Rompiendo Paradigmas

19: Contrato.

 

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Leslie Belmont.

Lunes 19 de diciembre. Faltaban cinco días para noche buena y no tenía dinero para ir a visitar a mi familia. Por un lado, me daba tristeza, pero por otro, vergüenza ante ellos porque sabían que mi programa había terminado. Ellos suponían que ya había conseguido un empleo, cosa que no era cierto. No sabía cómo decirles que después de postularme para diferentes escuelas, ninguna me había llamado. Era deprimente. Aun así, las ganas y la motivación de seguir buscando se había acabado. Sabía que el proceso era una clase muestra como prueba suficiente para decir que había pasado el primer filtro y les interesaba mi perfil, pero al darme cuenta de que ni eso, eran razones suficientes para desistir. 

Probablemente, Fernando me diría que no me diera por vencida, que en el momento menos inesperado alguien me iba a llamar, pero estaba cansada de la esperanza. Cansada de buscar y no ser encontrada. Harta de tocar puertas con candados sin llave. 

Cerré los ojos. Suspiré. Me dejé llevar por el momento. Un silencio tan profundo como el de una iglesia, pero con ese toque familiar como el de un hogar; reconfortante. Todos en casa habían salido a trabajar. Al ser mi descanso en la cafetería, me tocaba estar sola todo el día. Era bueno porque así disfrutaba de mi compañía. Mi soledad, pero sobre todo, de mis pensamientos. 

Reflexionar sobre el rumbo que daría mi vida eran cosas que me pesaban. Supuse que al venir acá sería más fácil conseguir un empleo. Que al salir ya tendría la posibilidad de obtener un empleo, pero si me hubieran dicho que ser maestra en Canadá fuera igual de complicado, me hubiera ahorrado la certificación para buscar trabajo en una oficina. Bueno, ese era mi último recurso, pero viendo las circunstancias era lo más factible. Era eso o seguir en la cafetería aguantando la pésima relación laboral que tenía con Kim así como el salario que apenas y me alcanzaba para mis gastos diarios. Necesitaba otro ingreso, y buscar un segundo trabajo alterno al actual lograría otro desgaste físico. Digo, si ya tenía el posgrado, lo mejor era buscar un trabajo referente a mi área de estudio. Tal vez no era la docencia, pero si lograba obtener un buen puesto podría costearme un carro o inclusive independizarme en otro lugar.

No es que no me gustara vivir con los chicos, pero cada quien necesitaba su espacio. Además, nos habíamos vuelto tan unidos que dudaba que no nos volviéramos a ver. Obviamente, seguiría frecuentandolos. Ellos han ocupado un lugar muy especial dentro de mi corazón. Aun así, no podía dar todo por hecho. Todavía no tenía un trabajo. No podía asegurar nada.

 

Emm Wright.

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Sentada en el sillón de la sala de profesores de Negocios, con la laptop entre mis piernas; estaba terminando las planeaciones de mis grupos de Mercadotecnia. Siempre me tocaban grupos de los últimos períodos o cuatrimestres, por lo que mi nivel de exigencia debía de ser mayor. El director buscaba una excelencia en la educación del instituto por lo que hacerlas no era sencillo. Tenía que hacer cosas innovadores. Especialmente después de que la evaluación docente resulté ser la profesora menos querida por los estudiantes. No buscaba su aprobación, pero el jefe de negocios buscaba más inclusión con los alumnos. 

04:32 p.m. Alguien tocó la puerta. Dejé la computadora en la mesita de enfrente y me paré para dirigirme a la puerta. La abrí. Era Jeong Wong. Tenía la cara roja, el ceño fruncido y los ojos rojos. Estaba furioso. Me hice a un lado para que pasara. Inclinó su cabeza en forma de agradecimiento. Sonreí. Al principio me era raro que lo hiciera, puesto que ya no estaba en Corea, pero era una costumbre para él y debía respetarla. 

—¡¿Puedes creerlo?!—tenía un sobre entre sus manos y me lo extendió. Lo tomé dudosa. Lo abrí. Era una hoja blanca doblada en cuatro. La desdoblé y comencé a leer. 

 

“Para: C. Jeong Wong

De: Lic. John Maxwell; Coordinador del Departamento de Administración Escolar. 

 

¡Saludos cordiales!

Por medio de la presente, le informo que debido a los recientes acontecimientos, el departamento, junto a Recursos Humanos, se ha visto en la necesidad de negarle sus vacaciones en este período, pagándole la prima vacacional con goce de sueldo en un 200%. Aplazando las mismas para el periodo cuatrimestral siguiente. Es decir, para primavera teniendo un período de 20 días los cuales podrá disfrutar de manera ininterrumpida. 




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