Rompiendo Esquemas (fanfic Eric Nam) [contenido sensible]

Escena Extra XVIII - Asumir los errores cometidos [D]

Despertarse sintiendo la cabeza ser golpeada por un taladro percutor sin apenas haber bebido más que un vaso de whisky era una mierda ya de por sí. Descubrir por vagos recuerdos que había amenazado, al que consideraba su mejor amigo, con contar a su querida Angella todos los grandes secretos que él tenía si no llamaba a Irene; era un infierno en vida… Samuel no hubiera imaginado ser tan rastrero nunca, hasta que la noche anterior estuvo en caída en picado.

Sentía que se había labrado su infierno mañanero y no se merecía la preocupación que habían mostrado por su estado tanto el mentado como su granny, era demasiado para lo que había hecho. Nada más revisar su dormitorio había caído en el cuerpo de su amigo repantingado en la silla gris más cercana al vestidor como si acabara de salir de su despedida de soltero. Se levantó tambaleante a por un vaso de agua para descubrir en el sofá del salón la vital sonrisa de Ruth en contraposición con su mirada preocupada.

No llegó a la cocina, se mantuvo allí parado manteniendo el contacto visual a su abuela hasta que salió de su sorpresa y le consultó qué hacía allí. Le reveló todos los actos que había vivido en la bruma del vaso de alcohol junto a su ya dilatado bajón anímico y su escasa ingesta de alimentos. La tensión sobre sus hombros a medida que se le narraban uno a uno los hechos que sus acciones acarrearon.

Sólo fue reducida al producirse la agitada entrada de Adrien, con el pelo rubio ceniza revuelto y el gesto contraído ante la idea de que él pudiera haber abandonado el piso para cubrir alguna de sus adicciones. Su cara pareció estremecerse aún más al ser consciente de que ambos le miraban serios, suspiró al tiempo que empalideció acercándose con los ojos clavados en su amigo. Quería matarlo, enfadarse con él y estrujarlo a la vez.

–Cabrón, ya podías haberme despertado. ¡Casi se me sale el corazón pensando que habías salido sin documentación, ni móvil! –Le recriminó tomando asiento frente a él y cubriéndose la cara con sus manos.

–La próxima vez te dejaré una nota de amor en la mano para que la leas, –bromeó ante la estupefacciçon de su amigo, que no se rio– sólo he salido por un vaso de agua, no esperaba encontrarme con granny. ¿Qué te pasa, colega?

–Pasa que quisieras contarle a Angella lo que pasó al poco de conocerla, como estuve jugando a dos bandas al inicio porque desconfiaba de que lo nuestro llegara a buen término y mucho más de que estuviera tan interesada como yo en ella… Pero esto ya no lo paso, ¡creía que te habíamos vuelto a perder!

–Granny, me lo ha contado todo. Adrien, lo siento mucho, estaba en modo capullo anoche y no medía las consecuencias…

–¡Oh, joder! ¡Y con eso se acaba todo! Granny, lamento mi vocabulario. –Se disculpó con la anciana, que restó importancia a su preoupación–. ¿Estás seguro, Sam? –El aludido cerró los ojos, frustrado y negó con la culpa creciendo en su interior–. Tú no sabes cómo se le quebró la voz a Irene, ni la desesperación que la llamada le causó, ni trataste de calmarla sin éxito hasta que ese Eric tomó las riendas y logró que escuchara lo que yo le había dicho y se calmara. –Tragó saliva y continuó–: Ni fuiste testigo de la preocupación en los ojos de granny al asegurarse de que estuviera tranquila y esperara nuestras señales si sucedía cualquier calamidad.

–¿Granny? –Ella asintió y juntó sus manos sobre su regazo.

–Estaba a punto de contártelo, Sammy.

–Me gustaría saberlo, por favor.

–Por lo que me contó, Eric se la ha llevado de viaje a México. Es un viaje de trabajo por parte de él, mas es conocedor del amor que Irene le tiene a ese país y es un cariño compartido así que la invitó a ir. El joven la ha protegido con mucho ahínco y tuvo el acierto de saber alejarla, a su modo, del teléfono cuando empezó a entrar en uno de sus ataques de ansiedad. –Paró y se tocó los nudillos conteniendo sus emociones–. Cuando la llamé, me narró lo sucedido al igual que Adrien y también se mostró muy frágil. Le tuve que prometer que la tendríamos al tanto de todo aquí, por eso vine a pasar la noche; por eso y porque, como dice Adrien, tu estado la había dejado a ella pendiente de un hilo y temí que alguno de los dos pudiera caer.

–Sí, en eso debemos agradecerle a él que estuviera ahí para ella ya que, de no haber estado tan lejos, estaríamos rezando por su salud otra vez en la clínica por alguno de sus ahogamientos, debido a un nuevo ataque de ansiedad o algo peor. –Afirmó su amigo y el torrente de lágrimas salió de sus ojos, sin límite.

–Yo… –Tragó saliva y aspiró con fuerza–. Soy un idiota, sólo pensé en mí. Todo esto es culpa mía; si no me hubiera empeñado en esa maldita llamada, ella no habría sufrido por mi culpa y seguiría disfrutando emocionada de su viaje a México con Eric. Soy un idiota total, todo es mi culpa, Adrien. He estado siendo negligente conmigo mismo perdido en su ausencia, sin contar que a vosotros os afectaría igual o peor de lo que a mí me afectaba mi escasez de ánimo.

–No, todo fue tu culpa. –Aseguró su amigo con decisión–. Yo no debí ceder a tu presión, no debería haberla llamado. Notar a Irene así a través de la línea y que tu oponente mostrara tanta fragilidad en ella como para actuar en su favor, aún cuando ella no lo entendía, me ha dado perspectiva: no importa si Angella se entera de lo que sucedió cuando la estaba conociendo porque la elegí a ella frente a ninguna otra y si no sabe verlo, nunca podremos tener un futuro.




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