El baile de graduación estaba a exactamente a 3 dias de distancia, no sabia que sucedería, no sabia nada de Seraphine, simplemente dejo de asistir a clases y Oscar no me quiere decir donde esta. La verdad no lo culpo, fui y sigo siendo una mala persona que jugo con alguien porque solo pensó que la protegía. Pero la verdad es otra.
Siempre quise romper algo en ella, pero no precisamente su corazón.
Pero, todo eso cambio cuando llegue a conocer a conocer realmente a Seraphine, no a Wen, sino a Seraphine. Aquella chica que es tímida, vergonzosa, se emociona por ver castillos, aquella que ocultaba secretos y tenia una vida complicada. En este momento puedo decir con certeza que soy capaz de recibir una bla por ella. Me había enamorado, definitivamente era a ella a quien quería. Pero lo había arruinado a niveles que ni yo entendía. Junto con el hecho de que ella estuvo con Jhonn.
Ahora mismo me encontraba mirando a todos lados discretamente mientras la voz de Oscar se dispersaba a mi alrededor.
—¿Si me oyes?.
—Disculpa—dije mirándolo—Ya dime Oscar, ¿Dónde esta Seraphine?.
—Quería comentarte algo de eso Ly... Lo que paso realmente con Jhonn—Y de esa forma Oscar obtuvo toda mi atención— Ese día de la fiesta, Jhonn obligo a Seraphine a estar con él, es por eso que Seraphine se fue de tal manera esa vez de la fiesta, es por eso que a veces le temía a Jhonn, él la obligo a todo eso, por eso te dije lo de la apuesta—pero me levante de golpe.
—¿Lo sabias?.
—Ly.
—Lo sabias.
—No sabia como decirlo, no sabia que hacer, de los 3 eras el único que podía ganarle en todo a Jhonnatan.
—Ahora ella me odia Oscar.
—No lo hace Lysander.
Me levante y subí las escaleras directo a la habitación que le habían dado a Seraphine. En la cual habían posters, libros y su cama morada resaltaba en toda la habitación blanca. Pero ella no estaba ahi.
—Ella se fue.
Me voltee viendo a Oscar, quien estaba apoyado en el marco de la puerta con brazos cruzados—Si me lo hubieras dicho pude hacer algo, pude ayudar de otra manera.
—Si te lo hubiera dicho no te hubieras enamorado de ella. Y tampoco podía decir algo, no lo pude confirmar hasta hace unos dias antes de que Wen se fuera.
Abrace a Oscar como un niño pequeño, estaba asustado, con miedo y una ira hacia mi especie que era imaginable. Camino a casa mi mente no dejaba de divagar en recuerdos como carretes de película en los que se repetían una y otra vez las escenas de Seraphine junto a mi. Sus palabras, su sonrisa, su cabello libre como el viento, su forma tan espontanea de ser.
Ella ya no estaba y eso me dolía.
Detuve el Jeep fuera de una casa que no era mía, conduje sin notar hacia donde iba. Mi Jeep se había detenido afuera de la casa de Jhonn, lo que me lleno de ira, provocando que me bajara y corriera hacia se puerta llamando en esta.
—¿Qué mierda ha...—mi puño fue directo a su nariz. Vi como este cayo al piso y su madre apareció detrás de él.
—Buenas tardes Señora—dije sonriendo.
Me di la vuelta y camine a mi auto, conduciendo esta vez a casa. Estando en mi cama no podía quedarme quieto, no podía dejar de pensar.
El dolor y la rabia se mezclaban dentro de mí como un torbellino. Ver a Seraphine herida, marcada por la crueldad de Jhonnatan, era como si me hubieran arrancado el corazón y lo hubieran pisoteado frente a mis ojos.
Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de ella, indefensa, con los ojos llenos de lágrimas, tratando de protegerse de ese desalmado. Sentía la impotencia devorándome por dentro, sabiendo que no pude evitarlo, que no pude protegerla.
Mis pensamientos eran un caos. Quería venganza, quería hacerle pagar a Jhonnatan por lo que le había hecho a Seraphine. Pero al mismo tiempo, una parte de mí se sentía perdida, rota, incapaz de comprender cómo alguien podía ser tan cruel, tan despiadado.
Intentaba distraerme, ocupar mi mente con cualquier cosa que no fuera ese recuerdo atroz. Pero era inútil. Cada vez que cerraba los ojos, ahí estaba ella, hermosa y frágil, con el miedo reflejado en sus ojos.
No podía dormir. Mis pensamientos no me dejaban en paz. Me revolvía una y otra vez en la cama, buscando una posición cómoda que nunca llegaba. La imagen de Seraphine herida me perseguía incluso en mis sueños, convirtiendo la noche en una pesadilla interminable. Necesitaba hacer algo, necesitaba encontrar una manera de calmar este dolor que me consumía. Pero por más que lo intentaba, no encontraba consuelo. Porque lo único que quería, lo único que necesitaba, era ver a Seraphine sana y a salvo, sonriendo de nuevo como lo hacía antes de que todo esto sucediera.
Mis días se volvieron una rutina sin sentido. Intentaba mantenerme ocupado, pero cada tarea, cada actividad, me recordaba a ella. Su ausencia era un vacío que no podía llenar, un eco constante en mi mente que me recordaba lo frágil que era todo, lo efímera que era la felicidad.
Mis amigos intentaban animarme, distraerme, pero nada parecía funcionar. Mi mente estaba obsesionada con encontrar una manera de proteger a Seraphine, de asegurarme de que nunca más volviera a estar en peligro. Pero no sabía cómo. Me sentía impotente, inútil, como si todos mis esfuerzos fueran en vano. Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro, su sonrisa, pero también veía las marcas de la violencia en su piel, y eso me destrozaba por dentro. Me culpaba a mí mismo por no haber estado allí, por no haberla protegido como debía.