Bajamos las escaleras hacia la primera planta siguiendo el mismo camino que transitamos para ir hacia la salida, pero una vez que Julius pisa el último peldaño, se queda inmóvil. Al intentar mirar en la misma dirección que él, enseguida reacciona y me empuja hacia el muro.
—¿Qué diablos...?—intento decir, pero él hace una señal con el dedo para que guarde silencio, así que me limito hacer lo que dice.
Mira de reojo hacia el pasillo y luego vuelve la mirada y niega con la cabeza.
—¿Qué diablos hace él aquí?—murmura para sí mismo, pero alcanzo a escucharle.
—¿Sucede algo?—pronuncio inquieta debido a la expresión de Julius, parece preocupado.
—Ven conmigo—dice y me toma de la mano. Mi cuerpo maquinalmente lo sigue, aunque prácticamente debo correr detrás de él, debido a sus pasos, lo cuales en realidad son zancadas que atraviesan el pasillo con rapidez.
Me lleva por un camino diferente, el cual parece ser donde únicamente se permite la entrada a los empleados del sitio. Intento mirar hacia atrás, pero al menos en mi rango de visión no veo a nadie siguiéndonos, no obstante, de un momento a otro, Julius abre una puerta y me lleva hacia el interior.
Al entrar, por poco y tropiezo con lo que hay en el suelo, parece ser un cuarto de servicio, donde hay baldes, trapeadores, escobas y demás productos de limpieza. Julius me tiene que sostener de la cintura para evitar que caiga y haga más desastre.
Sin mucho esfuerzo logra estabilizar su cuerpo junto al mío, es entonces que noto cuan cercanos estamos, su abdomen duro y firme, esta por poco y unido al mío.
—¿Qué hacemos aquí?—protesto e intento alejarme de su cuerpo, pero él hace nuevamente aquella señal y se queda inmóvil.
—¡Ey!—escucho una voz masculina bastante lejana, aunque su tono de voz es alta para poder escucharlo claramente—¿Has visto a Julius?
Me quedo inmóvil junto a él, parece que alguien lo esta buscando y por como se ha dirigido a él, supongo que debe ser alguien de la familia Carusso. Ahora entiendo por qué estaba tan preocupado, quizás fue una mala idea venir aquí.
—No lo he visto—menciona otra persona, otro hombre.
—Mis hombres me dijeron que lo vieron entrar aquí—menciona casi seguro.
—Quizás ya se fue—le menciona el otro.
—Pero acabo de...—se detiene, quizás meditando la posibilidad.
Hay un silencio que ocasiona que mi corazón se acelere, incluso puedo oír mi torrente sanguíneo pasando detrás de mi oídos, ruego porque aquel que esta buscando a Julius no pueda escucharme.
Por un momento miro a Julius, él no parece estar tan asustado como lo estoy yo, de hecho me parece que la situación lo ha entretenido, pero mientras lo observo, mi mirada se detiene en los botones de su camisa, parece que por el movimiento brusco y precipitado uno de ellos se ha salido de su sitio, puede verse parte de la piel de su pecho y ademas hay un sitio, justo en medio de su clavícula, ahí puede verse una pequeña y tenue palpitación.
Inesperadamente, Julius gira en mi dirección, sus ojos se cruzan con los míos e instintivamente, mis mejillas se ruborizan, entonces el miedo de ser descubierta ya no por el pariente de Julius, sino por él, aumenta.
—Si lo ves, dile que lo estoy buscando, no me contesta las llamadas—dice el joven con cierto enfado, es entonces que su voz se me hace bastante familiar, pero no logro recordar a quien le pertenece.
—Claro— le dice el otro y entonces escuchamos algunos pasos alejarse poco a poco. Es en ese momento que Julius decide soltar mi cintura poco a poco, para evitar ser víctima de lo que esta regado por todo el sitio, pero al mirarlo noto que sus mejillas están ruborizadas, tal vez acaba de darse cuenta de que hemos estado demasiado cerca, tanto que si tan solo hubiese inclinado levemente la cabeza, tal vez habría conseguido besarme, aunque la idea no me estremece, sino más bien me causa vergüenza. ¿Cómo puedo estar pensando en eso?
Aunque pensándolo bien, Julius es bastante atractivo. No me extraña que mi corazón se sienta agitado al estar tan cerca de él, pero inmediatamente rechazo aquel pensamiento teniendo en cuenta que él es mi enemigo.
—¿Ese hombre realmente no nos vio?—cuestiono para romper el incómodo silencio que se ha creado entre los dos.
—Si no nos delató, yo supongo que no—expresa enseguida— será mejor que nos vayamos ahora, antes de que nos encuentre.
Toma la perilla de la puerta y alcanza a abrir una pequeña abertura, desde ahí observa el pasillo y no hace falta que mire yo también para saber que esta vació, únicamente se logra escuchar el eco de la gente del museo.
—Ven—dice, pero antes de salir me extiende la mano. La observo un poco ansiosa. ¿Realmente hace falta que nos demos la mano?— saldremos por la otra puerta, así no tendremos que cruzarnos con él.
Su mirada se vuelve hacia mí y al no darle la mano, encorva el ceño. Julius no parece notar lo incómodo o mejor dicho lo vergonzoso que es para mí, así que al final uno mi mano a la suya. Entonces ambos salimos de aquella diminuta habitación, pero no seguimos el camino que nos trajo hasta aquí, sino más bien, seguimos de largo, hasta una zona del museo que parece estar en reparación, ahí también hay objetos que parecen ser antiguos y, por lo tanto, preciados, aunque estos están cubiertos por plástico que los cubre del polvo y también de las salpicaduras de pintura, ya que hay vestigios de que en ese lugar han estado trabajando con brochas y rodillos.
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Editado: 14.11.2024