Rompiendo Paradigmas

40: El regreso de Noah

Fernando Belmont.

La apertura de la nueva sucursal tardaría más tiempo de lo previsto

La apertura de la nueva sucursal tardaría más tiempo de lo previsto. Durante las últimas semanas había estado realizando trámites en las dependencias correspondientes para que todo estuviera en orden. No obstante, cada que resolvía una parte, se averiaban otras dos. El local que conseguimos era perfecto, a excepción de que había que hacer ciertas adecuaciones al local. Dichas adecuaciones tardaron en ser aprobadas porque al expandirme, quería mejorar todos los procesos y, por supuesto, todo el branding de marca. Mi barbería estaba creciendo y debía profesionalizarlo.

La semana pasada había estado haciendo filas interminables para obtener la última licencia que me faltaba, para que al final me dijeran que tenía que sumarme a la lista de espera que rondaba entre dos a seis semanas. Estaba desesperado porque la fecha de apertura se llevaría a cabo en menos de un mes y aquella licencia era muy importante para comenzar a operar. Por otro lado, el arquitecto entregó la idea del proyecto para comenzar con las adecuaciones; lo que significaba liberar presupuesto para la compra de materiales y pago del personal para iniciar la obra. Todo, absolutamente todo me estaba rebasando. Afortunadamente, llevaba una planeación correcta en las finanzas del negocio para que fuera más fácil liberar el presupuesto. Todo estaba en marcha, excepto la licencia.

No quería llevar todo el estrés a mi casa, por lo que al cerrar el local me quedaba con Jonathan para cerrar detalles de la operación diaria. Al final, cuando éste se iba aun me quedaba para preparar los pendientes del día posterior, así como tratar de calmarme para no llegar con todo este desastre mental a casa y contaminarlos con mi mal humor. No obstante, mamá podía identificarlo a la distancia desde el momento en el que tocaba la puerta. Sin embargo, en esta ocasión era diferente porque iría a cenar con Melissa. Así que, en cuanto cerramos el local, todos nos fuimos; yo incluido.

Melissa y yo estábamos por cumplir un año de relación. Uno con sus altas y bajas, como en toda relación, pero apoyándonos en todo momento. Sin embargo, debía admitir que de un tiempo para acá las cosas eran distintas. No quería alarmarme, porque era normal como en toda pareja. La etapa del enamoramiento había desaparecido, pero seguíamos aquí, eligiéndonos o, por lo menos, eso creía porque lo que creí sería una gran noche lejos de los problemas y el estrés para dedicarnos un tiempo de calidad a nosotros, no resultó nada bien. Ella estaba fría, distante, como si estuviera cenando conmigo más por obligación que por gusto. No me gustaba esta sensación, porque significaba que debíamos tener "esa conversación" y yo no la quería tener porque siempre había algo que no le parecía. No la culpaba; no era precisamente un novio modelo. Tenía mis prioridades y pesar de siempre hacerlo con la intención de ofrecer algo que a futuro podamos disfrutar, tenía que sacrificar mi presente. No quería descuidarla, pero el negocio me consumía mucho, y ahora con lo de la apertura, mucho más.

—Amor... —habló en medio de la comida. Una muy silenciosa e incómoda. Levanté la mirada, nervioso. —¿todo está en orden?

Asentí metiendo un bocado a mi boca. Mastique lento, esperando que dijera algo, pero no fue así.

—Claro, ¿por qué no lo estaría?

—Somos novios, ¿verdad?

Sonreí incrédulo.

—Pues claro, ¿Por qué no lo seríamos? —bromeé, pero me miró seria, cabizbaja lo que me hizo preocupar—¿Por qué lo preguntas? Acaso... ¿Quieres terminar... conmigo?

—¡No, no! ¡Para nada! —exclamó—Pero... —suspiró—Siento como si ya no lo fuéramos.

Dejé mi plato de comida a un lado y le di un trago a mi copa de vino. Estábamos en un restaurante de comida italiana donde la pizza de 4 quesos era su especialidad y la más deliciosa. Ella había pedido pasta para acompañar y yo, un par de copas de vino tinto. Todo estaba rico, el lugar era agradable con luces tenues y música en vivo perfecta para el lugar. Sin duda, la cita perfecta, o eso pensaba yo.

—Sé directa, Mel. Por favor. —pedí un poco más serio. Ella se aclaró la garganta y prosiguió.

—Antes que todo, quiero darte las gracias por traerme aquí —mencionó mirando alrededor mientras tomaba mi mano.

Si, va a terminar conmigo. Tragué saliva.

—Estoy muy orgullosa de ti. Sé que a lo mejor no sientas estar en el lugar que siempre soñaste o que no has logrado todas las metas que tienes en mente, pero has avanzado mucho. Te conozco desde que descubriste que tienes un don con las tijeras, hasta que investigaste sobre cursos y le confesaste a tu familia que te querías dedicar a esto. Estuve contigo en el rechazo de tus padres a tu sueño y ahora... —suspiró—estoy muy honrada de seguir en tu vida sabiendo que no sólo tienes su apoyo, sino que creíste tanto en ti que ahora estas a punto de abrir una nueva sucursal. —hizo una pausa.

Sonreí agradecido, aunque no podía evitar sentirme mal. Algo se avecinaba y no, no era ansiedad. Conocía a Melissa tanto que sabía que antes de aventar la pedrada de verdades siempre elogiaba para que no lo sintiera tan mal. Si tenía algo que decirme, que lo dijera ya. Mientras más pronto, mejor. Podía soportarlo.

—Gracias, pero...

—Déjame terminar. —interrumpió y respiró profundo—No quiero que te enojes, sólo quiero compartir lo que siento así que por favor no lo minimices, ¿de acuerdo?

—Me estás asustando. ¿Qué pasó? —tomé su mano con ambas manos.

—Te amo, pero no siento que seamos novios. Es decir... estás, pero no estás. Sé que tienes problemas familiares y en el trabajo. También sé que estás pasando por episodios de estrés fuertes y no quiero ser una carga más en tu vida, pero siento que sólo soy lo que sobra en tu día a día. No me siento una prioridad, y tampoco quiero estar por encima de ti, tus proyectos o tu familia, pero me gustaría que, dentro de esas prioridades, hicieras un espacio para mí.




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