Leslie Belmont.
No pude evitar sonreír y brincar de emoción junto a Amelia cuando visualizamos a lo lejos como nuestro hermano sonreía mientras le plantaba un beso a su mejor amiga. Mamá apareció por atrás recogiendo sus cosas mientras que decía que ya nos fuéramos. Cuando se dio cuenta el porqué nos encontrábamos estáticas, sonrió comprendiendo la situación. Sin acercarnos a Fernando para no interrumpir su momento, comenzamos a recoger nuestras bolsas así como nuestras zapatillas dado que, después de mucho bailar, los pies me dolían por lo que tuve que recurrir a mis sandalias para no estar descalza por toda la pista de baile.
Una vez afuera en el estacionamiento muchas familias ya se estaban organizando para retirarse. A lo lejos vimos la camioneta de papá junto al carro de Mamá que le vendió a mi hermano años atrás.
—¡Ya vámonos!—insistió papá mientras tocaba la bocina de la camioneta. Mamá iba llegando al carro mientras que Amelia y yo corríamos porque sabíamos que papá era capaz de dejarnos.
—¡No seas desesperado!—exclamó mi mamá mientras se subía.
Fernando Belmont.
Emoción, alegría y cosquilleo en mi estómago eran las emociones que me inundaban en esos momentos. Saber que el sentimiento que tenía hacia mi mejor amiga era mutuo, me daba una satisfacción tan grande que lograba en mí una enorme sonrisa. Aquella, que no podía borrar. Por otro lado, Melissa no dejaba de acariciar mi cabello con ternura. Fue ahí cuando mi acercamiento paulatino provocaba una distancia poca hasta convertirla en nula; abriéndome paso para plantarle un beso, el primero.
Primero de muchos.
Instantes más tarde, me di cuenta de la ausencia de mi familia. Todos, a excepción de Leslie quien junto a Amelia, me esperaban en la entrada principal. Llevar a Melissa con su familia era lo último que podía hacer esa noche. Felicitaciones por parte de sus padres eran cosas que me alegraron aún más la noche. Respetuoso, me despedí de ellos y de la pequeña de Melissa quien recibió un beso en la palma de su mano por parte mía. Ella rio cuando hice una reverencia posterior a ello. Prometí marcarle en cuanto llegara a casa para tenerla más tranquila.
Me retiré y comencé a trotar para alcanzar a mis hermanas quienes en cuanto me vieron regresar se apuraron mientras gritaban que papá nos iba a dejar.
Lo conocíamos. A él y su impaciencia cuando tocaba el volante y no veía a todos montados.
—¡Papá! —gritó Amelia—¡No nos dejes!
—¡Pues apúrense!—respondió mientras encendía la camioneta.
—Si quieren yo me puedo llevar a alguien conmigo en el carro. —propuse jadeante debido al cansancio que me provocó correr atrás de todos.
—De haber sabido no hubiera corrido. —comentó Leslie mientras se tocaba el pecho con una mano tratando de recuperar la respiración.
—Es que si no los apuro, jamás llegan. —defendió papá.
—Amor, siempre es lo mismo contigo. —contestó mamá mientras se ponía el cinturón de seguridad.
Amelia abrió la puerta trasera de la camioneta para meterse. Papá se fue sin antes decir que nos veíamos a la casa por lo que guie a Leslie a la puerta del copiloto para abrírsela y que pudiera entrar. Rodeé el carro ahora abriendo la puerta del piloto, ponernos el cinturón de seguridad, encender el carro y manejar en dirección a la casa.
En el camino, ya con una respiración más normal comenzamos a platicar sobre lo sucedido adentro en la fiesta. Leslie no me quitaba la mirada de encima, especialmente por ver la forma en cómo me expresaba de Melissa, lo que me respondió y lo sucedido a continuación de ello.
—No sé tú que opines, quiero que me des tu opinión al respecto—comenté nervioso y ella asintió—. Lo que pasa es que quiero invitarla a salir, pero no sé si me vea muy intenso, urgido o apresurado. ¿Me veo con cara de que…?
—¡Tranquilo!—interrumpió con una sonrisa—Siempre hablas rápido cuando te pones nervioso.
—Es que lo estoy.
—Te voy a decir algo, y quiero que te lo quedes bien grabado hermanito. —hizo una pausa—Nunca vas a ser intenso para la persona correcta.
Me quedé callado. Lo mismo me dijo ella.
—A lo que voy es… No le tengas miedo a la intensidad, al interés… A una mujer siempre le gusta eso, y si alguien te dice lo contrario es porque no le gustas. A nosotras nos gusta que estén ahí, que se preocupen, que nos tengan como su prioridad. Y con esto no digo a que dejes tu vida y tus responsabilidades por estar con ella, sino que, nos hace sentir especial cuando teniendo otras prioridades, se toman el tiempo de pensar en nosotros.