Durante tres años, he estado enamorado de una voz. Una voz que escucho a través de las ondas de la radio de la escuela, cada vez que sintonizo su programa. No sé cómo se ve, no sé su nombre, pero su voz ha sido mi compañera en los momentos más solitarios.
Cada tarde, después de las clases, me refugio en mi habitación y sintonizo su programa. Es como si su voz pudiera calmar todas mis preocupaciones, como si solo con escucharla pudiera sentirme completo. A través de sus canciones y sus palabras, he llegado a conocerla de una manera que nunca creí posible.
Me enamoré de la forma en que habla, de la pasión que transmite a través de cada canción que elige, de cada palabra que comparte con sus oyentes. Su voz tiene un poder sobre mí que no puedo explicar, una magia que me hace sentir vivo.
Pero a pesar de todo lo que siento por ella, sé que nunca podremos estar juntos. Ella no sabe quién soy, nunca me ha visto en persona. Para ella, solo soy un oyente más entre muchos otros. Y aunque me duele saber que nunca podré decirle lo que siento, sigo escuchando su voz, porque es lo único que me hace sentir vivo.
Estoy en mi último año de secundaria, prontamente entrare en la universidad y no hay nada más que me ponga nervioso. Estaba aterrado por la idea de no quedar en Oxford, la universidad de mis sueños. Pero apesar de eso me había propuesto tener el mejor de mis últimos años en esta apestosa escuela.
—¡Lysander Vale baja ahora mismo a desayunar!— grito mamá desde la panta baja.
Antes de bajar tome mis audífonos, mi teléfono y mochila y camine fuera de mi cuerpo. Mis pasos eran firmes en la escalera, y sin dar ningún tropeson.
—Pensé que jamás bajarias Ly.
—Perdón mamá estaba metí de lleno en mis pensamientos.
—Siempre en las nubes.
Le sonreí mientras tomaba una tostada y las llave de mi auto, me despedí de ella y camine al estacionamiento donde se encontraba aparcado mi Jeep negro. Era uno de mis más grandes tesoros, y lo había conseguido trabajando 3 veranos seguidos. Me sentía orgulloso de eso.
Conduje hasta la casa de mi mejor amigo Blass. Lleva 2 años llevándolo conmigo, y casi 12 conociendolo, era alguien impresionante a quien realmente admiraba.
—¡Hey Ly!.
—Hola bro.
Él subió feliz y ambos nos dirigimos a la secundaria.
Estaba en mi último año, y nada podía ir mejor, las clases daban inicio al segundo semestre y me sentía aliviado de haber terminado con Alisson antes de empezar de nuevo las clases. Era una chica muy superficial, y además por sobre todas las cosas jamás pude enamorarme de ella.
—¿Crees que todo salga bien con Aliss hoy?.
—¿Por que no lo estarían?.
—Rompiste con ella en verano.
—Estaremos bien.
Ambos nos bajamos, éramos como oídos como los 4 mosqueteros, Jhonnatan Wilde, Oscar Militan, Blass Wortherner, y yo, Lysander Vale. Los 4 chicos temidos y admirados por todos. Típico cliché de escuela secundaria que era más real que cualquier cosa.
Al entrar a la escuela, sentía la mirada de todos sombre nosotros, y la verdad me encantaba. Era algo que disfrutaba mucho.
Hasta que la encontré a ella Seraphine Elowen, era una idiota que solo se dedicaba a criticar a todos, al parecer vio mucho 10 Cosas que odio de ti y se quedó pegada en el papel de Katarina.
Es igual, es rubia, de ojos claros, una idiota que cree que todos debemos ser como ella.
—Creo que te haz equivocado de clase cerebrito.
—Creo que al fin estas en lo correcto, porque los idiotas como tú no deberían entrar aquí.
—El papel de popular y chica mala no te queda.
—El papel de idiota a ti si— ella sonrió y entró a la clase. Es una completa loca.
La clase de literatura comenzó y la maestra se presentó con nosotros, era nueva, y nosotros tuvimos que hacer lo mismo que ella acaba de hacer. Presentarnos uno por uno.
Odiaba eso.
Cuando llegó mi turno, me puse de pie con confianza y dije —Hola, soy Lysander Vale, muchos me conocen como Ly, capitán del equipo de rugby de la escuela.
En ese momento, Seraphine, que estaba sentada en la cuarta fila, soltó una risa burlona que resonó en toda la clase. Me sentí avergonzado y molesto al mismo tiempo. ¿Qué le parecía tan gracioso?
—¿Algo que compartir con la clase, Seraphine?— preguntó la maestra, mirándola con curiosidad.
—Oh, nada, solo me hizo gracia lo de capitán del equipo de rugby— respondió ella con una sonrisa sarcástica.
—¿Y por qué te resulta gracioso?— pregunté, tratando de mantener la calma.
—Porque es divertido ver a alguien presumir de algo tan trivial como ser capitán de un equipo deportivo— respondió ella encogiéndose de hombros.
—No veo qué tiene de trivial representar a tu escuela en un deporte que amo y en el que trabajo duro— respondí, sintiendo que mi paciencia se agotaba rápidamente.