Fernando Belmont.
Sabía el choque emocional que significaba para Leslie lo que dije, pero, aunque sonara mal, ella no estaba acá como para darse cuenta de cómo estaba la situación en realidad. La quería, pero no podía seguir guardando sus secretos y fingiendo que todo estaba bien cuando la relación con todos empeoraba por esos mismos secretos que ella no se molestaba en revelar. Para ella era muy fácil porque se desentendía de todo y todos, yéndose.
Con esto no me refiero a que la traicionaría, porque yo no era así, pero me daba coraje pensar que mi mamá la pasaba mal. En el fondo, sabía que ella extrañaba a sus hermanos como a nadie, pero no se animaba a hablarles por nosotros. Y se sentía muy feo ver como tu propia madre se limitaba de hacer algo que la podía hacer feliz. No quería ser egoísta, y la verdad me encontraba muy arrepentido de juzgarla por anhelar acercarse a sus hermanos ya que, si yo me encontrase en esa misma posición, haría exactamente lo mismo.
Papá me había marcado para decirme que ya estaban haciendo trámites con la funeraria para que velaran a mi tía Alicia. Así que mientras esperábamos, debía llevar a Leslie para prepararle el terreno y evitar un mal momento para todos, especialmente para mamá por lo que decidí llevarla a comer a unas cuadras de la funeraria.
—Pensé que iríamos a la funeraria. —habló cuando vio que me estacioné frente a una taquería.
—No tiene caso. —mencioné mientras entramos al establecimiento.
El personal nos atendió rápido y pudimos comer nuestros tacos. Ella parecía tranquila pero sus gestos decían que estaba teniendo una conversación consigo misma. No sabía por dónde comenzar. Estaba nervioso, pero alguien debía ver por la familia y aunque me quemara en el ego, había que aceptar que mamá necesitaba de sus hermanos.
Suspiré.
—Necesito que hables con mi mamá. —solté de repente. Directo y al grano.
—¿Por qué?
—No pienso seguir guardando tu secreto con mamá. No lo merece.
No dijo nada. Tomó un trago de su refresco y se limpió la boca con una servilleta.
—Está bien.
—¿Qué? ¿En serio? —pregunté sorprendido. Pensé que tendríamos una conversación subida de tono. Ya había preparado un sinfín de respuestas por si me decía que no. Ella soltó un largo suspiro.
—Sabía que este día llegaría tarde o temprano. —se cruzó de brazos— Se lo diré, pero no hoy. No ahora. Solo… dame tiempo, ¿sí? No por mí, sino por mamá. No creo que sea buen momento para decirle.
Asentí y tomó mi mano fuertemente en son de apoyo.
—Lo lamento. No debí meterte en esto desde un inicio.
—No tienes porqué disculparte. Somos hermanos y siempre te voy a apoyar, pero…
—… Mamá debe saber, lo sé. Aun así, quiero disculparme porque sé que no he sido una hermana muy presente en los últimos meses.
—Sé la clase de personas que son mis tíos y comparto tu postura de no quererlos cerca de nosotros, pero te pido que me escuches. No lo hagas por ellos, hazlo por mamá. Ella los quiere. Hagámoslo por amor a ella, ¿sí?
Sabía que le estaba pidiendo mucho. Especialmente, después de todo lo que ellos le hicieron pasar. Tantos años de burlas, discriminación y minimizando sus sentimientos gran parte de su vida como para hacer como si nada hubiera pasado. Mi hermana era una persona muy fuerte y estaba orgulloso de que les pusiera límites, de ponerse como prioridad tras años de maltrato psicológico donde ahora me sentía como un completo hipócrita ya que era consciente de todo lo que le estaba costando. Sin embargo, quería que se pusiera en el lugar de mi mamá.
—No soy nadie para prohibirle a mi mamá que le hable a alguien. Sé que me fui por esa razón, pero no como castigo a ella. —se quedó callada, pensativa—Sabes que eso fue como la gota de derramo el vaso tras años de abuso psicológico, pero a lo que voy es… me controlaré. Pero no me pidas que yo les hable porque no soy hipócrita. Si ella les quiere hablar, lo respetaré. Sobre todo, porque no vine por ellos, sino por ustedes y por mi tía.
Leslie Belmont.
Tras la conversación con mi hermano, entró en mí un sentimiento de alerta. Como si algo muy en el fondo me dijera que no acudiera al funeral de mi tía. No obstante, debía acudir. Y más por deber, quería despedirme de ella.