Leslie Belmont.
Estos días en compañía de mi familia han sido los mejores. El que mi familia haya viajado hasta acá todos juntos para darme una sorpresa fue uno de los detalles más bonitos que habían hecho por mí. Me sentía muy feliz y agradecida. Pasar el fin de semana con ellos fue una mezcla de diversión, risas y gratos momentos que recordaré por mucho. Después de llevarlos a los lugares turísticos de Niagara, los llevé a Toronto para que mamá fuera de compras por varios de los encargos que le pidió mi tía Lucrecia. Llevar recuerdos de cada lugar al que viajamos, era una tradición para mamá porque decía que era revivir todos esos momentos, además de servir como evidencia de los pedacitos de placer que la vida nos brindaba. Viajar fuera de México era algo imposible para mamá, por eso me daba ternura como jalaba a mi papá como niña pequeña para ir de tienda en tienda, señalándole a Fernando para que fotografiara cada detalle e, incluso, pedirle la cámara fotográfica para que ella misma filmara todo.
Fernando Belmont.
Antes de nuestro primer viaje internacional en familia, acudí al centro comercial para comprar las maletas, ya que todo nuestro equipaje no cabría en nuestras mochilas individuales. En mi búsqueda, me encontré con una persona que jamás creí encontrar; Noah Arredondo. No quería comentarle a Leslie porque sabía lo que él significaba para ella, además de todo el avance que veía en ella, me hacía dudar. No quería ser egoísta, pero ella merecía mucho. No quería meterle cizaña, inquietud o peor aún, necesidad de buscarlo.
Sí, era cierto que Noah trató de convencerme de que era lo mejor para ambos. Que una relación a distancia fue la peor decisión de su vida, porque hizo lo que prometió jamás hacer, lastimarla. No lo justificaba, tampoco era de mi agrado, pero aunque le cueste admitirlo, fue lo mejor que pudo hacer. Ahora, ella se encontraba bien. Cumplió su más grande sueño. Ahora, todo eso por lo que ella luchó valió la pena porque estaba en el trabajo de sus sueños, con amistades increíbles. Tenía una vida estable. La residencia permanente, como ella explicó, cada vez estaba más cerca.
No quería contarle, porque significaba sacar cosas del pasado que ya no tenían sentido. Así como también mencionarle las disputas que seguían existiendo con la familia de mamá. Cómo llegué a mencionar, todo se había solucionado respecto a Leslie, pero hubo un rompimiento entre mamá y sus hermanos. Sin embargo, estaban dispuestos a pelear la casa de la abuela sin importar que tuvieran que demandar a mi hermana.
Por supuesto, no lo iba a permitir. Mamá prometió contarle, pero no hallaba el momento para hacerlo y, sinceramente, yo tampoco. Estábamos pasando por un excelente fin de semana que venir con eso sería arruinar el momento. Mamá les dejó en claro que aunque lo intenten, no podrían garantizar la propiedad porque ante un juez esa casa le pertenecía a su hija. Y, para callarles la boca, mencionó que Leslie la había vendido. De una u otra manera, era un caso perdido para ellos.
Ahí es cuando te das cuenta de que su ambición y deseo de poder era más que su amor por la familia.
Jeong Wong.
Después de unas largas vacaciones, regresé en el primer día para recibir a los nuevos alumnos que se integraban a la institución. Los profesores fuimos llamados para ingresar antes y dar una bienvenida. En todos los edificios se encontraban los profesores y directivos de cada división para entregar kits de papelería con los colores distintivos de cada carrera. 7:55 a.m. Faltaban cinco minutos para dar inicio a las primeras clases. Cuando terminé de entregar mis kits, me dirigí a mi primera clase; Finanzas II. Al ser de los grupos de los últimos cuatrimestres, no era necesario una presentación de su servidor por la experiencia que tienen trabajando, sino de la asignatura en sí.
Las siguientes horas pasaron de la misma manera. Presentación de las asignaturas, exámenes diagnóstico y tareas para la siguiente sesión. Mi hora libre para comer era de 2:00 p.m. a 3:00 p.m. Así que no me quedó más que dirigirme a la sala de maestros para recoger la comida que me traje. Ahí, se encontraban Emm y Baruj.