Rompiendo Paradigmas

25: ¿Compañeros?

 

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Leslie Belmont. 

Me sentía aliviada de que ya no había tensión ni rivalidad entre nosotros. Sin embargo, me sentía incómoda y apenada. No sabía que tocar el tema de la familia llegara a ser tan incómodo para ambos. No sabía su situación, pero a juzgar por la reacción intuía que era un tema más que complicado. No quería ser entrometida, por lo que decidí cambiar el tema. Teníamos más de una hora sentados en un parque de diversiones cuando, bien, podríamos hacerle honor a su nombre. ¿Por qué los estudiantes de idiomas eran los únicos en divertirse? Yo también quería. Ser niñeros no era nuestra única obligación y mira que te paguen por ir de paseo con un grupo de estudiantes no significaba ser cuadrado aparentando madurez. También éramos seres humanos. El hecho de ser la autoridad el día de hoy no quitaba el hecho de pasarla bien. 

—Pero es muy temprano. —se quejó—Además, todavía no me acabo mi café.

—Quién te manda pedir uno tan grande. 

—Lo dice quien se tomó más de un litro de café. —contestó arqueando ambas cejas. 

—Bueno, está bien. —me paré—Iré contigo o sin ti. Hasta la vista, profesor aburrido. 

Bromeé. Le di la espalda dando grandes pasos dispuesta a subirme al primer juego que se cruzara por mi camino. 

 

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Jeong Wong.

Para tener veinticinco años era un poco inmadura. Era eso o los parques de diversiones sacaban esa faceta de ella. Hasta eso era un poco rara, pero más agradable que otras veces. Por lo menos ya no habría esa tensión o rencor entre ambos. Eso haría más llevadero el ambiente laboral. No podía estar más agradecido por ello. Especialmente porque no me gustaba estar en conflicto. Bastante tenía con la mala administración de Maxwell como para también tener problemas con personas donde tenía mi lugar seguro. No insinuaba que ella lo fuera, pero en general la plantilla docente de Negocios eran personas tranquilas que no se metían con nadie. Siempre y cuando no se metieran con ellos primero. 

Era raro porque hace unos minutos parecía molestarle el hecho de dejarla sola y ahora hasta lo prefería. Orgullosa. Fue la conclusión a la que llegué. Además de eso, era una persona de estatura baja por lo que era obvio que después de segundos de perderle el paso ya no la ubicaba por ningún lugar. Mi instinto me decía que la buscara, pero por el otro lado, era independiente. Decir que se iría conmigo o sin mí me sonaba a chantaje. Divertido o no, sabía lo que hacía. Eso no debía causar ningún conflicto. Mucho menos en un parque de diversiones donde la gente caminaba y corría por todos lados con una adrenalina que rebasan ciertos límites. 

—Profesor, —me tocaron el hombro por atrás logrando que me volteara—mi compañero se siente muy mal. 

—¿Qué le pasó? —pregunté al ver como tenía el brazo de un joven alrededor de su cuello mientras con su brazo derecho trataba de mantenerlo de pie. 

—Se torció el tobillo y no deja de vomitar.

Rápido me puse del otro lado colocando mi brazo izquierdo para tener más soporte y poder cargarlo entre los dos con más fuerza. Una estudiante de cabello rubio se acercó preocupada. Inmediatamente, le indiqué que buscara un paramédico que pudiera auxiliarnos. 

—¿Cómo te llamas? 

—Elon.

—¿Elon?—asintió—Muy bien, Elon. Necesito que me digas si puedes sentarte. —volvió a asentir y con ayuda del otro lo acomodamos sobre la banca que estaba en frente de nosotros—Es muy importante que me digas qué fue lo que pasó. 

Elon se tocó el pecho con una mano. Abrió sus piernas mientras se aferraba a una bolsa de plástico que tenía en la mano. La agarré extendiéndola y posicionándola abajo del mentón. 

—Comimos un poco de pizza y luego nos subimos a la montaña rusa… —comenzó a explicar la manera en qué se dieron los hechos.

—¿Seguro que un poco?—arqueé la ceja.

—Está bien, mucha pizza; pero me duele más mi pie no puedo moverlo. 

—No te preocupes. No tardan en traer un médico para que te atiendan, pero es indispensable que seas honesto para que te digan un diagnóstico y puedan ayudarte de mejor forma. ¿De acuerdo? —asintió. 

Saqué el celular de mi bolsillo e intenté marcarle a Leslie, pero me acordé que jamás intercambiamos números. Estaba preocupado y no había rastro de ella. La desesperación me inundó, pero traté de disimularlo para no preocupar más a los chicos. Minutos más tarde, llegó el paramédico junto a la estudiante a quién había mandado. Fue cuestión de segundos en los cuales Elon recibió la atención adecuada para llegar a la conclusión de un esguince ocasionado por la caída que tuvo en una atracción llamada Casa del Terror. Afortunadamente, había sido de primer grado, pero eso no quitaba que debía acudir al hospital para que un doctor le diera el tratamiento adecuado. Por ende, lo trasladaron en una ambulancia. 




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