Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

Escena Extra IX [PV Eric] - Es superior a mis fuerzas

¡Oh, Díos mío! La tortura era su propia culpa, no de ella pero era inevitable soñar con el roce de aquellos finos labios sobre la comisura de los suyos. Del mismo modo que le había resultado imposible no llevarse los dedos a aquel lugar de su anatomía cada que se perdía en sus ensoñaciones… No podía evitarlo por mucho que lo había intentado y eso había dado pie a que Eddie bromeara una y otra vez con su gesto y su aparente viaje onírico estando despierto.

No lo negaría pues era cierto, además que negarlo no sería muy acorde a su forma de ser directa y sincera.  No, tenía claro que estaba algo obsesionado con la sensación de aquella inesperada confusión que le había mostrado otra vez más que la compostura aparente de Irene era autoimpuesta. Cuánto más le gustaba saber que él provocaba sentimientos tan intensos que su impulsividad afloraba en respuesta.

Esos brillantes ojos castaños, con las pupilas dilatadas por la sorpresa, le habían parecido como faros en una tormenta y tan hermosos como estrellas en el cielo. Pero sólo había durado un instante que le hubiera gustado que fuera muchísimo mayor, luego su mirada se había cargado de un pánico que no comprendía y había tratado de marcharse cuanto antes. Él había intentado calmar un sentimiento tan negativo con aquel beso en la mejilla, no estaba seguro de haberlo logrado.

Si lo estaba de haber mantenido su fachada pacificadora y de haber podido relajar la tensión que su error había provocado en su cuerpo pues al final una vez fuera del automóvil ella había sonreído. Una sonrisa genuina y amplia que hablaba de que su táctica había funcionado, quizá no era la suya habitual de felicidad pero era suficiente. No mentiría diciendo que era fácil para él estar a su lado, no lo era.

Eric siempre se había considerado responsable y serio en cuanto a las relaciones comprendía mas la segunda vez que la vio por su forma de esquivarle y tratarle supo que no podía ser tan directo como había sido con las mujeres antes. No, Irene tenía una fachada seria y muy bien construida que quitaba con sus amigos y sus familiares. Había sido testigo de ello con Katherina el primer día, con Krestina cada vez que se pasaba por la cafetería y el día antes de su primera cita con sus padres.

Con ellos aún con una fina película de protección era mucho más honesta que con el resto de las personas, en eso también le ganaba Samuel, el tiempo juntos les había proporcionado esa conexión. Poco a poco él estaba alcanzando ese nivel de confianza con ella en el que el muro exterior caía en ocasiones como ese instante tras la confusión y regresaba con más fuerza si cabía. Podía entrever cómo sus defensas se alzaban para distanciarse de él a través de sus ojos.

Unos ojos que contenían su verdadero ser, que jugaban en su contra al tratar de mantener la compostura o recobrarla. Cada vez que ella le sostenía la mirada sentía que la conocía de un modo íntimo, cercano, como si la hubiera estado esperando toda la vida. Cuando ella estaba perdida en el caramelo de sus ojos, él alcanzaba a ver mucho más allá de lo que nunca había podido observar en otra mujer sin barreras ni imposturas.

Veía su pasión escondida, sus sentimientos reprimidos, toda ella en un cúmulo de hermosa luminosidad cual astro en la noche. Podía perderse en su mirada y se sentiría pleno al regresar al mundo normal, Irene tenía un poder hipnótico que ella misma desconocía y desperdiciaba. Su sonrisa amplia y honesta junto a sus radiantes ojos eran su perdición, Eric no podría resistirse a nada que ella le pidiera de tenerlas delante.

Sus labios finos y, en apariencia, algo descuidados podían ser pintados del color que ella deseara pues se verían igual de apetecibles que desnudos en su tono rojizo amarronado… Se preguntaba cómo reaccionaría si él no lograba controlar sus impulsos por más tiempo pues aquel pequeño incidente había descontrolado su testosterona hasta niveles demasiado altos como para devolverla a un rincón. Jugar con llamas nunca fue fácil.

No era un santo, no lo era, eso lo podía jurar. Había sido muy cortés y pensaba seguir siéndolo porque quería respetar sus tiempos y sus sentimientos pues era el modo correcto de mostrarle que no quería jugar con ella, que iba muy en serio. Que aceptaría sus deseos fueran cuales fueran mas el autocontrol chocaba con su carácter apasionado y su estilo directo, resultaba muy complicado enfriar sus hormonas cuando todos sus mínimos gestos le recordaban cuán valiosa era y la intensa atracción que sentía por ella.

Quería conocerla por dentro y por fuera y que ella le conociera del mismo modo, poder compartir con ella todo lo que era y que ella deseara compartir con él cuanto deseara. Estaba dejando en sus manos su futuro como amigos o pareja con la caballerosidad que sabía que ayudaría a mejorar las bases de su relación fuera cual fuera su final. Sin embargo, la sensación de sus labios sobre los de él había sido un detonante imprevisible que había incendiado su cuerpo.

Desde ese ínfimo roce se imaginaba cómo respondería Irene si la besara, si le correspondería o si se apartaría de él con cara de horror como cada que ella avanzaba impulsiva y retrocedía asustada. No podía evitar pensar que deseaba besarla de un modo lento, disfrutando de su sabor y cada ligero roce, cuidando todos los detalles, queriendo acariciar su alma y no sólo sus labios o su cavidad bucal… ¿Se dejaría llevar por él? ¿Tomaría las riendas del beso de no gustarle?

Las dudas estaban presentes también en su mente mas no haría algo que no sentía, con ella Eric quería ser suave y explorarla con calma provocando que fuera ella quien decidiera si paraban o si seguían. Quería ir escalando niveles que le permitieran tanto parar si así lo deseaba o hacerla arder de manera controlada, en fases paulatinas que le demostraran que no se tomaba a broma nada con ella.




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