejarla perfecta. Katherina se encargaba de los detalles del atuendo mientras Dulce terminaba su maquillaje y Estefanía le atusaba los grandes tirabuzones del recogido en la nuca. Estaban haciendo como siempre un trabajo maravilloso con ella a pesar de sus reticencias iniciales ante tal dispendio de tiempo.

A la mente le vinieron las palabras en broma de Eric, en aquella segunda y accidentada cita, <<Just in case, just on time>>... Aquellas cuadraban a la perfección con sus amigas y su empeño por hacerla ver demasiado pomposa en aquellas excesivamente ornamentadas reuniones. Las tres, desde que conoció a Katherina, se volcaron en que la bruja de la plantación, como la llamaban ellas de extrangis, no pudiera alzar quejas acerca de la apariencia cuidada de su gran amiga.

Lo cuál no quitaba que Isobel hubiera siempre enviado los vestidos más feos y que peor le sentaban a ella sólo para ver cómo se las apañaba... Katherina siempre los había ajustado a la perfección y modificado para que Irene no estuviera tan horrible como su antigua suegra pretendía. Y las otras dos se centraban en arreglarla para que todas las miradas se fijasen en ella, como si fuera una de esas mujeres emperifolladas que concurrían en esos planes de sociedad. Tal vez ella no pertenecía por nacimiento pero gracias a ellas podría pasar por una nativa con suma facilidad.

Mientras esperaba a que terminaran, Irene cerró los ojos y a su mente vino la última despedida con Eric... Él con sus gestos y requiebros había logrado que su corazón palpitase rápido contra sus costillas. Apenas había logrado despegar sus ojos de los caramelo de él, tan perdida como estaba en ellos.

Él sonrió de aquel modo sencillo e infantil y a la vez completamente excitante y hermoso, al tiempo que se alejó un paso para señalarle con un leve cabeceo hacia su portal. Ella que se había quedado sin aliento mirándolo fijamente, se mordió el labio inferior y asintió volviéndose hacia su edificio. No pudo evitar tras dar dos pasos, volver la vista hacia él.

Al hacerlo, lo vio sonriente y él le guiñó el ojo de nuevo. Unos ojos que le transmitieron más sentimientos que los que ella misma podía interpretar. Ella suspiró y le sonrió asintiendo antes de reírse negando con la cabeza y regresar hacia el edificio definitivamente.

Le había costado mucha fuerza de voluntad alejarse a pesar de saber que era lo que tenía que hacer. Y eso era extraño, ella nunca se había sentido tan cercana a un hombre con apenas tan poco roce como habían tenido ellos. La sola idea le asustaba y extrañaba dada su propia experiencia anterior, algo estaba sucediendo con ella.

Un sonido brusco y una brisa enorme en su cara la hicieron abrir los ojos de golpe y mirar a los lados como si el diablo estuviera cerca, aterrada. Las risas de sus tres amigas no se hicieron esperar. Las tres la miraban fijamente sin parar de sujetarse el vientre a causa de la risa e Irene les fulminó con la mirada, clavándola al final en su amiga Kath que estaba más cerca.

- Ya regresó... ¿Ya vieron que no fue difícil? ¿En quién pensaba, mamacita? - La voz de su mejor amiga sonaba divertida.

- En usted no, señorita Katherina Gómez, eso téngalo seguro.

- Ay, ya, sí eso lo supe nada más verla. ¿Qué chavo era el que le trajo esa sonrisa? ¿Eric o Samuel?

- Ay, sí, no nos tenga en vilo - sentenció una Estefanía rogándole con el rostro.

- No les interesa, punto redondo. - Les recriminó y se miró en el espejo de su tocador. - ¿Ya terminaron? ¿Cuánto falta? Necesito terminar esta noche ya, odio esta gala... Sólo estuve una vez antes y me aburrí como alga.




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